Evan
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―¿No deberías preguntarme antes si quiero hacerlo o no?
Madison me pregunta y no es raro que lo haga por lo apresurado de esta resolución, sin embargo, he pensado en ello y aunque parece como sumarle una locura a otra más grande, extrañamente no me siento mal con la resolución.
Doy un paso hacia ella que retrocede y cierro la puerta.
―¿Quieres casarte conmigo? ―pregunto un poco más directo y ella abre los ojos. Después ríe como si le hubiese echado un buen chiste cuando estoy siendo muy serio al respecto―, ¿piensas que es una broma?
―La verdad sí.
―Pero no lo es.
―Sin embargo, parece que crees que soy capaz de jugar con este tipo de serias decisiones. La última y única vez que le pedí matrimonio a alguien me arrodillé para rogar que no me dejaran de lado ―expreso con mucha seriedad y ella deja de reír.
―Evan…
―Ahora entiendes que cuando digo que jamás volveré a dejarme enredar por Danna, lo digo muy en serio.
―No me estoy burlando de esa situación, es por el peso de lo que significa lo que propones. Ya no hablamos de un trato, sino un acuerdo para toda la vida.
―¿Y crees que no lo sé?
―Tal vez, pero me pregunto si crees que soy la persona que necesitas a tu lado.
―Da igual si no lo eres, porque eres la quiero ―declaro y ella vuelve a mostrarse muy sorprendida.
―Deja de decir esas cosas.
―¿Por qué no me crees?
―Pueda que sí, pero si lo que quieres es hacer eso solo para arreglar el problema con Daine, preferiría que no te sacrifiques ―me dice.
―¿Quieres que haga algo para que te convenza?
―¡Ni se te ocurra usar a Sarah! ―replica.
―No es lo que estoy diciendo.
―Pero ella siempre ha sido la razón ―repone.
Reflexiono un poco y tal vez si estoy siendo demasiado apresurado, pero nunca tomo decisiones a la ligera.
―Sé que la he usado como una excusa, sin embargo, este no es el caso.
―¿Cómo sé que no lo es?
―Porque me gustas, y aunque para mí es una sorpresa aceptar que tengo de nuevo esa clase de sentimientos, no puedo evitarlo, porque cuando quieres algo, lo más normal es que desees tenerle cerca ―digo y, aparte de cursi y romántico, me siento algo tonto expresándome así.
Madison me mira con la boca abierta.
―¿A-A dónde vas? ―me pregunta cuando doy la vuelta. Esta vez me encara―, ¿te vas así luego de decir todo eso? ―me reclama.
No obstante, aunque deseo que me dé una respuesta positiva, sé que debe tomarse su tiempo porque quizás soy yo quien está siendo intenso al respecto mientras ella a lo mejor y no sienta nada profundo por mí.
Y aunque deseo quedarme y meterme con ella en su cama, no creo que el momento sea propicio para ello. Por lo que me digo que la próxima vez que duerma con Madison es porque no va a salir ni de mi cama ni de nuestras vidas.
―Piénsalo y cuando creas que puedes responderme, voy a escuchar sea cual sea tu respuesta.
Ella se queda mirándome.
―¿Sea cual sea la aceptarás?
―Es lo que he dicho.
―Y si digo que no.
―En ese caso. Estoy seguro de que no solo querrás despedirte de mí, sino también de Sarah ―advierto y ella frunce sus labios―. Que descanses, Maddie ―le digo al oído y luego me voy a la habitación de mi sobrina.
La observo dormir toda tranquila y relajada en su cuna y medito en que ella no solía tenerme tanto aprecio. Loise siempre trataba de que Sarah fuera amigable conmigo, pero la chiquilla nunca me miró con buenos ojos. Ella prefería los brazos de sus padres y siempre rehuía de los míos. No obstante, que ahora me pida que la sostenga por propia voluntad me hace muy feliz, aunque no lo demuestre.
En mis planes no estaba convertirme en padre tan pronto, pero creo que Sarah ha llegado a mi vida para mostrarme con su ternura, que es un papel que quizás sí pueda desempeñar a futuro. Me quedo un rato allí, observándola, meditando en el ultimátum que le he dado a Madison.
Quizás piense que la estoy presionando, pero no es así, solo quiero que lo decida por sí misma, independientemente de que se lo haya propuesto. Luego recuerdo que le dije que la quería y me siento otra vez como un tonto.
Largo un suspiro antes de salir de allí y me voy a mi habitación. Una vez en la cama me cuesta un poco dormir porque la idea de que Madison me diga que no ronda mi cabeza atormentándome de nuevo como cuando Danna pareció del brazo de Douglas y mostrándome el anillo que le había dado como muestra de su compromiso. Admito que todavía tengo demasiados temores y no quiero que ninguno se vuelva realidad.
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Me despierto temprano y algo cansado de dar muchas vueltas antes de conciliar el sueño. En el comedor encuentro a Velma dándole el desayuno a Sarah, que apenas me ve, me sonríe.