Mentalmente, trato de decirle a Margaret que no lo he invitado, y menos planeado que se apareciera por allí; sin embargo, debió ser el conductor quien le informó del cambio en la ruta a casa. Mi hermana sigue mirándole, frunciendo un poco su ceño.
No parece enojada, más bien como si le analizara con más detenimiento del normal.
―Espero que no te moleste que me haya desviado un poco, necesitaba hablar con mi hermana y explicarle un poco la situación ―emito cuando él se ha sentado en la otra silla disponible con Sarah regodeándose en su regazo.
―No estoy molesto, pero debiste informarme que lo harías.
―Sí, lo sé, pero no creí que fuera algo serio. Todo está bien.
―Si lo que quieren es hacerme creer que son una pareja, me lo estoy creyendo ―Margaret dice llamando la atención de ambos.
Evan y yo nos miramos.
―¿Por qué lo dices? ―pregunto cuando vuelvo mi atención hacia ella.
―Discutir es de parejas ―emite haciendo que resople.
―Muy graciosa.
―¿Entonces no lo son y todo era una farsa?
―¡No lo digo por eso!
Mi hermana cuando se lo propone me saca de quicio, y eso que es la mayor y debe darme ejemplo.
―Si lo que intenta corroborar es que Madison y yo, tenemos una relación, tiene que darlo por hecho ―Evan interviene dejándonos a las dos boquiabiertas y a Sarah riendo como si le entendiera todo.
Suspiro con fuerza.
―Ya te había dicho que era cierto, pero no es como si pudiera ir gritándolo a los cuatro vientos ―expongo y mi hermana se ríe.
―Debe ser un chiste, a un novio como él no se le esconde, se le exhibe en todas partes ―arguye con diversión.
Pensé que Evan se enojaría por lo que dice, pero más aparenta estar esperando que yo opine algo sobre esa locura que dice mi hermana. Además, después de que él llegara se ve con mejor humor.
―Deja de decir tonterías ―espeto.
―Solo digo, eso evitaría todos los malentendidos que hay.
―No era mi intención que hubiera tergiversaciones y, por mi parte, pienso dejar todo aclarado. Si alguien está al lado de Madison ahora, ese soy yo ―Evan dice.
Me hace flipar, pero creo que su propósito es dejarle claro a mi hermana que Daine no tiene nada que ver en este enredo en el que se metió sin ser invitado.
―Evan tiene razón, y tampoco quiero que mamá siga pensando que sigo empeñada con Daine. Eso se acabó, y si puedes evitar que vea a esa mujer, te lo agradecería un montón.
―La verdad es que ya conoces mi posición al respecto, y te juro que me hubiera enojado de verdad si las locuras que dijo ese tonto resultaran ciertas.
―Pero ya te hemos dejado claro que no lo son ―continúo.
Margaret recibe una llamada y luego de ver quién le habla, se disculpa y se marcha a contestar. No dice quién es, pero debe ser su esposo quien se encarga de recoger a los niños, pero se preocupa cuando no llega temprano.
―¿Qué fue lo grave que dijo ese idiota? ―Evan pregunta mientras aguardamos a que regrese mi hermana.
―Básicamente, él le aseguró a mi madre que sus intenciones conmigo ahora son muy serias.
―¿Eso le dijo?
―Y que tú me estabas engañando ―prosigo y Evan se pone serio―, él fue el que insinuó que estabas con Danna y para su satisfacción, no estaba errado porque ella fue quien me respondió cuando te llamé.
―Ya te aclaré que fue lo que sucedió.
―Y da igual si yo lo sé, porque ellas no, además de que la madre de Daine ha citado a la mía luego de esto y no dudo que solo sea para recriminarle que siga, dejando que yo persiga a su hijo.
―¿Y es lo que haces?
―¡Por supuesto que no! No es como si le estuviera persiguiendo todo este tiempo, es solo que estaba a su disposición para lo que me necesitara.
―¿Hasta para acostarte con él? ―Evan pregunta y no de muy buen humor.
―No ―respondo rotunda.
Sarah me pide que la cargue y yo vuelvo a tenerla conmigo. Margaret vuelve y luego de esas palabras. El ambiente se siente tenso. Pero era irónico pensar que nunca ha pasado nada con Daine, aunque muchas veces lo desee, nunca me vio de esa manera. Y estoy segura de que no lo hace, porque, al igual que yo, ese sentimiento entre los dos era solo por la costumbre.
Quería creer que por fin me había dicho algo sincero, pero la no certeza de ello fue la razón para que no lo tomara en serio, porque en el fondo mi amigo de la infancia solo está celoso.
―¿Era tu esposo? ―le pregunto Margaret que empieza recoger su bolso.
―No, era mamá.
―¿Y qué te dijo?
―No lo vas a creer, pero hasta hace un rato estuvo reunida con Carlota Castelli.
―¿No se supone que sería otro día?
―No, y creo que lo dijo para despistarme y que no interviniera porque sabía que le iba a decir que no fuera.