Señor perfección✓

32. Día de ceremonia

Sabía que el asunto me afectaría un poco por el contexto entre Evan y yo, sin embargo, no pensé que a medida que se acercaba ese día lo haría tanto. Incluso Sarah parece presentir lo enrarecido del ambiente, tanto que le ha puesto un poco febril.

Su abuela no ha hecho más que llamar a preguntar como está, y supongo que es normal que se preocupe por el estado de su nieta. El ogro me ha informado que ella se unirá a nosotros en la finca y aunque al principio me resultaba una mala idea, la verdad es que no soy nadie para decirle que no la deje ir allí.

Debe ser por eso que todo parece más lúgubre hoy que es el día. Después de prepararme voy hasta la habitación de Sarah, que aún debe estar durmiendo con el medicamento que le recetó el pediatra para tratar la fiebre. De camino allá en el pasillo me encuentro con Evan, quien ya parece ir vestido para la triste ocasión.

―¿Cómo se encuentra Sarah?

―Apenas voy a revisarla, pero según el monitoreo pasó buena noche ―responde.

―Sí, eso me di cuenta.

―¿Cree que sea buena idea llevarla?

―No quisiera hacer eso, pero en parte es necesario, solo que no la expondré mucho tiempo. Vaya preparada, nos iremos una vez acabe la ceremonia.

―No se preocupe, ya tengo todo listo. Y la señora Velma también me ayudo con todo lo de Sarah.

―Bien, haré que lo suban todo al auto ―dice, seguido camina hasta la habitación―, ¿a dónde va? ―pregunta cuando me ve que voy en la otra dirección.

―Voy a preparar su biberón, ¿o prefiere hacerlo usted?

―Muy graciosa.

―No lo digo en broma, debería aprender. Quizás un día no estemos ni la señora Velma ni yo, ¿Qué hará?

―Sencillo, contratar otra niñera.

―Ya veo que el gracioso es usted ―repongo y sigo mi camino hasta la cocina.

―No tarde en venir.

Le escucho decir a mi espalda, y de algún modo esa expresión me hace pensar que no solo Sarah parece que se ha hecho dependiente de mí. ¡Qué diantres! Me digo sacudiendo mi cabeza. Además, que hoy no será un día fácil, y supongo que será peor al caer la noche.

Cuando vuelvo con el biberón preparado, Evan no sabe qué hacer con Sarah, se ha despertado y luce acongojada. Apenas me ve, me extiende sus brazos para que la cargue.

―¿Por qué no la alzó? ―le pregunto cuando la tengo en brazos y me he sentado con ella para darle de comer.

―Usted lo hace mejor ―me dice―, saldremos en una hora, así que prepare bien a Sarah ―agrega y se va.

Quiero enojarme por su falta de empatía, no obstante, algo me dice que no soy la única que está sintiendo el fragor de la fatídica fecha. Por dentro solo pienso que es obvio, que es por la fatídica coincidencia, porque también lo es para mí.

Mientras Sarah agarra su tete y se lo toma sin parar, yo elucubro en mi cabeza cómo reaccionó al enterarse de la tragedia. Según las noticias, el siniestro vial ocurrió en la noche, justo cuando él y yo estábamos juntos.

¡Qué demonios!

Sarah me agarra la cara mientras sigue succionando su tete.

―Ni siquiera puedo contarte lo que estoy pensando ―murmuro hacia ella.

Toco su cabecita y por suerte amaneció fresca. Evan debió notarlo y por eso se fue tranquilo, pero no fue capaz de decirlo.

―Creo que tienes que conquistar a tu esquivo tío ―le digo esta vez.

Ella abre los ojos claros y bonitos, un poco grandes. Tocan la puerta y es Velma.

―El señor Hawthorne me envió a ayudarte.

―Gracias ―digo.

════ ❁ ════

A las siete y media de la mañana nos subimos al auto blindado y polarizado. Evan va adelante con Carl, que para mi sorpresa no solo conducirá, sino que también irá con nosotros. Yo llevo a Sarah en mis piernas, ella aún sigue renuente a ocupar la silla de bebés, pero ha estado tranquila, por lo que solo sigo vigilando su temperatura. Y así, los cuatro nos dirigimos a la iglesia de San Francisco, donde se casaron Eloise y Robert, los padres de la bebé.

Al llegar ya hay bastante gente aglomerada allí y no creo que todos sean familia del padre. Los escoltas de Evan se encargan de ayudarnos a entrar para evitar que nos fotografíen. Dentro nos encontramos con Veronica, un hombre mayor que asumo es su esposo y el abuelo de Sarah y esa mujer Danna.

La señora Shepard se acerca de inmediato. Le extiende los brazos a Sarah, pero esta se aferra a mi cuello. Ella me mira con prepotencia ante el desprecio involuntario de la beba.

―Creo que cuando haya menos bullicio podrá intentar acercársele otra vez ―le digo usando un tono amable.

―Ella tiene razón, ahora entremos que ya va a comenzar ―avisa Evan.

El hombre mayor se acerca a nosotras.

―Tiene razón, entremos ―dice sonriéndole a Sarah que le mira con mucha extrañeza.

Evan se pone a mi lado y seguidos de Carl vamos a ocupar nuestros lugares. Eso nos resulta en una faena porque ya dentro parece que, si están todos los familiares que quieren agarrarla igual que su abuela, pero Sarah muy poco diplomática los rechaza a todos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.