Señorita Vanidad

Capítulo 2: "Amargos recuerdos"

El sonido de una sirena, anunciaba el termino de clases, sin embargo, nadie en el salón salía aún del mismo, todos permanecían sentados, esperando el momento en que la joven de cabellos castaños se ponga de pie, haciendo un mover sus cabellos de un lado a otro, mientras tomaba su bolso, para segundos después, ser ella la única persona que abandone el aula.

 

—Ahora si chicos, pero recuerden 1 metro de distancia de ella — decía Richard, sonriendo.

—No te cansas de ser su perro — pronunció un joven.

—¿Perro? — contesto Richard.

—Sí, pareces su perrito faldero, siempre tras de ella, es más ya se te escapo — agrego el otro joven.

—Cierto…¡Marie! Esperáme….— expreso Richard, saliendo a la velocidad de un rayo del aula, causando la risa de los demás jóvenes, además de comentarios entre sus compañeros de aula.

—Ella nunca le hará caso

—Pero es tan torpe, que no le importa que lo trate como su gato.

 

Eran alguno de los comentarios que se hacían entre los jóvenes, y que Richard no logro escuchar.

 

—¿A dónde fue? — decía el joven, mientras miraba a ambos lados en el pasillo.

—Buscas a la vanidosa — escucho.

—Ella…

—La vi irse por allá — agrego una joven de lentes.

—Bien, ¡gracias! — respondió Richard, echando a correr, al tiempo que un apuesto joven, llegaba junto a la chica de lentes.

—Ya salieron todos los del grupo 3 — pronunció el apuesto joven.

—Creo que si — contesto la joven de lentes, mirando como hechizada al apuesto joven.

—¡Qué mala suerte tengo! Siempre llego tarde — expreso el apuesto joven, mientras empezaba a caminar por el pasillo.

 

Mientras tanto Marie tras salir lo más rápido que pudo de la universidad, hecho a correr hacia el paradero de buses, y lo abordo, llamando la atención de los presentes como siempre por su belleza. Marie ubico un asiento individual, el mismo que siempre estaba allí esperando por ella, pues el chofer del bus, no permitía que nadie más que ella sea quién se siente frente a él, y se sentó en el mismo, abrió su bolso, se colocó unos lentes, un gorro, mientras un pensamiento vino a su mente.

 

—«Infeliz Rubtson, todo esto es su culpa» — pensó Marie, mientras a su mente venían algunos recuerdos pasados.

-. 6 meses atrás .-

Marie había convencido a su abuelo para que le dé el nombre del hombre que le había arrebatado su fortuna, y teniendo ese dato, decidió ir a Castella, en busca del mismo, lo que ella no espero es que obtener una cita con él, no era nada sencillo, pues siempre estaba en alguna casa de juegos, haciendo crecer más su fortuna, y por lo mismo, no tenía una hora de llegada fija a su mansión.

—«¿En qué momento piensa regresar?, y para colmo sus empleados son unos desconsiderados, ni siquiera me invitaron a pasar, y eso que les dije que era una Portman, Marie Portman….» — pensaba la joven, mientras esperaba sentada en una banqueta que estaba ubicada en un hermoso parque ubicado frente a la mansión. ¿Y ese auto?, ¿será que ese hombre viene dentro? — pronunció Marie poniéndose de pie, para caminar a darle el encuentro al mismo.

—Señorita, ¿a dónde cree que va? — dijo un uniformado, que custodiaba las afueras de la gigantesca misión, cortando el avance de la joven.

—Necesito hablar con el señor Rubtson — respondió Marie.

—Ya le dije que le avisare en cuanto el señor llegue — contesto el uniformado.

—Entonces aún no ha llegado — pronunció la joven, mientras el uniformado movía la cabeza de un lado a otro. Pero yo vi entrar un auto, muy lujoso….

—Imposible, el señor Rubtson aún no ha llegado — contesto el uniformado.

—Pero lo acabo de ver, bueno al auto de él, porque deber ser su auto, ya que es un……

—Quién llego fue el joven Gerald, el señor Rubtson se moviliza en limosina — dijo el uniformado.

—¿Gerald? — expreso intrigada la joven.

—Sí.

—¿Y quién es él?, un empleado no puede ser, ese auto es modelo exclusivo de una de las marcas más costosas….  — contestaba Marie intrigada.

—Es el primogénito del señor Rutbson — respondió el uniformado, interrumpiendo a la joven.

—«Con que tiene un hijo» — pensó Marie.

—Señorita, mejor tome asiento nuevamente en la banqueta donde estuvo, yo le paso la voz cuando el amo llegue — agrego el hombre con cordialidad, mientras desde un auto un apuesto joven observaba através del espejo retrovisor de su vehículo a la castaña.

—«¿Quién será?, es linda, además viste con mucha elegancia» — pensaba el joven, mientras seguía conduciendo.

 

Marie con pesar camino hacia el parque, y se sentó en la banqueta a esperar al hombre que les había arrebatado su fortuna a su abuelo y a ella.




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