Casi puedo oírte respirar.
Casi puedo oírte sollozar.
En cada calle saturada de gente.
En la mayoría de los lugares que recorríamos.
Te explican que la vida continúa.
Concejos de personas exentas.
En el momento que partiste,
Actuaste demasiado calmado.
Perdiendo todo el encantó.
Con una mirada indiferente en tus ojos.
Permaneció tu aroma…
Sedoso, suave como tus caricias.
Tu despedida me martiriza.
¿Eso es todo lo que queda de ti y de mí?
¿No significó nada?
¿O despertaré?
Para descubrir que no me has abandonado…
Y que ha sido solo una pesadilla.
Solo eres un “casi” en mi vida.
Porque te busco, no te alcanzó…
Y nunca te encuentro.