La resolución de Evan me tiene realmente trastornada.
¿Casarnos?
Jamás creí que llegaremos a esa estancia de la vida. Y ya bastante me sentía abrumada con lo de tener una relación “más seria”. Sin embargo, no es por eso por lo que he salido casi que corriendo. Ha sido por mamá, por lo que antes de darle una respuesta a Evan necesito hablar con ella.
Pero no es como si pudiera dejar todo en sus manos. Sé lo que quiere, pero aún yo sigo definiendo esa parte de mi vida. Me gusta, no lo puedo negar; pero de allí a formar algo más que una pareja ocasional, hay un largo trecho.
Luego pienso en Sarah y sé qué gran parte de toda esta resolución suya, no solo gira en torno a mi problema, sino también alrededor de ella porque se trata del futuro y bienestar que él debe darle.
Algo que me confieso a mí misma es que, tampoco me gustaría dejarla, no obstante, no puedo anteponer esa sensación de compasión, por lo que ella ha tenido que atravesar siendo tan pequeña, traslapándolo como simple apego emocional.
Yo también debo tenerlo claro. Suspiro porque sé que huir no es la mejor manera de afrontar esta situación, pero estoy segura de que, si se lo hubiera dicho, no creo que pudiera tomar una decisión sensata. A la final, no se trata solo de nosotros. Si fuese así, daría igual que aceptase o no.
―¿Cuándo piensas hablar? ―mamá pregunta desde dónde se encuentra observando una parte de la ribera del río Sacramento.
Hemos venido al mirador de Rock Park a las afueras de la ciudad. Margaret me dijo que vendría aquí luego de hablar con la madre de Daine y que aprovechara ese momento para charlar cara a cara con ella y sin que nadie nos interrumpiera.
Es por eso por lo que tenía que salir muy temprano. Cuando llegué a casa, ya estaba a punto de montarse al auto. Casi no me trae con ella, así que tuve que meterme a la fuerza y apalancarme a la silla para que no me bajara.
Sé que está enojada conmigo por toda la confusión que ha sucedido, pero no puedo dejar que esto se siga saliendo de las manos. Pensé en avisarle a Evan que volvería hasta la noche, pero también he pensado que es mejor que no le diga nada hasta que no resuelva este asunto.
Si bien no sé si voy a decirle que sí, lo único claro que tengo es que sean cuales fueran las intenciones de la madre de Daine con eso de que está dispuesta a aceptar que me case con él, no voy a seguir su juego.
―Ya sabes lo que voy a decir ―digo acercándome a la baranda desde donde se puede admirar la verde explanada.
―Más mentiras.
―Supongo que eso es lo único que crees ―repongo suspirando hondo―, de todos modos, nada de lo que te dijo esa mujer es real, y menos lo que dijo Daine. No sé qué es lo que quiere, además de que ya me cansé de ir siempre detrás.
―Y eso es suficiente para mentir e inventarte una relación que no existe.
―Bueno, eso no es tan errado.
―Ah, ¿sí? Incluso va en contra de nuestras políticas de no involucrarse más allá de lo necesario con un cliente.
―Conozco tus políticas mamá.
―¿Y por qué no acatas ninguna?
―Debe ser porque todavía no es oficial que trabaje para ti ―expongo con un alzamiento de hombros y ella abre los ojos.
Después recompone su expresión y vuelve su mira hacia el río.
―No lo haces porque no quieres.
―¿Lo dice quien no confía en su propia hija?
―Vamos Madison, me has dado mil razones para no hacerlo. Empezando porque jamás me obedeciste ―emite con su tono cortante.
―Admito que en parte tienes razón, pero tal vez te faltó creer un poco más en mí.
―Si lo hubiera hecho no te habrías ido de casa para hacer lo que te diera la gana ―mamá dice y yo no puedo evitar reír un poco negando con mi cabeza. Ella frunce su mirada―, nunca me tomas en serio, ¿por qué he de creer lo que me digas? ―añade volviendo a hacer silencio, concentrándose de nuevo en su fantástica vista.
Hago lo mismo y así quedamos las dos en silencio, como tomándonos un minuto para relajarnos y por mi parte reflexionar un poco sobre sus palabras.
―Si te dijera que Evan me ha pedido matrimonio, ¿Qué pensarías? ―expreso.
Aguardo un rato hasta que me mira alzando sus cejas.
―Supongo que te has sacado la lotería, a falta de una propuesta, tienes dos.
―La de Daine no cuenta. Así que espero que tu respuesta a esa mujer sea un rotundo no.
―No soy yo quien tiene que decirlo, eres tú.
―Pero es obvio por lo que acudió a ti.
―En eso tienes razón, jamás creí que Rania Castelli prácticamente me rogara para que te convenciera de que aceptes la proposición de Daine, después de ser ella misma quien dijera que eso era algo que jamás podría ser, porque la mujer que iba a estar a su lado tenía que estar a su mismo nivel, y por lo que ha ocurrido, parece que ha bajado bastante sus estándares.
―¡Mamá! ―flipo un poco por su crudeza de palabras, pero inclusive hasta yo me sorprendo de que esa mujer dijera eso.