31. Una espeluznante propuesta

Evan

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Ella tiene razón, estoy perdiendo un tornillo; sin embargo, es la primera vez después de mucho tiempo que siento de nuevo esa emoción por hacer tonterías sin tener remordimientos. Aunque eso no cambia el hecho de que tengo demasiado cerca a la chica a la que le pagué para tener mi noche de desahogo.

Pensaba en aquella noche, y sin duda fue diferente a cualquiera que hubiese tenido antes, porque con las anteriores jamás las volvía a ver, pero con Madison eso es lo que no ha pasado. Nos hemos vuelto a encontrar.

Al principio estaba reticente a creer que lo que decía era cierto, no obstante, creo que puedo creer que no miente, aunque en lo particular no es una chica veraz y supongo que se debe a que es joven todavía. Cuando la vi por primera vez pensé que tendría dieciocho. Recordar eso me hace sentir un poco viejo a mis treinta y un años.

Tocan la puerta interrumpiendo esa línea de pensamiento sobre yo, enredándome con una jovencita, y es lo mejor. Ese debe ser Carl.

―Adelante ―digo.

En efecto, es él.

―Buenos días, jefe. Hoy luce más amargado que de costumbre.

―¿Y te atreves a llamarme jefe? ―inquiero irritado―, además, solo estoy algo pensativo.

―¿Y qué lo tiene tan meditabundo? ―pregunta haciéndome resoplar.

―El primer aniversario del accidente ―digo y él deja de reír.

―Por un momento pensé que se trataba de la señorita Garner ―arguye yendo a sentarse en la silla de invitados.

―Si, y no tiene que ver con ella, pero lo que me inquieta son las exigencias de Veronica.

―Es natural que quiera hacer notorio ese día.

―Ya lo hizo antes sin consultarme. Por eso fue un poco difícil pasar inadvertidos con la prensa.

―Eso ya está solucionado; sin embargo, es lógico que un caso de accidente así sea tan mediático.

―Bien, ese no es el punto ahora.

―¿Y qué es lo que te tiene abrumado?

―Dije pensativo ―corrijo irascible y él hace un gesto con su mano para que continúe―. Salir de la ciudad y quedarnos el fin de semana en la finca familiar.

―Eso estaría bien, por esos días el tema resurgirá y es bueno que busques alejar a la bebé de todo eso.

―Así es, por eso quiero que te ocupes de todo. Madison también vendrá con nosotros ―repongo mencionando lo de la chica a vuelo de pájaro, pero Carl, es realmente muy agudo para captarlo todo.

Por eso le pago muy bien.

―¿La niñera? ―pregunta como corrigiéndome.

Consigue que resople con fuerza. Sé que lo menciona adrede.

―Sí, ella, Velma no puede ir con nosotros.

―Supongo.

―Deja de hacer conjeturas.

―No he dicho nada ―emite haciendo el gesto de cierre sobre sus labios―. Si es lo que requieres, me encargaré de organizarlo todo ―añade poniéndose en pie―; sin embargo, ¿vas a comunicarlo a la señora Shepard?

―No tengo por qué decírselo.

―Será un viaje un poco largo por carretera, ¿has meditado sobre ese estigma?

―Por fortuna Sarah no es consciente de ello.

―Pero si de la ausencia de su madre.

―¿Quieres proponer algo?

―Tal vez llevar la fiesta en paz con Veronica Shepard, así dejará de incordiar con el asunto de impugnar la custodia de Sarah.

―¿Insinúas que debo invitarla?

―Suena tétrico, pero podría ahorrarte problemas ―comenta y la verdad es que me resulta en una muy mala idea, considerando que llevaré a Madison.

―¿Te has dado cuenta de lo que propones?

La sola idea me irrita y no creo que esa mujer y yo podamos convivir en el mismo espacio juntos, sin denigrarnos.

―Sería un buen gesto.

―¿Tú crees que me lo agradecerá?

Carl a veces me resulta tan irónico; sin embargo, no puedo negar que es un hombre inteligente y muy acertado.

―Habría que comprobarlo, pero si lo hace, tú sales ganando en este pleito.

―Maldito seas Carl, ¿por qué se te ocurren esas estupideces?

―¿Acaso pensabas pasar el fin de semana solo con tu sobrina y Madison? ―pregunta con mucha agudeza.

―No, porque tú también estás incluido.

―Espero que sea broma.

―Bueno, ya que sugieres llevar la fiesta en paz con Veronica, vas a encargarte también de que de buenos resultados ―le advierto y quien resopla es él ahora.

―Bien, si no hay más remedio. Arreglaré el viaje para la tarde del sábado después de la ceremonia conmemorativa y le extenderé la invitación a la señora Shepard para que llegue el domingo.

―Así está perfecto ―digo dándole el visto bueno a su planteamiento.