Ya había trascurrido más de un año, desde que Marie y Richard se hicieron novios, permitiendo con ello que Marie y su abuelo recuperen la vida que llevaban anteriormente. Marie en lo personal estaba peor que antes, al ya no ser alumna becada, pues su situación había mejorado mucho, decidió renunciar a su beca y pagar sus pensiones de estudios, creyéndose así con la autoridad suficiente, para humillar a quienes consideraba indignos de su amistad, no solo por no tener dinero, si también por que se habían burlado de ella cuando supieron que era becada.
Su comportamiento era mucho más frio, calculador y manipulador; esto último más con Richard, a quién ella manejaba a su antojo, para poder conseguir lo que tenía en mente; siendo así, que gracias a él, y al padre de este, no solo habían podido recuperar el status económico que tuvieron, sino además, estaba dando inicio a su venganza contra Hatson Rubtson.
—Ya está — decía un hombre de traje elegante, haciendo que una joven castaña que estaba frente a él, junto a su novio, esbozará una sonrisa.
—¿En verdad?, ¿mi abuelo y yo recuperamos la empresa? — expreso con una amplia sonrisa en su rostro Marie.
—Sí, linda, aunque como ya lo sabes no fue nada fácil, Rubtson hizo su lucha, pero cuando hay una buena estrategia e influencias, todo es posible — dijo el señor Hamilton.
—Claro padre, usted es mi modelo a seguir — pronunció la castaña, mientras su novio la miraba con cierta nostalgia.
—¡Gracias hija! ¿Si gustas yo puedo enseñarte sobre el manejo de una empresa, las inversiones?....
—Acepto su ofrecimiento, yo estaré encantada de aprender con usted padre — contesto Marie.
—Richard, deberías aprender de tu novia, no solo es una chica inteligente y linda, sino además decidida….
—Padre yo…— decía el joven.
—No te preocupes Richard, yo aprenderé por los dos, así cuando nos casemos yo manejare nuestras empresas — pronunció Marie.
—¡Casarnos! — expreso más que feliz Richard.
—¿O es que no quieres que algún día nos casemos? — dijo Marie, mientras pensaba — «Me conviene tener contento a Richard y su padre, así aprendo más del viejo, y Richard me sirve como barrera para evitar que él se me vuelva a acercar y me haga dudar, además aún no acabo mi venganza con los Rubtson, si bien recuperamos la casa y la empresa que nos arrebató Hatson Rubtson, no se me olvida toda la humillación que pase tras ese tiempo de miseria, por ello, aún debo continuar con mi venganza contra ellos»
—Ello es mi mayor sueño — contesto el joven.
—Ya saben lo que pienso del matrimonio, todo debe ser a su tiempo — expreso el señor Hamilton.
—Concuerdo con usted padre, todo a su tiempo, solo que quería que usted y Richard supieran mi sentir — contesto Marie.
—Claro hija…
—Padre, ¿le puedo pedir un favor más? — agrego la joven.
—¿Qué favor necesitas Marie? — dijo el señor Hamilton.
—Algo sencillo para usted, es más ya lo ha hecho en dos oportunidades, mientras esperábamos que los objetivos que teníamos se cumplieran….
—¿Te refieres a…?
—Sí — dijo Marie con firmeza, empezando una nueva plática con el señor Hamilton, al tiempo que Richard los miraba a ambos.
Mientras Marie y el señor Hamilton platicaban, en Castella, Hatson Rutbson se enteraba de una desagradable noticia, junto a sus hijos.
—Pero ello no puede ser posible — expreso el hombre de vestimenta formal con firmeza, mientras hablaba por celular, al tiempo, que sus hijos posaron su mirada sobre él.
—¿Qué sucede papá? — dijeron Gerald y Susu a la vez.
—Me tendió una trampa, y yo caí como un principiante, ¡maldita sea! — agrego con amargura Hatson, dando un golpe con el puño de su mano sobre una mesa, al tiempo que seguía hablando. ¿Qué dices?, Qué quien ha estado interfiriendo en el cierre de mis negocios ha sido esa chica, y que además, parece que piensa continuar interfiriendo hasta verme destruido.
—¿Qué está pasando padre? — volvió a decir Susu, pero no recibió respuesta de su progenitor, pues este seguía inmerso en su plática.
—¿Qué?, ¡Qué Hamilton es quién le da su apoyo! — agrego furioso Hatson.
—¿De quién hablas padre? — expreso Gerald, aunque ya intuía la respuesta.
—No me importa quien la apoye, ella no me va a destruir, si según ella yo le quite algo a su abuelo, ya lo recupero, ¿No?, entonces, que no se siga metiendo conmigo, o sabrá quién soy — fue lo último que pronunció el hombre maduro, antes de cortar la llamada, al tiempo que sus dos hijos posaron su mirada en él.
—¿Ahora si nos responderán padre? — pronunció Gerald con la mayor calma que pudo.
—Marie Portman, ¿te tendió una trampa papá? — dijo Susu, mientras Gerald miraba expectante a su padre.
—Sí, y yo estúpidamente caí en ella,…..
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Editado: 09.08.2024