Los árboles se mecen y las hojas caen sin rumbo.
El cielo despejado demuestra un vigor intenso, colmando una imagen preciosa.
Las rosas despliegan su aroma y una mariposa se acerca para posarse en sus pétalos.
La calle desierta resplandece con el sol que apenas comienza a iluminar.
Cierro mis ojos e inhalo profundamente, el aire puro llena mis pulmones de un aire fresco y gratificante.
Feliz, abro mis ojos reconociendo que empieza una mañana dotada de hermosura.
Porque simplemente con esas pequeñeces, que a su vez, son tan grandes, mi alma respira paz…
Simplificándose en una sola frase: sonrío agradecida por estar viva, acompañada de un nuevo día y dichosa disfruto el cuadro perfecto que tengo frente a mí.