Al escuchar mi corazón, es como un océano…
Los pensamientos son como las olas que arriman dentro de mi cabeza,
Y el agua despeja toda inquietud.
Mi pasado como espejismo.
Un destino, un sortilegio evidente en mi presente por mis erudiciones vividas, alcanzando la sabiduría.
Los rostros que pasaron se descartan y en tranquilidad los abandono en ese rincón de mi mente…
Como si el agua los colmara, transportándolos a la orilla de la arena.
Sin ruidos, ni gritos, solo admiración y agradecimiento.
Y cada uno sigue su camino.
El agua me rodea, me cierra, pero no me ahoga…
Me deja depositada en la orilla, admirando…. Estimando la arena y el mar en quietud.
Solo deja salir las despedidas que se atestan de sensibles nostalgias…
En el océano de mis crónicas desterradas.