Han escuchado alguna vez la historia de alguien diciendo: "Es que yo le quiero pero no creo que sea lo suficiente".
Pues es la historia de nosotros.
Querer a una persona no es malo.
Querer más a una persona que a ti mismo, allí es donde esta el error.
Alejandro no es una mala persona, todo lo contrario. Con respecto a su familia el puede ser la persona más dedicada, pero en las relaciones. Él definitivamente es un estúpido. Y que lo digo yo, nadie más.
Luego de una relación de más de tres años, al dejar a la chica; provoco cambios en él que trate no me afectarán. Claro está a la larga, la sinceridad de ese hombre me harto y me termino por lastimar.
-Melissa, solo entiende que aun no me siento listo para poder decirte que si me voy a poder arriesgar a tener una relación contigo, ella me ha lastimado ya mucho, y yo no quiero lastimarte a ti.
Y aquí vamos de nuevo.
-¿Por qué eres así? ¿Por qué lo guapo te quita el poco cerebro que tienes?
-Melissa...
-Melissa, ¡nada! Me cae en el hígado escuchar esas palabras a cada 3 días, porque como sabes que a mi me gustas, que te considero alguien que posiblemente pueda volverse mi novio, tienes la necesidad de aclarar el punto cada que tienes la oportunidad.
-No es eso, si me dejas...
-Si te dejo ¿Explicarte? ¡Nada de eso! Merezco más que estar con alguien "que me quiere" merezco estar con alguien que pueda sobrellevar mi actitud con la vida.
-No voy a estar contigo; no porque no te quiera, sino por mí.
-¡Al fin! Al fin, te dignas.
-¿Me digno?
-Si, Alejandro.
Sus ojos me estudiaron con escrutinio, más de lo habitual. La platica inicio por una pregunta sin importancia que hice, después de nuestro encuentro habitual al cual yo me he estado acostumbrando, si él no esta dispuesto a ser mi novio por lo menos lo voy a disfrutar.
-No puedo concentrarme, no lo puedo hacer si estas frente a mi, desnuda.
-Estúpido, lárgate de la habitación.
-No me voy a ir.
-Esto no me está llevando a ningún lado.- mi vista se empaño, cogí valentía y me levante de la cama, encendí una de las lámparas y busqué con la vista mis cosas.
¡Jesús! ¿Por qué siempre me gustan los idiotas?
-Lo haz dicho en voz alta- aseguro.- Sé bien que soy un idiota, Melissa yo no te merezco. Pero es en serio: muy difícilmente puedo controlarme y tratar de serte fiel, es solo que... ¡AH!- gritó a mis espaldas. Me había quedado paralizada ante sus palabras, más aún al recordar que ha roto mis bragas y que no tengo más que usar que el vestido con la chaqueta y afuera hace un tremendo frió.
-Ya ni siquiera tengo el deseo de formar una familia, de estar con alguien que no sea momentáneamente, tú eres más que un polvo. Pero simplemente no puedo dejarte, no puedo dejar que te vayas y otros estén detrás de ti. Es solo...
-Imbécil- me di la vuelta mientras deslizaba el vestido sobre mi.- Eres un imbécil que no se deja ayudar, querer, y amar. Te quiero más de lo que pensé y justo ahora me odio por eso. Te odio a ti por esto, porque sabiendo bien lo que siento por ti estás empeñado en estar conmigo solo por gusto corporal. ¿Deseo? Tal vez le pueda llamar deseo, pero técnicamente no puedo ni llamarle así.
¿Han sentido la sensación de querer arrojar las cosas sobre las personas?
Lastima que no es mi casa, yo feliz de la vida le arrojaba todo lo que aguante con mis manos a su cara de estúpido.
Él simplemente me está observando desde la orilla de la cama, sentado.
Si hay algo que debo me debo elogiar a mi misma es el buen gusto que tengo, Alejandro es de los hombres que tienen el cuerpo muy bien definido, su musculatura no es exagerada, su piel morena obscura y sus ojos también obscuros hacen que te de más curiosidad de la debida, sus labios bien moldeados, sus pestañas y cejas espesas, su estatura y por su puesto el buen regalo que completa el paquete del hombre que me gusta.
Claro que eso no quita el hecho de que le falta cerebro.
-Solo no te vayas de mi lado, no te quiero perder Melissa.- dijo mientras tomaba mi abrigo y los restos de la braga color rojo que este imbécil ha roto anteriormente.
-Dame solo una razón para que me quede.- le pedí mientras me colocaba mis zapatillas.
Todo se suspendió entre la mirada que él me estaba dando, puedo casi jurar que estaba a punto de decir algo tan bueno, pero a la vez malo.
-Me voy, no me vuelvas a buscar. Y Por favor supera tu pasado y se libre.- le dije dándole la espalda caminando hacia la puerta de la habitación.
-Melissa...- y es así como una se hace ilusiones, terminé de abrir la puerta y salí cerrándola con suavidad.
Caminé por el pasillo hasta llegar a las escaleras, baje y en la sala de estar se encontraba Juan Pablo.