Sentimientos Erroneos

Epílogo

3 Meses más tarde 

 

-¿Cómo se supone que debo de interpretar lo que me estás diciendo?- dijo, sus ojos ardieron en curiosidad y mis pupilas ya dilatadas de tanto esforzarme en contener las lágrimas, estaban cediendo al hecho de llorar. 

-Que ya no puedo continuar contigo.- una lágrima surcó mi mejilla. 

-No lo entiendo, ¿qué ha pasado para que cambiaras de decisión? Porque si mal no lo recuerdo, tu y yo habíamos dicho que lo intentariamos.- con sus manos acuno mi rostro para que le viera directamente a los ojos. 

Todo estaba yendo bien, realmente todo está marchando sobre ruedas. Pero conversando con una amiga me vi en la pena de que realmente estoy mal como para ya tratar de establecer una relación formal con alguien. Peor aún una relación formal con alguien que no acepta a toda mi familia. Y claro que si, antes que cualquier persona mi familia va primero.  Porque a pesar de todo son los que siempre han estado conmigo. Son los que siempre han hecho bien para mi. 

-Suéltame.- susurré. 

-No.- sus ojos me perforaron  y sentí mis mejillas más húmedas. 

-No quiero que me hagas daño.- dije cuando sentí un poco más de fuerza en sus manos. 

-Pero si tu te lo estás causando.- dijo renuente. Él no comprendió el hecho de que me hacía daño. Deje caer mi cartera al suelo y quite con brusquedad sus manos. 

-Me hacías daño físico.- sisee molesta. Desvió su mirada de la mía. 

-Dices esto porque ya tienes auto para ir de nuevo a la universidad.- Cerré con fuerza mis ojos.  

-¡La estupidez más grande!- grité.

Entonces sus ojos conectaron con los míos, pude leer el desconcierto. Explicarle que esto estaba acabando porque prefiero a mi familia por encima de él iba a ser un golpe bajo. 

-Melissa, ¿estás segura de esto?- la pregunta  a la cual ni yo misma me había podido responder. 

-Yo solo quiero que ambos seamos felices.- dije- soy consciente de que aun estoy tratando de convencerme, de que aun no tengo nada que haga esto solido. 

-¿sólido?- alzó sus cejas lo suficiente para poder adivinar que le estaba sorprendiendo mi actitud.- No, Melissa esta no eres tu. 

-Esta soy yo, la que por su familia da lo que fuera.- entonces su mirada se suavizo. 

-¿Estas diciendo que esto se acaba porque la que me cae mal te importa más?- asentí y ahora que lo escuche a él preguntarlo, todo hacía mucho más sentido. 

-Sip, así es.- dije animada- Lo siento mucho Alex, pero esa que te cae mal ha sido mi amiga, confidente y paño de lágrimas. Mientras que tu solo estás cuando quieres, cuando te conviene y tampoco merezco eso, tu tambien mereces ser feliz y está claro que no soy yo la indicada. 

Tomé mi bolso del suelo, metí una de mis manos en busca de mis llaves. Estoy en su casa. 

¿Había dicho que aún vive con su madre y que ella me adora? 

Él estaba parado detrás de mí. Hace unos meses cuando decidí terminar con Alejandro, todo terminó de miedo. Fue la verdad algo que al pensarlo me causa escalofríos, pero supongo que en algún punto de la vida superaré. Aunque justo ahora de lo que tengo miedo es de que él reaccione de la misma forma. 

-No, no tienes porque irte.- al escuchar su tono de voz entendí que esto podía acabar en muy malos términos y no es eso lo que estoy buscando. 

-No hagas esto más difícil. No lo hagas.- le dije en un susurro. 

Al localizar las llaves, caminé hacia la puerta. Me tomó del brazo en un fuerte tirón. 

-No vales la pena.- dijo mientras me besaba. Deje mis ojos muy abiertos, mientras sentía como sus manos recorrían desde mi pecho a la cintura de una forma brusca y desesperante.-¿Te gusta jugar?- me preguntó mientras volvía a besarme. 

Mi cerebro, mi cuerpo no reaccionaba. Yo deseaba tener el impulso para deshacer lo que estaba haciéndome. Me mordió el labio despiadadamente haciéndome gemir del dolor. 

Nunca nos imagine en esta situación. 

Cerré los ojos con fuerza, derramando lágrimas, justo cuando estaba por quitar mi blusa subió una de sus manos a mi rostro. 

-Melissa...- sus palabras solían ser como un colchón para cuando yo no me sentía bien, pero como se debe de asimilar el hecho de que la persona en la que más confías, en que la persona que más quieres es capaz de hacerte daño. Es capaz de dañarte. 

-No- dije empujandolo. Los botones de mi blusa ya no existían, él dio tres pasos atrás y llevó sus manos a la cabeza. 



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En el texto hay: autoestima, dolor, amorpropio

Editado: 26.11.2018

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