Un susurro te afirma que no lo lograras.
Sabes que lo sientes en esa brisa fría, congelada, estremecedora.
Espera que caigas y no te levantes.
Te tironea a las tinieblas más oscuras de tu alma.
Queriendo alterarte, para que te conviertas en un recipiente vacío.
Espera que te hundas en lo profundo del lodo.
Quiere jalarte, hasta que tus huesos no puedan sostenerse.
Te proclama que el dolor es placentero, delicioso…
Quiere que lo bautices como una costumbre mendaz y cínica.
Ese susurro que hiela y da escalofríos atrayendo el miedo.
Atrayendo el temor de levantar tu cabeza y arriesgarte por lo que quieres.
Susurro impío…
Se disfraza esperando el preciso momento para interceder…
Esperando a que te desmorones para actuar con facilidad.
Y en solo un minuto…
Ausente determinas “No quiero seguir, quiero parar”
Y aparece otro susurro que te brinda esperanza, calma, calidez…
Secunde con fervor, con pasión y te responde: “No puedes, tienes que persistir en tu objetivo. Naciste para cumplir una misión”
Con esas palabras, te levantas, afrontas y continuas más fuerte que nunca.
El ultimo susurro necesito solo un par de frases para que te fortalezcas, en cambio, el primero lucho por verte caer.
¿La discrepancia?
La oscuridad se puede esforzar de mil maneras, con mil susurros puede acorralarte…
Pero jamás vencerá a la luz.