"No pierdas las esperanzas"
Aisha:
—Así que no solo eres una mentirosa y traicionaste a tu futuro marido. Ahora también revisas telefónos ajenos. —la voz de Theo me hace sobresaltar.
—N..no yo... —balbuceo intentando explicarle.
—¿Tu qué, Aisha? ¿Ahora que mentira me vas a decir?
—Te estaban llamando por teléfono y...
—¿Y qué? ¿Quisiste hacerte la buena samaritana y tomar la llamada? —ríe burlón.
—N...no, iba a llevarte el teléfono y...
—¡Para ya Aisha!, no te creo nada.
Sus palabras hicieron mi corazón doler.
—Así que soy una mentirosa ¿Esa es el criterio que tienes de mí?
—Esas son las conclusiones que me haz hecho sacar por tus acciones.
—No sabes de lo que hablas.
—Oh, sí que lo sé ¿Acaso no se llama traición lo que le haces a tu futuro marido?
»—Siempre he respetado la sexualidad de los demás, siempre he pensado que cada quien disfruta de los placeres de la vida como quiera. Pero no tolero dos cosas ni las mentiras, ni las traiciones ¿Lo nuestro fue una traición Aisha?
—Sí, no... Sí pero
Me interrumpe.
—¿No se llama mentir cuando me ocultaste que tenías pareja?
—No es lo...
—¿Me vas a negar también que ibas a tomar la llamada sin mi consentimiento?
Me quedé en silenció.
—¿Silencio? Esa va a ser la respuesta de tus actos. —masculló.
—No estamos en la corte.
—No, sí estuviéramos frente a un juez ya te habría dictado muchos años por todos tus delitos. —declaró haciéndome estremecer con sus palabras.
—Tanto en una corte como en una conversación el acusado tiene derecho a defenderse ¿No me vas dejar hacerlo? —cuestiono decidida.
—¿Qué me vas a decir? ¿Más mentiras?
—No lo sabrás si no lo escuchas. —dí un paso al frente temblando.
—Prefiero no escuchar más mentiras.
Se dió vuelta dejando su espalda a mi vista y coloco ambas manos en sus caderas ovacionado que sus brazos se tensaran, acción que provocó sensaciones intensas en mi.
—No son mentiras, pero si no quieres creerme.
—¿Qué me dirás? ¿Qué cuando tuviste sexo conmigo no estabas comprometida?
—De hecho, sí.
—¿Qué?
Se volteó tan rápido que no se dió cuenta que me encontraba tan cerca de su cuerpo, hasta que ambos chocamos y yo casi caigo al suelo de no ser porque sus brazos me sujetan.
—Lo que escuchaste. No estaba comprometida cuando tuve sexo contigo. —sentí como los sus brazos, que rodeaban mi cintura, se tensaban.
—¿Cómo puedes seguir diciendo mentiras?
Al estar tan cerca de su rostro pude ver como en su rostro irradiaba ira.
—No son mentiras. Cuando desperté a tu lado no estaba comprometida, ni en una relación y mucho menos lo conocía.
—Clarooo —dijo con sarcasmo—, ahora mi dirás que lo conociste y te enamoraste a primera vista y decidiste casarte con él.
Me separé de sus brazos con el ceño fruncido.
—No me crees ¿Verdad?
—Claro que no, esto no es Frozen y tú no eres Ana.
Mi corazón se sintió quebrarse al al escuchar ese "no".
¿Por qué no creía en mi?
¿Por qué nunca nadie cree en mi?
—Si no vas a creerme entonces no intentaré hacerte creer lo contrario.
—No te voy a creer porque para tu mala suerte ya me dijeron mi dosis de mentiras en esta vida. Me han mentido muchas veces y se reconocer a los mentirosos.
Mi corazón se encogió entre su declaración. Su cara mostraba dolor y sus ojos piden a gritos ser salvado.
¿Quién le habrá hecho daño?
—Si eso es lo que quieres —musito con dolor—, solo te pido no involucrar a Abby y Edward en esto, tienen demasiados problemas para que tengan que lidiar con los nuestros.
—Concuerdo. —se limitó a decir.
Mire su rostro, no mostraba ninguna emoción.
¿Acaso no le importa nada de lo que está pasando?
Mis ojos se cristalizan y bajo la cabeza antes que note las lágrimas. Niego antes de comenzar a caminar, pero su voz me detiene.
—¿Aisha? ¿A dónde vas?
—A tomar aire ante de volver y fingir que no te conozco y simular que no tuvimos un contacto tan íntimo como el sexo.
Y comencé a nadar de nuevo, esta vez sin interrupciones.
****
El balcón me dio la bienvenida, el aire fresco lleno mis pulmones y aclaró mis ideas.
Había llegado el mediodía y con ello el sol intenso, algo que no en ayudaba a olvidar mis problemas. Porque asociaba a Theo con el sol.
Cual de los dos más calientes.
Y no me dejaba borrar aquellos pequeños flashes que me recordaban la noche en que todo comenzó.
Miau.
—Hola duquesa. —saludo a mi gata.
Ella también me recuerda a Theo, específicamente cuando confundí su pene con un juguete de ella.
¿Será que todo me recetó a él?
»—¿Tú también vienes a recriminarme por ser una mentirosa t traicionera?
Miau.
—Tomaré eso como un no. Tu eres la única que no me recrimino por mis errores.
Miau, miau.
Traduzco eso a : Es que no me entiendes.
—Fingiré que no escuché eso.
»—Fingir. Odio esa palabra ¿Tendré que fingir en todo?
Miau.
—Se que no puedo fingir mis sentimientos, pero estos no me sirven de nada si la persona por la que los siento no cree nada de lo que sale de mi boca.
Miau, miau, miau.
—Tienes toda la razón duquesa, no perderé las esperanzas.
Consejo: No pierdas las esperanzas.
»—Además, dicen que la esperanza es lo último que se pierde ¿No es así, duquesa?