Aunque quiero, no puedo dejar de pensar en lo que escribió Daine. Intenté contactarlo otra vez, pero el muy imbécil siguió ignorándome.
¿Qué pretende ahora?
Es gracioso que haga esto porque antes ni siquiera le importaba lo que me pasara o pensara. No es que fuera un inconsciente de mi existencia, solo que siempre ha vivido en su propio mundo y yo siempre estuve al margen, conformándome con la poca importancia que me daba, sobre todo cuando me necesitaba para hacerle compañía, y era algo que me hacía muy feliz. De allí que mi madre cada que sabía que iba a salir con él me lo recriminara.
No obstante, nunca fue porque me quisiera a su lado, era más para quitarse de encima a la chica en cuestión, que por lo general eran enviadas por su madre en su afán por emparejarlo con una que estuviera a su altura.
Supongo que el delito más grande es que mi familia se viniera a menos y ellos crecieran en su economía hasta hacerse superiores y pensar que podían decidir su éramos dignos de emparentarnos o no. De todos modos, eso por fin ya pasó y ahora me da igual. No sé si Evan es el hombre de mi vida, pero me gusta, y aunque sé que estoy siendo renuente a que esto vaya a más, todavía no me ha dado motivos para pensar que se está aprovechando de mí.
Creo que es todo lo contrario porque desde que estoy aquí, a pesar de lo gruñón, siempre me ha tratado de forma especial.
«Demasiado», pienso suspirando un poco, después suspiro otra vez porque Margaret me ha enviado un recordatorio para la cena de esta noche. Ni siquiera me quiero imaginar como saldrá todo, o como lo tomará mi madre. A ella no le disgustó que esté saliendo con alguien distinto a Daine, sin embargo, no sé si es más complicado que lo sea Evan, sobre todo ahora que saben quién es en realidad.
En ese punto Evan sigue sorprendiéndome porque hace lo posible por no estar en el foco de la prensa con el asunto de su familia, pero no le importa mostrarse a la mía y apoyarme en esa farsa de que somos novios.
¡Qué diantres!
Evan está loco y creo que yo también; sin embargo, eso que dije que mejor que no vaya, no lo decía en broma porque en parte creo que es mejor no dejar que esto se haga más grande, aunque siento que ya es imposible detenerlo.
―¿Ya pensaste que vas a ponerte? ―Gia pregunta.
He venido al piso donde vivimos para cambiarme de ropa, ya que a la casa de Evan llevé muy poco. Le he contado sobre la cena y ha flipado de alegría. Me gustaría que no haga tanto escándalo por eso, pero es imposible detenerla.
―No, me pondré cualquier cosa.
―¿Cómo que cualquier cosa?
―Pues sí, tampoco es una cena formal, solo es para saciar la curiosidad y el morbo de mi hermana, que prácticamente me amenazó con ir al enterarse de que Evan es el de las noticias, además del cliente que hizo la enorme compra en la tienda.
―No me extraña de Margaret, pero después de todo lo que ha pasado con ese gusano de Daine, hasta yo tengo ganas de acompañarte.
―No gracias, ya tengo suficiente con que Evan quiera aparecerse allí.
Suspiro pensando en ello porque llegará directo a casa, por lo que debo estar allí para cuando lo haga. Mis piernas tiemblan de solo pensar en cómo terminará la noche. Por mi tranquilidad, espero que bien.
Gia se queda tirada en la cama mientras yo rebusco entre mis pocos vestidos, uno que pueda ponerme.
―¿Y qué hay de ti? ―le pregunto y ella se endereza.
―¿Sobre qué? ―me devuelve la pregunta con otra mirándose las uñas.
―Es obvio que estás saliendo con alguien, lo digo por lo emocionada que estabas contestando el teléfono ayer.
―¡Emocionada!, ¿Cuándo viste eso?
―Vamos, que yo también te conozco. Solo te pones así cuando encuentras una nueva víctima, y como no se te hizo con Carl, seguro que te estás enredando quién sabe con quién.
―Por qué no dejas de inventar.
―Te conozco, Gia, solo espero que no te lleves un fiasco. Con eso de un clavo saca otro clavo ―emito y ella arruga la cara haciendo puchero―, ¿acaso miento? ―añado y ella resopla con fuerza refunfuñando.
―Pues no, estoy en algo, pero no es lo que crees. A diferencia de otras veces me lo estoy tomando con calma ―dice y yo me echo a reír.
―¡Oye!
―Vale, cuando tu meta no sea solo divertirte y más bien sentar cabeza, te lo creeré.
―Eres una odiosa, espero que Evan te haga pasar mucha vergüenza con tu familia ―masculla y soy yo quien arruga la cara ahora.
―Para que sepas, Evan parece dispuesto a ir más allá de lo que esperaba.
―¿Y no es eso increíble? Por lo menos creo que vale mucho más la pena que seguir esperando por el idiota de Daine.
―Aunque no lo creas, es así ―repongo sacando un vestido como amarillo pálido, bastante sencillo y conservador.
Me fijo en que todavía tiene la etiqueta, y eso me hace recordar el porqué de ese hecho. Me lo regaló mamá y creo que nunca me lo puse porque estaba enojada.