Ella…
Movió el centro de su mente, desertando y a la superación la llamo “comienzo”.
Acento las lluvias apartadas.
Desconociendo las antipatías, odios dentro de espasmos absurdos diluyéndose.
Derribando, desapareciendo, perdonando y aislando.
Se hizo fuerte… escribió todo lo que nunca dijo en voz alta.
Y alivio su alma… prospero a mundos de esperanzas… viviendo todas las mañanas.
Al martirio lo colmo una nueva aurora profunda, sensible y primorosa.
Proyecto su vida sin resignarse.
Dolía, luchaba y eternizaba riendo, sin melancolía.
Esperando los estrépitos de su naturaleza, sin devolución.
Repleta de confianza, alegrías, como si su vida dependiera del último día.
Día bendecido, esclarecido, renovando el aire fresco y ansiado.
Ella quiere dejar una huella…
Una suerte de soñar…
Sobreviviendo y gratificando el tiempo apostando muchos años.
Todo lo que brilla en este mundo, ella lo respetaba.
Enigmas, misterios, amor, fracasos, familia…
La ayudaron a trasfigurar su fortaleza y poderío…
Y a pesar de que muchas veces le paso el aire de la muerte seductora,
Rodándole como un ángel verdugo ejecutor…
Sin temblar, ni espantar, lo tolero y salió a su encuentro, y la ahuyento.
Si un corazón afligido, atormentado pudo ver la luz…
Dentro del alma de ella siempre chispeaba albor…
Y viviendo de sueños, juzgando que no todo es un vergel de capullos…
Ella permaneció y eternizo el camino…
Ese camino citado destino.
A ella la salvo el amor.