Él, entre lamentos profirió:
Cuánto siento defraudarte,
Concedo que me repudies,
No lo puedo enmendar...
No lo puedo rectificar…
Ostentas al silencio y admito que muele mi alma.
Ella, especificó:
Si te sientes por mi culpa infeliz,
Hay una razón...
Dime sólo si te enamoraste de ella,
No te haré ningún desplante,
Sólo quiero escucharlo de tus labios...
Él, argumentó:
Por tu bienestar tienes que obligarte a renunciar de quererme,
Tienes que olvidarme...
¿Para qué simular afecto que no siento?
Mi mandató está claro.
Ella, atormentada y desconsolada:
Como el alba, al amanecer adentrándose.
Como el anochecer entra en la penumbra.
Este amor, nuestra relación.
Inevitablemente, terminaría.
En tu vida, solamente fui un ave de pasó.
Ya no quiero hablar, todo ha terminado.
Vienes a decirme adiós.
Adelanté, puedes irte.
Y él, finalizó:
Perdona si te hago llorar.
Sé que debo dejarte,
Ahora tengo que marcharme.
Y me destruye decirte adiós.
Porque encontré a mi verdadero amor...