Seis meses para decir no

Capítulo 7

"No cambien por nadie"

Aisha:

Me quedo pensando en las palabras de mi madre mientras esta como Juan por su casa con una cara de asco.

—¿Qué esperas? —cuestiona apurándome con un gesto con la mano—. No tenemos todo el día, ve a prepararte.

—No me has dicho que haces aquí. —hablo por primera vez desde a llegado.

—Tu hermano habló con nosotros y decidimos darte algunos días para que te hicieras una idea. Espero que estas dos semanas te hayan servido para adaptarte a la idea porque es hora de que comencemos a preparar la boda. —terminó con una gran sonrisa en los labios.

—Mamá...

—Así que tuve la idea de ir a almorzar con tu futura suegra, así se van conociendo.

—Mamá...

—Además —me interrumpe otra vez—, Celia tiene un contacto de unos organizadores de bodas que son los mejores...

—¡Mamá!

—Pero, ¿Qué haces? Ve a vestirte y de paso te digo que vas a botar ese trapo que traes y comprarte un poco de lencería —señala la camisa que traigo de pijama—, tienes que aprender Aisha, tienes que mantener a tu marido a tu lado y con eso se ira corriendo a la primera que vea.

»—Pero que haces que no te has ido a cambiar. —niega repitiendo el gesto con la cabeza.

Rodeó mi muñeca con sus manos y me llevo escaleras arriba, hasta la habitación de huespedes, en la cual había dormido por estás dos semanas.

Y comenzó a desordenar todo lo que tenía en mi maleta, su cara de asco estaba acompañada de el movimiento de negación. Está más que claro que no le gusta nada de mi ropa.

—Oh por Dios, vamos a llegar tarde. Ponte esto —me tendió un vestido color cera con un corte aburrido—, voy al baño a retocar mi maquillaje. Más te vale ponerle algo de color a tu rostro.

Y sin más se fue, dejándome con un vestido en la mano que para ella era “perfecto” y para mi aburrido. 
Había llegado el momento de comenzar a organizar todo para la celebración que algunos llamaban boda pero yo le denominaba sufrimiento.

Mire de nuevo el vestido ente mis manos y una ira y impotencia lleno mi cuerpo ¿No les bastaba con obligarme a casarme? También decidirían lo que vestiría. Negué. No los dejaría.

La moda era una de las cosas que más me gustaban hacer, soñaba con casarme como la hacían en los libros y diseñar mi propio vestido. Pero al parecer solo eran eso, sueños que no se harían realidad.

Apreté mis labios antes de tirar al suelo el vestido. Busque entre la ropa que mi madre había descartado hasta encontrar un enterizo beige, me vestí con el y unas sandalias. Dejé mi cabello rebelde suelto, me miré en el espejo. Para los demás seguro que parecía a punto de hacer deporte, para mi, era un look que me gustaría usar más a menudo.

—¡Aisha! —el grito de mi madre me alertó desde la puerta de la habitación—. ¿Que hiciste? 

No respondí. En cambio una amplia sonrisa se posó en mis labios. Su mirada se dirigió al suelo, donde se encontraba el vestido.

—¿Acaso te volviste loca?

—No, madre. Estoy más cuerda que nunca.

—¿Y ahora con qué irás?

—Con esto mamá —señalé la ropa que llevaba puesta—. Y antes de que me ordenes que me cambie te adelanto que no lo haré, no tienen tanto poder sobre mi como para prohibirme usar lo que yo quiera.

Mi madre abrió la boca en un amago de hablar pero con el ceño fruncido la volvió a cerrar. Se dió vuelta y comenzó a caminar y yo con una sonrisa de triunfo la seguí.

Consejo: No cambien por nadie.

****
Quince minutos después estábamos estacionandonos frente al restaurante en el que nos reuniríamos con la Sra. Domínguez. En el transcurso mamá me estuvo riñendo por “destruir” los planes de mi futuro pero la ignoré, no tenía ni voz ni voto en en esos planes, entonces no es mi futuro sino el de ellos.

—Aisha espalda recta, mirada altiva y sonrisa ligera , demuestra que eres una dama. —ordenó al bajar del coche.

Con una falsa sonrisa nos adentramos en el restaurante y caminamos a la mesa donde divisé a la señora Domínguez junto a una chica que parecía tener la edad de Abby o un poco más.

—Que bueno que llegaron, ansiabamos su llegada.

—Oh Alana, gracias a ti por la invitación.

—No es nada querida, queríamos conocer más a Aisha ya que formará parte de nuestra familia —mira a la chica a su lado—. Oh, esta es mi hija Gina. Ella no estuvo presente en la cena porque tenía compromisos con su esposo.

Genial. Otra esposa florero.

—Es un placer conocerte ¿No es así Aisha? —pregunta mi madre en un intento de integrarme a la conversación.

—Sí. —digo de forma seca.

—El placer es todo mio. Me alegra por fin conocer a la prometida de mi hermano. —exclama Gina.

Yo no sabía ni de la existencia de mi prometido así que menos sabía de su familia.

Mi madre me lanza una mirada de “Aprende de ella”, que ignoro.

—Oh también queríamos disculparnos por la tardanza.

—Solo fueron un par de minutos, no pasa nada.

—Igual queríamos disculparnos, es que Aisha fue a hacer deporte y le tomó un poco tarde. Ya saben que hay que mantener la forma y más ahora que contraerá nupcias.

Una pequeña risa sale de las tres que me deja descolocada ¿Dónde está el chiste?

—Lo entendemos, tranquilas. —Alana sonríe—. Lo bueno es que ya están aquí. Pero empecemos a hablar de lo importante, tenemos una boda que planear.

 

Theo:

Dejo ir un suspiro profundo mientras veo mi reflejo en el espejo. Llevo un traje como los que uso para mis encuentros de trabajo. Aunque esta vez no voy para trabajar. Quedé para desayunar con mis amigos, aunque más bien me obligaron.

Dejo ir otro suspiro antes de quitarme la corbata, acomodo la camisa antes de salir de mi habitación para ir a despedirme.

Camino por el largo pasillo buscando entre las habitación, comienzo a desesperarme cuando llego a la cocina hasta que la veo, está en la biblioteca, sonrió al ver que se quedó dormida leyendo Orgullo y prejuicio, me acerco lento intentando no despertarla.



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En el texto hay: drama, amor, casamientos

Editado: 05.03.2022

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