Para querer a alguien no se necesita más que las ganas de aprender a amar, las ganas de ser quien da el mejor de los abrazos, las ganas de prevalecer al lado de alguien.
Alejandro, a ti te quise tanto.
Que al momento de dejarte ir, sentí mi corazón partirse.
Sentí un dolor que me hacía creer que no merecía ser feliz.
Sentí mucho y a la vez tan poco.
Así como había veces que me hacías sentir completa, en otras me hacías sentir ajena.
La mayoría de las veces era todo centrado en ti, pero me gustaba eso.
Me gustaba sentirme así a tu lado, el hecho de no tener que decirte nada, porque siempre llenabas los espacios de silencio con alguna de tus historias repetitivas.
Pero el hecho de que tu fueras el centro de la conversación me aturdia.
Al principio me llenó de alegría saber que aun estabas interesado en mí, tristemente tu interés se hizo notar durante un mes, un mes en el cual yo me sinceré me transparente para ti; siempre trate de buscar algún tipo de consuelo en ti; pero nunca lo encontré. Nunca me sentí llena de amor, nunca fue recíproco y si en algún momento lo fue, creo que no me di cuenta; lo lamento.
Hace años cuando tu interés era mucho más por el ámbito sexual. Por mi cuerpo. Me dije a mi misma que no habría nada de malo en intentar estar contigo. Después de todo, todas mis amigas estaban teniendo sus experiencias y yo no me quería quedar atrás, así que lo hice, lo hicimos y aunque fue un desastre, aunque no lo disfrute, aunque me dolió y al final me di cuenta que no quería saber nada más de ti. Caí en algo que no había pasado jamás en mi vida.
Hacerme mucho más independiente, hacerme sentir segura de todo lo que alguna vez había pensado, y eso si es algo que te agradezco. Por ti me creí el hecho de que mi belleza interna me hiciera bella siempre por fuera como por dentro.
Te lo voy a agradecer siempre, siempre te voy a agradecer el hecho de haberme abierto los ojos al mundo del cual estaba inhibida a conocer.
Han pasado alrededor de dos meses del accidente, una semana después que desperté; llamé a Silvia, tu madre. Ella se disculpó conmigo por ti y la cito:
"Mi hijo estaba loco y lo sé, pero nunca pensé que su capricho o embelesamiento por ti lo llevará cometer tremendo error. Lamento que por sus estupideces estuvieras postrada en cama, lamento que por culpa de él tengas que llevar terapia y someterte a cirugías estéticas. Perdoname por la indiscreción de haberle dicho en donde te encontrabas. Toda esa imprudencia cobro una vida, y lamento más el hecho de que te puedas sentir culpable. No debería de ser así."
Perdone lo que creo yo no fue su culpa, creo sin duda que ella puede sentirse culpable y destrozada pero creo que eso no quita el hecho de que es tu vida y que son tus responsabilidades, y que es tu madre.
Sabes, hay dos personas que me acompañaron en todo el proceso y vivieron con los nervios de punta y si fueron mis padres.
-Hay dos señoras que me ven raro por estar sentada aquí hablándote. -
En fin, yo te perdono y espero que tu me perdones por esto. Desearía que nunca hubiese pasado tremendo accidente, en donde destrozaste ambos carros. En donde decidiste no frenar y acelerar para acabar con lo nuestro.
Para acabar con nuestras vidas juntos.
¿Por qué lo hiciste Alejandro? ¡Joder! ¡Yo te quería!
Ya no te extraño.
Y me he tardado en esto porque no quería venir sin sentirme segura para no hablar con esos sentimientos erróneos, que ahora mi hermano me aclara en cada sueño, porque necesitaba sentirme en paz, porque quería que Alex me abrazará pero a cambio de eso recibí a un Alejandro muerto, a un Alex al borde del colapso.
Sabes los dos nos hemos ayudado mucho, los dos nos hemos hecho pie a ser mejor que antes. Ya no me siento sola en esto y aunque esto suene algo fuerte, tu muerte ha sido para mejor en mi vida.
Lo cual debo de agradecerte.