"No dejes que tus pesares puedan más que tú fuerza"
Aisha:
Despertar sollozando después de una pesadilla puede ser exasperante, pero a la vez un alivio.
La sensación de estar en la pesadilla es mucho peor, sientes como si fuera completamente verdad, aunque algo dentro de ti te diga que no lo es, aun así, tu cuerpo no responde o tiene intención de despertar y en ese instante brotan las lágrimas producto de la desesperación.
Todas estas sensaciones las tuve antes de despertar de mi pesadilla, y encontrar a Theo bien y a salvo.
Mi pesadilla comenzó como un sueño, como esos que parecen todos dulces y acaramelados. Iba de la mano con Theo en el mismo club con el que me encontraría con Andrei, pero este encuentro iba a ser entre los tres.
Vamos sonriendo hasta Andrei que nos recibe con una sonrisa, nos dice que romperá el compromiso para que Theo y yo seamos felices sin barreras, pero una sombra aparece detrás de nosotros y un momento después está Theo en el suelo con una herida.
A partir de ahí solo veo sangre y desesperación.
Hasta que mis ojos se abren de par en par y veo el rostro de Theo.
—Aisha. Todo está bien —susurra despacio calmándome.
—T...Theo. —las palabras se entrecortan por mi acelerada respiración.
—Fue una pesadilla, estás bien.
Repite palabras hasta que me calmo y mi respiración vuelve a la medida de lo normal.
De pronto veo su rostro horrorizado, seguramente me veo horrible por haber llorado y estoy despeinada. Intento acomodarme un poco los rizos, termino pasando las manos por mi cara para secar las lágrimas, miro mis manos cuando termino la tarea y noto algo extraño en ellas.
Sangre, por eso la expresión de susto en la cara de Theo.
—Tranquilo, estoy bien —le explico—. Solo es un derrame nasal.
—¿Estás segura? —su voz tiene un tono de preocupación.
—Sí —aprieto mi nariz por un momento llevando la cabeza a atrás—, ves, ya dejó de sangrar.
Theo suspira y se levanta de la cama, va hasta el baño y vuelve con una venda, que sin pedir permiso coloca debajo de mi nariz, con ella limpia los restos de la sangre.
Cuando termina miro alrededor y una idea cruza mi mente.
—¿Cómo llegué aquí?
—Te quedaste dormida y te traje cargada —abro lo boca, pero se me adelanta—, intenté despertarte, pero nada te sacaba de ese sueño.
—Tranquilo, lo sé. Tengo es sueño pesado.
—Me di cuenta. —eso me hace reír.
—Según Jack, parezco una morsa invernando.
Suelta una carcajada.
—No creo estar de acuerdo con Jack. —su declaración llama mi atención.
—¿Por qué?
—Creo que te pareces más a la bella durmiente.
—¿Una princesa? No creo que parezca una princesa.
—¿Por qué lo dices?
—Porque he estado dormida por mucho tiempo para que al final tener que despertar por mí misma porque no hay un príncipe que me despierte con un beso de amor verdadero.
—¿No?
Niego.
—Me cansé de esperar por un príncipe y que solo aparecieran bestias.
Se queda en silencio esperando que diga algo más pero ya tengo demasiados malos recuerdos por la pesadilla, no quiero atraer a otros.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Mientras no sea de la pesadilla. —bromeo, o no.
Él se queda callado y baja la mirada, su pregunta era de eso.
—Está bien, pregúntame lo que quieras.
—Bien ¿Sobre qué trataba la pesadilla?
Mi mente recuerda lo de hace un momento y mi corazón se comprime.
—No creo que pueda decirte. No podría soportarlo.
—Pero ¿Podría responderme algo más?
—Depende de la pregunta.
—Escuche mi nombre, tú lo decías en tu pesadilla, entonces, ¿Yo era la bestia?
Mi mente tarda un momento en entender su analogía.
—No, no, no, Theo. Por supuesto que no fuiste el malo de mi pesadilla, en todo casi serías el príncipe que me salva. —omito la imagen de su cuerpo en el suelo.
—¿Yo un príncipe? —una mueca de sonrisa se dibuja en su rostro.
—Sí, uno que me salva.
—Así que soy tu primer príncipe.
Y el único.
El silencio reina en la casa.
—No sé que pueda hacer ahora que pasó todo esto con Andrei. —sin pensarlo las palabras salen de mi boca.
—Supongo que ya no tengo trabajo.
—No es tan fácil, Theo. Pero, los dos esperamos que esa boda llegue a su fin, ojalá se cumpla. —lo último lo digo en un tono bajo.
—¿Qué quieres decir? —tiene el ceño fruncido.
—Nada.
Yo si se lo que quería decir. Es muy probable que ni mis padres ni Alfredo den fin al compromiso, aunque les diga que me intentó violar. Para ellos el dinero va antes de mi integridad física y emocional, el dinero por sobre mí, que soy su hija.
—Entonces...
—No creo que pueda dormir —lo interrumpo obviando el tema de mi pesadilla.
—No lo dudo después de todo lo que ha pasado.
Una idea recorre mi mente, me incorporo antes de hablar.
—Tu puedes ayudarme.
—¿Yo? ¿Cómo?
—Puedes contarme un cuento.
—¿Qué? —Theo parpadea sin dar crédito a lo que escucha.
¿Tan raro le parece?
—Cuando era pequeña la abuela me contaba historias para dormir, cuando leo me mantengo despierta y atenta, pero cuando otra persona me lee es como un somnífero y me quedo dormida.
—Okey, pero ¿Qué quieres escuchar?
—No lo sé, pero que tenga final feliz, basta de tristezas por un día.
—Bien —Theo espera a que me acurruque antes de comenzar a narrar—. Érase una vez en un reino lejano una pequeña que no soñaba con ser princesa, era la única que no lo quería pero que tuvo que serlo fuera de su voluntad, al llegar a palacio...
Y me duermo, pero esta vez sueño con una princesa que no quiere estar en palacio y un príncipe que hace de todo porque ella se sienta bien allí para que se quede a su lado, porque la ama en secreto.
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Sentir el sol en tu cara en la mañana no es una cosa muy agradable y mucho menos cuando tus horas de sueño han sido reducidas. Maldigo a las cortinas por dejar entrar el sol y me giro dándole la espalda al mismo.