Señor perfección✓

55. Un señor no tan perfecto

Escuchar decir a mamá eso de Evan, supongo que fue un gran alivio, porque a pesar de que suelo ser bastante directa con mis palabras, no creo que pudiera decirle a mi madre eso. En parte, estoy agradecida por ello. Por guardar mi secreto; sin embargo, que le haya dejado claro que esa fue la única razón para darme el dinero, creo que no lo termino de creer ni yo misma.

Aun así, agradezco que haya sido comedido con el asunto. No es como si no se lo fuera a contar nunca a mi familia, pero creo que no es el momento de escandalizarlas con temas así. Conozco a mi madre y mi hermana; sin embargo, prefiero que piensen que soy una alocada que todavía no conoce sus responsabilidades, no obstante, eso que dijo mi madre al final me hizo muy feliz, porque es la primera vez que elogia algo que haya hecho sin tener que recriminármelo y eso sí que tengo que agradecérselo al señor perfecto.  Ha sido bueno porque ha hecho llevaderas las últimas semanas en las que aún no he hablado con Evan.

Quería hacerlo, pero de algún modo solo lo he ido dilatando, además que parece estar llevando bien el asunto de Sarah. No es que salga en las noticias, pero algunas cosas se dejan ver luego del segundo aniversario. En parte es bueno, porque me he quitado un poco de la culpa que sentía, aunque en realidad no tenía nada que ver. Solo fue una coincidencia que esa misma noche ocurriera la tragedia, sin embargo, de algún modo eso es algo que me hace estar un poco pendiente de lo que les suceda.

Esta vez también estuvo, Veronica, la abuela paterna de la niña, y aunque no estaba cerca de Sarah porque Evan cumplió su palabra de que conseguiría una niñera profesional para ella, si estaba allí y no sé si la foto que salió en el periódico captó su mejor ángulo, pero se le notaba menos adusta y más serena, aunque seguro se debió a que su esposo estaba presente.

A quien no vi en ninguna foto, fue a esa mujer, Danna.

Por un momento había pensado que al ver que ya no estaba por allí ella se le acercaría de nuevo, pero no sucedió. Tampoco puedo afirmar que eso no esté pasando.

¡Cielos!

―¿Todavía no te has ido? ―pregunta Margaret con quien me encuentro, todavía merodeando por la tienda.

Desde que entró en su última semana de embarazo, he estado más apersonada del trabajo en la tienda y de algún modo preparándome para tomar su lugar. No ha sido tan malo porque también tengo la ayuda de la señora Marple, y en últimas, aunque no está activa, de mamá, quien siempre me echa una mano cuando no entiendo algún formato.

En general, todos sus empleados colaboran y hacen que el terror por estar al frente de una labor que cada vez se hace más grande, me cause menos terror por no hacerlo tan bien como mi hermana. Tampoco será algo permanente, y eso me alivia un montón. Además, que ha coincidido con mis vacaciones de verano y puedo ocuparme de lleno sin problemas.

Eso también ha derivado en que es menos el tiempo que paso con Gia, quien aparte de estar de lleno en su trabajo, sigue muy firme en su relación con Carl. La verdad es que creí que eso no iba a durar, inclusive pensé que Evan y yo llegaríamos más lejos que ellos.

Y no fue así.

A veces me pregunto por qué no me llama, o me envía un mensaje. Sé que podría hacerlo también, pero por dentro siento un poco de resquemor, porque es como si se hubiera olvidado de todo. De mí.

¡Qué cuernos!

―¿Ya terminaste de procrastinar? ―Margaret llama mi atención y yo sonrío como tonta.

En serio que no debería perder el tiempo pensando en ello. Ya lo hice bastante con Daine, a quien ahora ni siquiera se me pasa por la cabeza porque ese puesto lo acaparó Evan.

¿Acaso volví otra vez a ilusionarme en vano?

―¡Ni al caso! ―exclamo―, solo estaba pensando en la nueva mercancía que está por llegar, y hemos estado teniendo buena demanda. Me preocupa que no llegue a tiempo y haya quejas ―agrego y es que una de las cosas buenas que trajo Evan a nuestra familia fue el auge en las ventas de materiales y accesorios para bebés.

De repente, todas las madres quieren usar lo mismo que Sarah, y es que solo usa implementos de esta tienda.

―No te preocupes por eso, además que no importa si se retrasa un día porque la demanda es buena ―responde.

―¿Lo dices en serio?

―Ya, no estreses por eso. Nunca nos han incumplido, aparte que ya hemos podido hacernos con parte de la manufactura de la fábrica y casi que podemos volver a tener el control de la fabricación. Eso nos ahorrará los contratiempos.

―Tienes razón ―digo―, ¿no deberías irte ya?

―Sí, pero ya sabes que mi marido es el que viene a recogerme, no quiere que conduzca.

―Yo puedo llevarte, si quieres.

―Tampoco confía en ti.

―Ya sé que estoy estrenándome en el manejo, pero no lo hago tan mal. Aún no choco con nadie.

―Lo sé, pero prefiere que vaya segura.

―Qué malvado es mi cuñado, que no confía en tu hermana ―repongo y ella se echa a reír.

Luego calla y se pone algo seria.

―No dejas de pensar en él, ¿verdad?




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