Familia Carter
Este libro narra las vivencias del joven Chris Carter en su búsqueda para cumplir el sueño de toda su vida: convertirse en un escritor profesional. Chris anhelaba poder sustentarse a través de su pasión, ser reconocido y admirado tanto por los lectores como por otros escritores. Sin embargo, consideraba que esto era un objetivo demasiado ambicioso o incluso imposible de lograr. La simple idea de publicar uno de sus libros ya era motivo de orgullo y sería un momento que recordaría por el resto de su vida. ¿Logró cumplir su sueño? Podría decirse ahora mismo, pero eso le restaría sentido a su historia.
Chris nació el 4 de julio de 1996, en el día en que se celebraban doscientos veinte años de la independencia de Estados Unidos. Era hijo de Charles Carter, un reconocido periodista, y nieto de Teodoro Carter, una figura aún más destacada en su comunidad, quien había sido alcalde de la ciudad en la que vivían, Beaux Arts, en tres ocasiones.
Teodoro era una de las personas más influyentes en el estado de Carolina del Sur y, al mismo tiempo, una constante fuente de problemas para los gobernadores de turno. Se mantenía fiel a sus principios y se entregaba por completo a su ciudad y su gente. No pertenecía a los partidos políticos masivos, ya que fundó el suyo propio al finalizar sus estudios. Durante doce años consecutivos, lideró la metrópoli y tuvo un papel decisivo en importantes decisiones, como la protección prioritaria del río Da Vinci. Por otro lado, Charles, su hijo y padre del protagonista de esta historia, no tuvo la infancia ni la vida que hubiera deseado. Teodoro casi nunca estaba en casa y prestaba mucha más atención a su trabajo que a su propia familia. Este hecho fue motivo de profundo pesar para Teodoro en sus últimos años. No asistió a las graduaciones de secundaria y universidad de Charles y, en un intento por enmendar sus errores, trató de estar presente en la vida de su nieto Chris. Charles se convirtió en periodista y era uno de los más respetados en su campo. A sus 54 años, se encontraba "disfrutando" de un retiro temprano, aunque podría haberlo disfrutado más si su hijo le prestara más atención.
Chris Carter, nuestro querido amigo y protagonista, era tan talentoso como su padre y su abuelo. Había sido un destacado estudiante en la secundaria Fort Mills, formando parte de un notable equipo que logró ganar el Decatlón Nacional en cuatro ocasiones. Luego de eso, siguió un camino académico en ascenso. Se matriculó en la Universidad de Columbia, donde fue miembro de la sociedad de honor Phi Beta Kappa y obtuvo dos títulos universitarios, destacándose como uno de los mejores de su generación. Charles estaba orgulloso de su hijo, y a Teodoro se le llenaban los ojos de emoción cada vez que lo veía. Sin embargo, no todo era color de rosas para la familia Carter.
Chris se graduó como licenciado en ciencias políticas e incluso en literatura, a pesar de los muchos obstáculos que se interpusieron en su camino. Esto desagradaba profundamente a Charles, quien desde el primer momento odió la idea de que su hijo se convirtiera en escritor. Llegó a amenazar con no pagarle esa carrera, a la que consideraba una elección para "vagos sin futuro", y prohibió a Teodoro ayudar a su nieto. Sin embargo, esto no detuvo a Chris, quien financió sus estudios literarios trabajando en la construcción, a varias calles del campus universitario. Esta situación generó repercusiones a nivel local y no faltaron los periódicos que titularon: "El nieto del exalcalde Carter: un simple obrero" o incluso publicaciones más dañinas como "Charles Carter, soberbio y arrogante hasta con su propio hijo". A pesar de todas las críticas, Chris estaba decidido a seguir su propio camino.
Una vez que completó sus estudios en la Universidad de Columbia, Chris regresó a Beaux Arts, la ciudad que había sido su hogar durante casi toda su vida. Estaba decidido a comenzar el trayecto que lo llevaría a hacer realidad su sueño. Consiguió un pequeño puesto de pasante en una revista y volvió a vivir con sus padres debido a la difícil situación económica que atravesaba la ciudad. Sin embargo, para Chris, las cosas parecían ir bien y pocas cosas podrían ser mejores, o al menos eso creía.
En medio de una serie de desgracias, Teodoro falleció a causa de una insuficiencia cardiaca, y una controvertida decisión de su parte había generado tensiones con su hijo Charles. Poco después, Gilliam Miller, la novia de Chris durante cuatro años y su amiga desde hacía ocho, decidió poner fin a su relación. Justo cuando parecía que nada podría ir peor, Chris fue expulsado de su casa y abandonado a su suerte. Aquí comienza nuestra historia.
Beaux Arts
Antes de comenzar el primer capítulo y adentrarnos en la crónica de nuestro protagonista, tomémonos unos minutos para sumergirnos en la hermosa localidad donde pasó la mayor parte de su existencia. Beaux Arts era una ciudad que respiraba arte en cada uno de sus rincones, como si estuviera impregnada en su esencia misma. Los vecindarios, en su mayoría, llevaban nombres de artistas reconocidos mundialmente, como un tributo a las almas creativas que habían dejado su huella en la historia. Rembrandt, por ejemplo, era un homenaje al mejor artista en la historia de los Países Bajos, Rembrandt Harmenszoon van Rijn, un genio del arte barroco cuya destreza y visión artística habían perdurado a lo largo de los siglos.
La ciudad se extendía ante los ojos con bellos paisajes que parecían salidos de una pintura en óleo. Campos verdes se desplegaban con esplendor, mientras los árboles frondosos de todas las especies florecían con una exuberancia casi mágica. Pero quizás lo más destacado de Beaux Arts era su peculiar geografía: dos lagos cristalinos que yacían en extremos opuestos de la localidad. Por un lado, en los límites de la región este, se encontraba Crystal Lake, y por el otro, en los límites de la región oeste, se erguía majestuoso Salmon Lake. Estas masas de agua eran reconocidas a nivel nacional por su singularidad y se convertían en un deleite para los sentidos de quienes las visitaban.