Seis meses para decir no

Capítulo 6

"No llores por alguien que no merece tus lágrimas"

Aisha:

Las palabras de mi madre se repetían en mi mente en efecto de eco mientras el chico caminaba para acercarse a la mesa.

—¿Qué? —cuestionó mi hermano sin dar crédito a lo que habíamos escuchado.

—Para ello es la cena de esta noche, solo me adelantaba a los hechos. —anunció mi madre con una sonrisa.

¿Casamiento? ¿Boda? ¿Mi prometido?

Mi cabeza no paraba de pensar y buscar teorías sombre las palabras de mi madre.

—Buenas noches —saludó el recién llegado—, espero haber llegado a tiempo.

—Justo a tiempo, Andrei. —la sonrisa que mi padre le dió no daba cabida en su rostro.

—¿Qué es todo esto? —cuestioné descolocada.

—Cállate Aisha —susurró mi padre ignorando mi pregunta—, recuerda tus modales.

Por “modales” se refería a no hablar al no tener la palabra. Las mujeres somos discriminadas al no tener derecho de hablar en la mesa. Esta sociedad es cada vez mas machista.

—Oh hijo, toma lugar al lado de Aisha así se van conociendo.

Alfredo tuvo la “genial idea” de que su hijo se sentara a mi lado. Algo que me desagradó por completo pero no pude quejarme porque mi padre me lanzó una mirada de advertencia.

—Con permiso señorita. —sonrió antes de sentarse a mi lado.

—Me alegra ver que tu primogénito a vuelto a casa, amigo. —denoto Alfredo a papá.

—Es una gran algria que Jack haya vuelto después de estudiar fuera del país por todos estos años.

La mandíbula de mi hermano se tenso.

—Espero verlo pronto en los negocios.
Posé mi mano sobre la suya, que estaba encogida en un puño, para calmarlo. Todo esto se saldría de control si continuaba así.

—Dentro de muy poco lo veras gobernando mi imperio casado con una buena mujer.

Esa fue la gota que llenó el vaso. Jack estaba a punto de reclamar algo cuando llegó una de las sirvientas con la bebida.

—La bebida llegó justo a tiempo —anunció Alfredo—. Vamos a brindar por esta gran noticia y esta unión, que sea fructífera para nuestros negocios.

—Que así sea. —mi padre alza la copa con la misma emoción que el viejo verde.

—Pero este es el momento en que contemos la gran noticia.

—Como ya había mencionado mi esposa —señala a mamá—. Nos alegra anunciarles que mi hija Aisha contraerá nupcias con Andrei Domínguez.

Ahora es turno de mi hermano de tomar mi mano porque mis muros se han derrumbados y ahora estoy sin protección con estos buitres.

—¡¿Carl Stuart qué se supone que estás haciendo?! —el grito de mi abuela para los murmullos que habían nacido por la noticia.

—Mamá, ya te he dicho que no te metas en mis desiciones.

—¡Estás hablando de un casamiento por conveniencia de mi nieta! —mi abuela levanta la voz.

Esa es una de las cosas que siempre me ha gustado de mi abuela, no se rige por apariencia. Ella siempre se da su lugar, y nadie le puede impedir decir o hacer algo que ella no desee.

—No es un casamiento por conveniencia, es uno por un bien común. —se excusa.

—Así es. —lo secunda mamá.

—Llamalo como quieras, pero sigue siendo lo mismo. Y voy a impedirlo.

—No tienes poder sobre mis desiciones ni mi hijos, mamá.

—Tienes razón, no lo tengo. Pero eso no impedirá que detenga esta barbarie.

—No lo harás mamá, en seis meses Aisha se casará con Andrei y no vas a impedirlo.

¿Seis meses?

—Ya lo veremos. —esa es su última palabra antes de retirarse dando un portazo.

—Ignoremos esta pequeña diferencia de pensamientos y volvamos al tema inicial, una unión entre ambas familias.

—Así es, admito que desde hace un tiempo tenía planes de buscar una esposa para mi hijo, y quien mejor que Aisha. —cada palabra pronunciada por Alfredo me daba asco.

Por primera vez desde que anunciaron la noticia levanto mi rostro para encontrar a mi lado a Andrei, mi futuro esposo. Nunca me acostumbrare a esto, no puedo hacerlo, ni siquiera nos conocemos.

Reprimo las lagrimas que llenan mis ojos y repito una y otra vez:

Las damas no lloran. No llores en presensia de otros. No llores, Aisha.

—Quiero decirles que estoy muy contento de esta unión —la voz de Andrei me trae a la realidad—, y estoy muy ansioso por ello. Ojalá pasen rápido estos seis meses.

Seis meses. Otra vez esa fecha. Me casaré en seis meses y no amo con quien lo haré.

—Aisha —Alfredo me llama ya regañadientes le presto atención—, espero que mi hijo radique tu adicción a la bebida.

—¿Adicción? —Andrei frunce el ceño.

—Sí, Aisha y yo tuvimos un inconveniente en un evento, donde ella iba un poco bebida y me tiró la bebida encima.

—Fue un accidente. —mascullo pero me ignora.

—Pero eso no es todo lo que pasó, pero no diré que fue. Solo espero que cambie a ser ina buena esposa porque mi hijo merece una buena esposa, no una mujer de la noche.

¿Y yo que merezco? Ser una esposa florero como la suya. Pienso pero lo digo en voz alta.

—Sobre ello —alude mi padre—. Aisha tenía algo que decirles.

Mi padre me da una mirada que me indica que es momento de pedirle perdón. Tomo una respiración profunda y mantengo mi silencio al parecer por mucho tiempo.

—¿Aisha? —la voz con tono de regaño de mi padre me trae a la realidad.

—Sí. Sr. Domínguez —le di una sonrisa falsa—, quiero mostrarle mi respetos y pedirle perdón por mi comportamiento indebido —me dolía decir tan falsas palabras—. Comprenderá usted que ese día no estaba en mis cinco sentidos y por ello me disculpo. Quisiera echarle la culpa a la bebida pero fue mi imprudencia el haber bebido un poco de más.

—¿Solo un poco? —ignore su bufido.

—Es por ello que espero perdone mi comportamiento. Le aseguro que no se reiterara.

—Eso espero. Porque mi hijo tiene demasiada clase para unirse en matrimonio con una borracha —mis ojos se cristalizaron ante esas crueles palabras— y mucho menos con una mujerzuela.



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En el texto hay: drama, amor, casamientos

Editado: 05.03.2022

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