35. Un paso decisivo

Evan

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―¿Por qué se ha ido corriendo? Estaban…

―Por qué no hablas rápido, Carl ―le apresuro con tono cortante.

Lo cierto es que estoy molesto, ansioso e impaciente, sobre todo lo último rebasa a lo primero por saber cómo se ha tomado mis palabras. Es algo que no quería decir, pero al final no he podido aguantarlo.

El imbécil de Carl se ríe.

―Si te gusta la chica, ¿por qué no se lo dices?

―¿De qué demonios hablas?

―Vamos, Evan, ¿crees que no me he dado cuenta de lo patético que te andas comportando. Y quien iba a pensar que el frío y calculador señor Hawthorne finalmente cayó por uno de sus rollos de una noche.

―¿Ya acabaste? ―inquiero aún más molesto.

―No sé por qué te enojas, pro si te sirve de algo, no me interesa la señorita Garner. No suelo meterme en las relaciones de los demás.

―No sé de qué hablas ―emito con indiferencia; no obstante, me alegra saber que lo que ella dijo es cierto.

Carl no le interesa y él tampoco por ella; sin embargo, que hay del tonto ese del que ha dicho era su amor frustrado.

¿Estará enamorada de él? ¿Por qué coños no me respondió?

Ah, cierto, porque el tonto aquí presente la hizo salir corriendo, pero si no hubiera aparecido.

¿Cuál era su respuesta?

Llamo imbécil a Carl, pero yo también me siento como uno al estar en este dilema propio de adolescentes, cuando se supone que ya no soy el tonto de años atrás que caía rendido por mujeres que solo jugaban con él.

Eso fue lo que hizo Danna y las anteriores.

―Sabes de que hablo y siempre te lo he advertido.

―No me vengas con ese cuento y di lo que tenías que decir.

―¿Por qué no vas con ella? Puedo decírtelo en la mañana.

―Estas de coña ―bufo irritado.

―Bien, era sobre la llegada de mañana de Veronica.

―¿Y qué hay de nuevo con ello?

―Vendrá con su esposo.

―¿Y?

―Quizás alguien más.

―No dudo de quien sea.

―Lo otro pensaba hacerlo yo, pero seguro te enojaría.

―¿Qué otra cosa tenías que hacer?

―Hablar con Madison, pero ha salido corriendo y no creo que te guste la idea de que vaya a buscarla a la habitación. Temo que puedas pegarme ―responde haciendo que arrugue mi frente.

―Muy gracioso

Carl se ríe, y es obvio que se está divirtiendo a mi costa.

―¿Es todo?

―No, hay algo más.

―¿Que es Carl?

―Déjate de tonterías y sincérate con lo que sientes.

―¿Te he pedido consejo?

―No, pero sabes que soy tu amigo ―aduce palmeando mi hombro cuando está por irse.

―¿Carl? ―le llamo y él se vuelve.

―¿En serio no te gusta?

―¿Y si me gustara qué harías?

―Déjate de bromas.

―Lo digo en serio, no me gustan tan jóvenes ―repone siguiendo con su camino.

¿Qué quiso decirme el tonto?

Esa noche cuando conocí a Madison creí que lo era, pero no es así. Luego que el tonto se va pienso en lo que dijo, y tal vez estoy loco por hacerle caso al impulso que sentía hace un momento; sin embargo,  no pudo dejarme llevar por esas emociones.

«No, no puedo. Sería ir en contra de mis propias reglas», me digo y antes de que las palabras de Carl me cieguen y actué como un loco, entro a la casa con la firme determinación de meterme en mi habitación; no obstante, cuando paso por la que ocupan ella y Sarah, me detengo.

Pero cuando me paro frente a ella y voy a tocar aparece la señora Bolts, seguro haciendo el último recorrido de la noche. Me detengo y me alejo de allí.

―Buenas noches, señor Hawthorne ―me dice cuando pasa por mi lado. Hago un asentimiento, y cuando pienso que se va a ir, me habla―. Con respecto a lo de mañana.

―¿Qué hay con ello?

―Quería saber si la visita de los señores Shepard se extenderá hasta el lunes ―comenta y dudo que Veronica quiera marcharse en la tarde.

―Es probable, así que tenga preparadas las habitaciones de la otra ala de la casa.

―Así lo haré señor.

―¿Algo más?

―No, eso es todo, que tenga un buen descanso ―me dice y sigue su camino.

Me quedo allí hasta que baja a la sala. Es entrada la noche y a estas horas todos los sonidos son más perceptibles. Miro hacia la puerta de nuevo y suspiro pensando que tengo que ser sincero. No sé si me gusta, pero en verdad esa chica me está volviendo loco y recordar lo que pasó una noche como hoy, hace que deje de pensar un poco en el dolor.