Señorita Vanidad

Capítulo 12: "No te soporto"

En una pequeña mesa se encontraban sentadas cuatro personas, tres de ellas platicando cordialmente, y una de estos se encontraba en completo silencio, solo posando por momentos su fría mirada, cual tempano de hielo, sobre un joven de cabello negro, quien al sentirse observado, conectaba miradas con esta, y esbozaba una cálida sonrisa que aumentaba la molestia de la joven.

 

—¡Gracias nana! Todo estuvo delicioso — pronunció con seriedad Marie, mientras se ponía de pie.

—Aún falta el postre — expreso Matheu, haciendo que la castaña pose su mirada gélida sobre él.

—Sí es cierto mi niña, aún falta el postre — agrego la mujer mayor con calidez.

—Lo comeré después nana, permiso — respondió la joven, mientras caminaba hacia la salida del lugar.

—¡Marie! — Expresó el señor Portman, haciendo una pausa para acotar, haciendo que la joven detenga sus pasos —¿A dónde vas hija?

—Estaré unos minutos tomando el aire fresco — contesto la joven, mientras continuaba su camino.

—Bien — pronunció el señor Portman.

—Yo sí quiero el postre abuela, y si se puede repetir acepto uno más o los que me quieras dar — expreso Matheu, haciendo sonreír a su abuela y al señor Portman.

—Sigues tan sincero como te recordaba — dijo el hombre mayor.

—¿Y ello es bueno o malo señor Portman? — contesto con una amplia sonrisa en su rostro Matheu.

—Por supuesto que bueno muchacho, el ser sincero es una gran virtud que pocas personas poseen —agrego el hombre mayor.

—Ahora te traigo dos postres hijo — dijo el abuelo del joven.

—¡Gracias abuelita! — respondió Matheu, mientras la puerta principal del lugar se cerraba.

 

Marie salió de la casa hacia el jardín, al hacerlo pudo notar que ha algunos metros había una moto que se le hizo algo familiar.

La joven camino a paso firme hacia el lugar donde estaba estacionada la moto, para verificar si lo que ella estaba imaginando era lo correcto.

Tras algunos minutos de inspección a la moto, el rostro de joven se tornó más molesto.

 

—¿Cómo fui tan tonta? — expreso con rabia Marie, mientras observaba la moto, al tiempo que empuñaba sus manos. ¿Cómo no pude darme cuenta que era él?, bueno nunca vi su moto, pero sus actitudes eran extrañas conmigo, y ahora comprendo el por qué — pensó la joven, al tiempo que la puerta de la casa de su abuelo se abría.

—Aquí estás — escucho.

 

La joven giro sus pasos ante la voz, y miro con mayor frialdad al apuesto joven, quién la miraba confundido.

 

—Sí las miradas mataran, yo ya estaría muerto en este momento — dijo Matheu sonriendo, mientras se acercaba a la castaña.

—No imaginas como me gustaría que lo que acabas de decir fuera verdad, pero lastimosamente solo son dichos — expreso con firmeza la joven.
—Marieta no seas tan cruel conmigo — contesto el joven, con cierta nostalgia.

—Ya te he dicho que no me llames así — expreso furiosa la castaña.

—Pero, ¿por qué no?, antes no te molestaba que te llamará así — dijo Matheu, con calma.

—Tú lo has dicho, antes no me molestaba ello, pero ahora sí. Hemos crecido Matheu, ¿Cuándo entenderás ello?, mejor no te esfuerces en darme una respuesta, porque tu pequeño cerebro….

—Sin más ofensas Marieta — pronunció el joven con firmeza, haciendo una breve pausa para agregar — ¡Discúlpame! si te molesta como te llamo, pero no pienso dejar de llamarte así, pues siempre lo he hecho, además ya sabes que lo hago porque…

—Ya no requiero más de tus servicios — expreso con firmeza la joven.

—¿Qué?, ¿De mis servicios? — decía Matheu confundido.

—No te hagas, tú me has estado mintiendo, tú….

 

Matheu poso su mirada en su moto y entonces comprendió a lo que la joven se refería.

 

—¡Disculpa por mentirte! pero era la única manera que se me ocurrió para que tú aceptaras mi apoyo — dijo Matheu con calma.

—Yo no necesito de tu ayuda — contesto con firmeza Marie.

—Claro que lo necesitas, te es más práctico tener a una movilidad privada que ir en un bus ¿no?, además….

—No quiero que me ayudes — agrego con firmeza la joven.

—¿Por qué?, ¿por qué no puedes aceptar mi ayuda?, si bien ya no quieres mi amistad, al menos acepta mi apoyo….

—No, yo no quiero aceptar nada que venga de ti — pronunció con firmeza Marie.

—Marieta…

—No te soporto, me eres insoportable, compréndelo ya — dijo casi gritando la joven, al tiempo que el señor Portman salía de la casa.

—¿Qué pasa? — expreso el hombre.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.