Seis meses para decir no

Capítulo 22

"No dejes al organizador de tu boda solo con tu abuela"

 

Aisha:

—¿Aisha?

Mi mente despierta de la sorpresa cuando escucho su voz.

—Hola, Theo.

Mi voz es apenas un murmullo, la sola idea de que este parado frente amo provoca una explosión de supernovas en mi estómago.

A la mierda las mariposas, lo que yo siento es mucho más que un simple aleteo.

Y si se que dije una grosería, pero ya me cansé de que todos me vean como la dama perfecta, soy una humana con muchos cosas malas, pero eso no impide que quiera ser feliz.

—¿Vienes por Duquesa?

—¿Eh?

—¿Qué si vienes a recoger a Duquesa? —repite la frase, está vez  escucho con atención.

—Sí, me dijeron que estaba aquí. Y... ¿Tú que haces? 

Las palabras se sienten tensas, pero no una tensión incómoda, más bien una que estalla en los sentidos.

—Vine a traerle el almuerzo a Alena.

Mi mente se divide en dos pensamientos, mientras me decanto en hacerle una pregunta que ha rondado por mi cabeza desde que lo ví.

—¿Por qué Duquesa está sobre ti?

Theo parece consciente de que Duquesa estaba entre sus brazos y deja de acariciarla, obteniendo un maullido de protesta.

Lo sé Duquesa, a mi también me gusta ser acariciada por sus manos.

—Es porque estoy vigilando los gatos mientras Alena almuerza.

Mi mente conecta su respuesta con la frase que escuché al entrar y mi corazón duele. Así que es solo por eso.

—¿Solo eso? ¿No hay nada más?  —curoseo.

—Sí, pero también creo que es porque huelo a pescado.

No había prestado atención a su olor hasta que lo dijo.

—¿Estás estrenado un perfume nuevo? ¿Dónde lo compraste? Yo también quiero uno. —mi respuesta lo hace estremecer en una carcajada.

—Muy graciosa.

—Adivino —digo con una sonrisa marcada en el rostro—, fuiste a comprar pescado y un gato te llevó uno, lo perseguiste y resbalaste caíste en un barco pesquero y ahora hueles a pescado. —bromeo.

—Casi adivinas. Pero si me resbalé y ahora huelo a el amor de la vida de los gatos.

Mis ojos se agrandan.

—¿En serio?

—Sí.  —dice con una sonrisa de burla, al menos lo toma como broma.

Me quedo en silencio viendo como la vendía de mi gata se estira entre sus brazos antes de lanzarme una mirada de lo aprovecho por ti.

Verdad que viniste por ella. —asiento en una respuesta silenciosa.

Theo me tiene a mi gata mientras yo la tomo entre mis manos, Duquesas se queja al salir de su comodidad.

Le acaricio la cabeza distraídamente mientras mi corazón revolotea queriendo salir de mi cuerpo y unirse con el de él.

—Aisha —su voz me hace sobresaltar—, tenemos que hablar.

Asiento evadiendo su mirada.

—Lo sé.

Su mano toca mi barbilla moviéndola sin ejercer presión, haciendo que mi mirada se encuentre con la suya.

—¿Por qué tu padre y tú suegro —su voz se torna rara al mencionarlo— pensaban que estabas traicionado a tu futuro esposo conmigo?  —mis labios de abrieran en un intento de contener mis emociones.

Porque me juzgan y no es mi suegro. —aún no lo es.

—¿Cuándo me vas a contar que pasa con ese hombre? Algo me da mala espina en todo esto, y lo voy a descubrir.

Descúbrelo, Theo, por favor. Descúbrelo rápido.

No puedo decirte. —bajo la mirada.

—¿Por qué te vas a casar con alguien que...? —intentó abusar de mí.

—No es porque quiera me... —callo antes de soltar algo que me costaría muy caro.

—Te están obligado, es eso. —su cara afligida me parte el corazón.

—No puedo decirte, Theo. Aunque quiera no puedo, me costaría muy caras las consecuencias de mis actos.

—¿Qué actos? El no querer casarte con alguien que intentó abusar de ti.

Una lágrima rueda por mi mejilla y sujeto a Duquesa contra mi, como un escudo protector.

—¿Algún día me dirás?

—Debo casarme con Andrei.

—Deber no es lo mismo que querer Aisha. Puede que debas estar con él pero no lo quieras.

Claro que no quiero, con quién quiero estar es contigo.

Pienso. Pero mis palabras no son escuchadas por Theo, para el la respuesta que tengo es el silencio.

—Está bien, Aisha. Sí no me quieres contar la verdad no lo hagas, pero no me lleves con tus marañas, tengo muchos problemas ya.

Theo se da vuelta y comienza a caminar hacia la puerta, Duquesa abandona mis brazos siguiéndolo.

Las emociones me abruman y no soy consciente de lo que hago hasta que lo estoy siguiendo.

Solo me toma unos segundos llegar hasta el abrazarlo por su ancha espalda. Un jadeo de sorpresa sale de su diafragma y yo suspiro dejando que mis lágrimas empape su espalda.

—Solo te puedo decir que no me voy  casar por mi voluntad, solo puedo decirte eso. Espero que sea suficiente.

Siendo sus músculos aliviarse cuando deja ir un suspiro.

—Será suficiente por ahora, Aisha. —sus manos se colocan sobre las mías y las baja, antes de darse vuelta y colocar sus manos sobre mis mejillas manchadas de lágrimas.

Asiento.

—Pero tendrás que decirme  la verdad Aisha, los secretos no duran para siempre y si no me dices algo  yo voy a descubrirlo.

Mi boca se abre con espanto cuando su nariz rosa la mía. Sus labios rozan los míos pero antes de que termine de que comience a besarme mi rostro se aparta.

El desconcierto tiñe su rostro, pero mi mente no se detiene a pensar antes de actuar.

—Lo siento Theo, pero no soy una traicionera.

—Pero acabas de decir que estás siendo obligada.

—Sí, Theo pero no voy a darles el gusto de que tengan razón. No los dejaré que digan que soy una traicionera siendo verdad, no puedo hacerlo.

—No te entiendo, Aisha. —el desconcierto se marca en su rostro como una clara expresión de espanto. Como las que abundan en las obras de mi mejor amiga.



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En el texto hay: drama, amor, casamientos

Editado: 05.03.2022

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