-Me siento mal de que se allá ido solo así.- estamos sentados en el sofá viendo una película.
Luego de que prácticamente vaciará mis lagrimas en sus brazos. Me hizo entrar en razón, él es del tipo de personas que siempre van a estar involucrados en tu vida. SIEMPRE.
-Pierde cuidado, es solo Héctor.- sus ojos se dirigieron a los míos.
-No puedes hablar solo así de él, hasta trajo comida, la cual estaba muy buena para ustedes y me la he terminado comiendo.
-Él es así, tampoco tienes que esmerarte en caerle bien a todas las personas.
-Lo sé, pero no quiero estar haciendo algo incómodo entre tu y él.
-Basta, suficiente tengo con atormentarme con mis tonterías como por preocuparme por lo que él le vaya a gustar o no de mis amistades.
-Bienvenida Melissa, estás de vuelta.- voltee a verle y él solo cerro sus ojos haciendo que su mirada una pequeña rendija.
-Gracias, sé que me extrañaste mucho.
-Y no tienes una idea cuanto.- imité su gesto, él frunció mucho más su rostro hasta que la guerra de miradas fue una derrota total.
-Nunca podrás vencerme- Alardeo.
-Claro que si, en algún momento lo haré.- dije poniéndome en pie y viendo la hora en el reloj de la sala.
-Debo irme- se acercó, dejó un suave beso en la comisura de mis labios.
Robandome un suspiro.
-Algún día será uno real.- dije en forma de reclamo de un beso que nunca llegará.
-Puede que sí, puede que no.- dijo aun frente a mí.
-Solo por respeto a tí y a mi corazón roto no me abalanzo sobre ti y te lo doy.- dije provocando una buena carcajada por parte de él.
-De vuelta- dijo aún sonriente.- Vamos- tomo mi mano y sentí un raro cosquilleo en mi muñeca.
-Nos vemos el lunes.- dijo dándose la vuelta hacia la puerta para abrirla.
-Espera tienes que ver si hay alguien afuera.- muy tarde, pronuncie mi última palabra.
Alex abrió la puerta aun tomados de la mano, y allí estaba el auto de Alejandro, él estaba sobre el capó con un semblante sombrío, pude apreciar como su mandíbula se tenso al vernos juntos. En mi ojos se acumularon lágrimas al sentir la necesidad de querer cerrar la puerta y no dejarlo entrar, Alex me miró por el rabillo de sus ojos y apretó su agarre, dándose la vuelta.
-¿es él?- yo no respondí y él solo suspiró frustrado.
-¿Quieres que me quede otro rato?- dijo y yo solo dirigí mi mirada hacia él muy brevemente.
-Lo tomaré como una respuesta afirmativa.- Yo solo solté su mano y caminé hacia donde se encontraba él.
-¿qué haces aquí?- él detuvo por un instante su mirada en mí.
-Que más, me dijiste que tu padre estaba de viaje, venía a pasar la noche contigo.
-¿Qué fue lo que no te quedo claro de nuestra conversación?
Sus ojos se posaron en mí aún incrédulo, Yo no baje mi mirada ni por un segundo.
-Lo dices porque ya te encuentras acompañada- dijo señalando hacia la puerta, voltee a ver a Alex.
Él se encontraba viéndonos, seguramente a la expectativa de cuando tendría que acercarse a mí para defenderme.
-No tengo la necesidad de aclararte nada.- dije tratando de controlar el quiebre de mi voz.
-Tienes razón- su voz me sonó bastante sarcástica.- pero él sí puede aclarar mis dudas.- bajo del capó y cuando estaba dispuesto a caminar me paré frente a él obstruyendo su camino.
-Voy a pedirte de favor, que te largues y que no te vuelvas aparecer otra vez.
-¿estas segura?- su pregunta hizo que yo misma me debatiera entre mi propias conjeturas.
Alejandro lo único que me une es el "amor" que yo si le tengo a él, también la necesidad de sentirme acompañada por alguien pero ¿él? ¿qué es lo que le provoca quedarse?
Unos brazos me rodearon la cintura. Mi pulso fue mucho más rápido y sentí como mi corazón comenzó a latir mucho más fuerte.
-Buenas noches- le escuché decir.
-Buenas noches.- le contestó Alejandro.
Entre los hombres de los cuales estoy, no puedo descartar el hecho de que los músculos de los dos son bastante notorios. Pero eso no me da pauta de que es lo que podría pasar.