Señor perfección✓

44. Un dulce dilema

Me sigo preguntando si esto es una buena idea; pero tengo que admitir que el poder de persuasión de Evan es increíble y maravilloso, además que nunca creí que me llevara a su habitación, pero que haga esto de esta forma tan peculiar e inesperada, de algún modo se siente tanto divertido como vergonzoso.

No debería importarme lo que los demás piensen, pero en el fondo tengo un poco de pudor, además que cada que damos un paso y terminamos en la cama se me hace difícil pensar con claridad. Cielos, de verdad que ese día, cuando ocurrió ese encuentro, no imaginé que terminaríamos así, enredados bajo las sábanas.

―¿Tienes sueño todavía? ―Evan pregunta a mi lado.

Quisiera haberme dormido, pero su ímpetu es tan avasallador que me ha quitado el sueño. Tampoco ayuda que estemos desnudos en la cama, que por cierto es grande y cómoda, y mirando bien su amplia y confortable habitación, es difícil no sentirse a gusto en este espacio que hasta ahora no había descubierto. Y lo cierto es que no creí que fuera a mostrármelo.

Agarro bien la sábana para taparme mientras él me observa recostado sobre la almohada y con sus manos tras su cabeza dándome una bonita muestra de sus bien estructurados y fuertes bíceps y todo lo que no tapa la sábana.

―No, ya se me quitó; pero me pregunto si esto te divierte o algo, aunque en el fondo creí que este lapsus de diversión no estaba en tu agenda.

―Muy graciosa ―masculla desacomodándose para mirarme, apoyando el codo en el colchón y sosteniendo su mentón con su mano.

Su cabello luce despeinado y casi le cae todo sobre la cara; sin embargo, nada de eso le afea, al contrario, se ve mucho más atractivo el condenado. Mentiría si dijera que su apariencia no me atrae. Ya lo hacía con ropa y sin ella creo que me hará perder un tornillo.

Decido mirar al frente, hacia la chimenea que tiene dentro de la habitación.

―¿Te parece que he dicho una broma? ―pregunto y él vuelve a recostarse sobre el cabezal acomodando la almohada tras su espalda.

―No, si lo fuera no te dejaría estar aquí.

―Bien, ahora si podemos hablar.

―¿Es lo que prefieres?

La verdad preferiría otra cosa, pero si me dejo tentar no creo que esta conversación llegue a nada, al fin y al cabo, por muy bueno que lo pase con él, hay un asunto que no podemos obviar.

―La cena en casa de mi familia es mañana en la noche.

―Y que hay con eso, dije que iré.

―Tal vez sea mejor que no vayas ―murmuro las palabras.

―¿Ahora si bromeas?

―Lo he pensado y creo que si dejo que lo hagas esto se convertirá en un problema más adelante.

―¿Qué clase de problema?

―¿No lo has pensado?

―No tengo nada que pensar.

―Lo dices como si estuvieras decidido a continuar con esto.

―Es lo que hago, no te dejaría ir tan lejos en mi vida si fuera lo contrario, ¿no te lo dije?

―¿Acerca de qué?

―Sobre lo que quiero para Sarah y para mí, y siento que no tengo que seguir buscándola.

―¿Me ves como la futura mamá de Sarah?

Hago la pregunta, pero esto me horroriza, sin embargo, sería tonto pensar que no lleguemos a este punto.

―No es lo que he dicho, pero a estas alturas deberías darte cuenta de que quiero ir en serio con esto. No soy un consolador, Madison ―añade y yo solo puedo flipar con su ocurrencia. Me vuelvo hacia él con los ojos abiertos y antes de que diga algo, aunque, no sé qué decir ante su gran ocurrencia, Evan se pone sobre mí atrapándome―, sé que propuse que esto fuese un trato conveniente para los dos, pero en vista de que las cosas están saliendo de este modo, es mejor asumir la consecuencia.

―¿Lo dices por ti o por mí?

―Por ambos ―responde formando una mueca de sonrisa lobuna en su boca―, pero no lo hago para presionarte.

―Debes decirlo en broma ―digo como su grande humanidad me hunde cada vez sobre el terso colchón.

―Puede ser ―repone antes de besarme.

════ ❁ ════

¡Qué cuernos!

Te estoy, pero no te estoy presionando. Por qué siento que hace lo primero de una forma muy sutil y que no me deja pensar con claridad.

―Tu tío es un tramposo ―le digo a Sarah que solo me mira con los ojos grandes y claros abiertos.

Lo cierto es que su determinación me deja sin que objetar, no obstante, cuando mencioné lo de convertirme en la madre de Sarah, aunque lo dije de forma apresurada, él no lo tomó a mal y esa respuesta me desconcierta.

¿Acaso lo quiere?

Tal vez sería perfecto, puesto que Sarah se siente cómoda conmigo, pero eso no significa que vaya a funcionar de una manera más seria. La verdad es que nunca me vi de ese modo. Ni siquiera sé si seré algún día una buena madre. Diablos ni siquiera sé si tendré hijos.

Sarah sigue mirándome y me siento mal por pensar de esta forma, pero siento que no soy competente para ese rol. He aprendido a quererla y ya no me pesa dedicarle parte de mi tiempo, pero eso no significa que esté dispuesta a dejarlo todo y ceñirme solo a esto.




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