Señorita Vanidad

Capítulo 1: "Yo soy Marie Portman"

El sonido de unos sutiles pasos, hacía que los jóvenes que estaban a lo largo de un largo pasillo, hombres y mujeres, posaran su mirada en una bella joven de test blanca, cabellos largos ondeados de color castaño, ojos claros, nariz pequeña respingada, labios rosados, finos, pero a la vez carnosos y contextura delgada, pero de delineada figura, que se marcaban en el traje que había elegido para su nuevo día de clases. Ella caminaba con seguridad y elegancia, con la cabeza bien erguida, por el pasillo sin mirar a nadie, solo el camino que la llevaría hacia su aula de clase. La conocían como “Señorita Vanidad”, apodo que ella se había ganado debido a su manera de ser desde que llego a aquella preparatoria, no se le conocían amigos, nadie sabía nada de ella, a las justas sabían que llego como un traslado de una de las mejores universidades de su ciudad natal, cuál tampoco lo sabían.

Tras varios minutos de caminata la bella joven detuvo sus pasos frente a un aula, y miro por algunos segundos el interior de la misma.

 

—Espera — escucho, haciendo que pose sus grandes ojos de color castaño sobre la persona que le hablaba. Ahora sí  — agregaba un joven bajito de lentes, tras colocar el último trecho de una larga alfombra.

 

Marie, miro al joven con altivez, y camino por el camino de alfombra que la llevaba hasta el lugar que ocupaba en el aula, siendo seguida por el joven de lentes.

 

—No vuelvas hacer eso — expreso la joven, con aquella voz, tan firme, pero entre dulce y sensual, que hechizaba a quién la oyera hablar.

—Richard, Richard Hamilton — decía el joven sonriendo de manera nerviosa.

 

Richard Hamilton, el segundo hijo de Fred Hamilton, uno de los hombres más adinerados de ese pueblo. Richard, físicamente no era muy atractivo, usaba lentes, era bajito y para agregar un tanto regordete. Él era justo el tipo de hombre que menos posibilidades tenía de conquistar a Marie a pesar de tener dinero, sin embargo, desde que ella llego a esa universidad, él fue el único capaz de resistir los desprecios de ella y continuar en su lucha por conquistarla.

 

—No lo vuelvas hacer Richard — expreso con pesar la joven, haciendo que el rostro del nombrado se formara una gran sonrisa. Ahora retira eso, es chocante tu comportamiento — agrego la joven, mientras pensaba — «No tendría que soportar esto, si mi abuelo no hubiera perdido lo nuestro y todo por su maldita adicción a los juegos»

 

A la mente de la joven vinieron unos recuerdos de todo lo que tuvo que vivir hace algunos meses.

-.6 meses atrás.-

Una joven se encontraba junto a una mujer mayor de uniforme en una habitación, mirando en su closet unos trajes, mientras sacaba alguno de ellos del mismo y los arrojaba sobre una amplia cama.

 

—Este ya lo usé, este también, y este también — decía una hermosa joven de cabellos castaños largos un tanto ondulados y ojos grandes de color claro, al tiempo que arrojaba las prendas sobre la cama, bajo la mirada la mujer mayor de uniforme.

—¿Y este mi niña? — pronunció la mujer, mientras sacaba un nuevo traje del closet para alcanzarle a la jovencita.

—También lo use — contesto la hermosa joven, haciendo una breve pausa para agregar —Tendré que decirle al abuelo que me de dinero para comprarme un nuevo vestido para la fiesta del fin de semana, aunque no solo necesito un vestido, necesito un par de zapatos que hagan juego con este, una cartera, unas alhajas….

—Su abuelo aún no le ha comentado nada — pronunció la mujer mayor.

—Comentarme, ¿qué?, ¡Ah! ya lo sé el hijo de los Casteline debe haberle dicho a mi abuelo que lo rechace, ¿verdad? — respondió la joven, haciendo una pausa para agregar — Así su familia tenga dinero, la fortuna de su familia no es tan grande como la fortuna de la mía, además no es mi tipo,…

—Esta semana se despidió personal de la casa — agrego la mujer mayor, interrumpiendo lo que la joven decía.

—Se despidió, ¿no era que se fueron de vacaciones? — respondió la joven.

—No señorita Marie, su abuelo despidió personal y solo decidió quedarse con 5 empleados, pues …..

—De seguro considero hacer algunos ajustes, después de todo es mucho personal para atender a solo dos personas…

—No señorita, no es por ello, pero mejor que sea su abuelo quién se lo diga, aunque ello será en cuanto regrese del salón de juegos — pronunció la mujer mayor.

—¡Nuevamente fue a este! — dijo Marie, en tono preocupado.

—Así es señorita — respondió la mujer mayor, con pesar.

—Pero me prometió que no volvería a apostar — añadió la joven, haciendo un puchero con sus labios.

—Pues lo volvió hacer señorita, y se fue diciendo que no volvería hasta que todo vuelva hacer como antes — agrego la mujer mayor con cierta nostalgia.

—Iré por él — dijo Marie.

—Señorita, ¿la acompaño? — agrego la mujer mayor, caminando tras la joven.




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