Señor perfección✓

22. El señor intensidad

Supongo que hoy es mi primer día oficial de trabajo. He tenido que hacer muchas cosas antes de abandonar esa casa, pero por suerte he llegado a tiempo. La verdad es que jamás me habría creído que tendría un conductor que me llevara a la universidad, así que eso debo verlo como una ventaja por trabajar para el señor gruñón.

Sin embargo, así como me trajera también vendrá a buscarme y es básicamente porque ese ogro quiere asegurarse de que no me escaparé. Me pregunto donde le cabe esa idea, porque lo cierto es que no suelo ser tan irresponsable, y aquello que sucedió fue debido a la insistencia de Daine y mi poca resistencia a sus encantos; no obstante, creo que ya no me hacen tanto efecto como antes.

Y es que de una manera u otra le he rechazado y tengo que admitir que es la primera vez que no corro como loca a complacerlo.

―¿Seguro que te tienes que ir? ―Gia pregunta cuando me ve recogiendo mis cosas.

―Sí ―respondo largando un suspiro.

―Vamos, Maddie. Esto es bastante exagerado.

―Lo sé, pero tengo que hacerlo.

―No sé, tengo la impresión de que ahora es por gusto propio.

―Gia.

―Bueno, te ha dado la opción de dejarlo y no la has tomado. Eso debe deberse algo y no creo que se deba solo a la chiquilla.

―Es por ella, de otro modo, no tendría por qué acercármele.

―Tal vez esa sea la excusa.

―Ya basta, Gia ―espeto echándome el morral a la espalda.

―Hablamos más tarde.

―¿Por lo menos tienes descansos? ―pregunta cuando me he alejado.

―Te hablo más tarde ―repito y me voy casi que corriendo.

El conductor debe estar esperándome en la salida, y está allí como auguro, también Daine esperando recostado afuera de su auto. Este se pone en mi camino cuando me ve. Intento esquivarle, pero se interpone en mi camino.

―¿Puedes dejarlo? ―inquiero con irritación.

―No hasta que me digas que es lo que pasa contigo ―replica y yo no puedo evitar sonreír―, ¿he dicho algo gracioso?

―A lo mejor sí, porque es la primera vez que pareces preocuparte por mí, y no te preocupes, estoy muy bien. Ahora deja de interferir en mi camino que tengo que irme.

―¿A dónde vas?

―No es tu problema ―respondo al tiempo que consigo esquivarle.

―Sí, lo es ―exclama tomándome de la mano, impidiendo que siga caminando.

―Daine, suéltame.

―No hasta que me digas que es lo que estás haciendo. Tú no eres así.

―Y que, si no lo soy, nunca te ha importado otra cosa que no sea tú mismo ―replico tirando con fuerza de mi mano.

Consigo que me suelte.

―No quieres decírmelo, pero estás viéndote con alguien, ¿verdad?

―Aun si fuera cierto, no creo que sea tu problema ―digo y me voy de allí.

El conductor ya ha salido del auto y abre la puerta para que suba. Sé que Daine está mirando y que lo más probable es que quiera hacerme preguntas al respecto, y la verdad es que no quiero hacerlo, así que me apresuro en entrar.

―¿La estaba molestando ese hombre? ―pregunta el conductor.

―¿Disculpe?

Hago como si no entendiera lo que preguntó.

―El hombre que se interpuso en su camino. Se veía sospechoso, pensé en ir a ayudarla ―dice y yo flipo.

―No era necesario, es un compañero de la universidad, solo trataba de llamar mi atención ―respondo.

El conductor me mira con algo de extrañeza, pero luego recompone su mirada y se centra en el camino. Al llegar a la mansión me doy prisa en ir a mi habitación y dejar mis cosas para luego ir con Sarah. La señora Velma es quien se encargaría de atenderla mientras llegaba, y para mi sorpresa en la habitación no está solo ella sino Evan.

―¿No tenía que trabajar hoy? ―pregunto.

Voy hasta Sarah, que apenas me ve, me sonríe extendiéndome sus bracitos. La cargo sacándola de allí.

―Al igual que usted tiene que estudiar ―contesta―, ahora prepárese llevaremos a Sarah al fisioterapeuta.

―¿Ya?

―Es lo que he dicho ―repone haciéndole un gesto a la señora Velma, seguido sale dejándonos a las tres.

―¿Me ayuda? ―pregunto.

―Ya todo está preparado, solo falta que usted lo haga ―dice la mujer mostrándome el maletín que usa la beba cuando va a salir.

―¿Preparó biberones?

―Dos ―responde solícita.

―Bien ―digo y con Sarah cargada voy hasta la sala y ella me sigue llevando el maletín.

Carl está también en la sala y pensé que nos llevaría, pero se marcha en un auto luego de que él le indique alguna cosa y nosotros nos vamos con el conductor que me ha asignado.

―¿Lo había olvidado? ―pregunta.




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