Seré su papá

Capítulo 5

– ¡Os declaro marido y mujer! – resonó la voz de la mujer que está delante de nosotros en toda la sala, y temblé al escuchar esas palabras.

Nunca imaginé que mi vida tomaría este rumbo. Me casaría con alguien a quien no amo y mi hijo no tendría a su verdadero padre. Me repito una vez más que esto es mejor que enfrentar mis problemas sola.

Por más que quisiera resolver todo por mí misma, simplemente es imposible.

– ¡Puede besar a la novia! – añade la mujer con una amplia sonrisa, aunque yo no me siento para nada feliz. Hace un momento Mirón y yo intercambiamos anillos, y ahora, además de un anillo con una piedra preciosa, llevo otro de oro blanco en mi dedo.

Mirón da medio paso hacia mí y se inclina. Supongo que puede ver lo tensa que estoy. Tal vez por eso solo me besa en la mejilla. Es un contacto breve y casi imperceptible, pero aun así no sé cómo proceder después de esto.

– ¡Hurra! – grita Vlad mientras nos abraza a ambos. – ¿Cuándo iremos a celebrar?

– Nos ahorraremos eso – dice Mirón. – Eva, ahora iremos al dormitorio para que recojas tus cosas. Debemos trasladar todo a mi apartamento.

– ¡Qué aburrido eres! – refunfuña Vlad. – La boda ocurre una vez en la vida y tú actúas como si nada hubiera pasado.

Creo que Mirón ciertamente lo ve así. Para él, este matrimonio no significa absolutamente nada. Ha conseguido lo que quería. Ahora solo queda instalarme en su apartamento y presentarme a su abuelo. Eso último es lo que más miedo me da. Sé que el abuelo no apreciará los esfuerzos de su nieto.

Mirón no responde porque su teléfono comienza a sonar. Se aleja unos metros para hablar.

– ¿Nos vamos ya, chicas? – pregunta Vlad. – Creo que aquí no hemos dejado nada por hacer.

Salimos del edificio y nos dirigimos al coche que nos trajo. Mirón aparece después de un minuto con un semblante descontento.

– Vlad, irás con Eva al dormitorio. Ayuda con las cosas – dice Mirón rápidamente y le entrega a su amigo las llaves del apartamento. – Necesito ir a la oficina. Eva, espérame en el apartamento.

Apenas abro la boca para objetar, pero no me da tiempo. Mirón se da la vuelta y se va sin siquiera mirarme. Se sube a su auto y se marcha, como si importara poco que acabara de casarse, aunque sea de manera ficticia.

– ¿Nos vamos? – pregunta Vlad.

Una ola de irritación me invade de inmediato. No diría que esperaba más de Mirón, pero su actitud me molesta. Parece que todo esto es solo un juego para él. Como si yo debiera estar agradecida por lo que tengo, pero no siento la más mínima alegría.

Nos acomodamos en el coche: Diana y yo en el asiento trasero, mientras Vlad se sienta delante junto al conductor. No quiero pensar en que esta noche no dormiré en el dormitorio y Diana no estará a mi lado.

Miro mi mano, donde ahora resplandecen dos anillos, y trato de tragarme el nudo que se me forma en la garganta.

Cuando el coche se detiene frente al dormitorio, Vlad nos sigue dentro del edificio. Durante el día, pueden venir visitantes, así que vamos sin problema a nuestra habitación.

– Es acogedor aquí – comenta Vlad mientras examina la habitación, mientras yo reviso todo lo que hay en mi maleta. Temo olvidar algo, aunque sé que puedo regresar aquí cuando quiera.

– ¿Estás bromeando? – resopla Diana. – Yo también querría mudarme, pero lamentablemente es imposible.

Vlad no comenta las palabras de Diana. Toma mi maleta para que no la cargue yo, y me abrazo fuerte a mi amiga. No puedo evitar las lágrimas al darme cuenta de que ya no habrá más nuestras charlas nocturnas ni largas conversaciones.

– Sin lágrimas, Eva – me reprende Diana, aunque tiene los ojos llorosos.

Nos despedimos, pero prometo llamarla. Además, seguimos estudiando juntas.

Vlad baja las escaleras con mi maleta en la mano y yo lo sigo. La coloca en el maletero y abre la puerta para mí. Cuando me siento en el asiento trasero, inesperadamente él se acomoda a mi lado.

– Eva, pareces una buena chica, así que te explicaré algo – dice, mientras el coche arranca. – Mirón no planeaba casarse. No es una persona de familia. Por eso pueden haber fallos de su parte. Como lo de hoy. Dejar a su esposa embarazada después de firmar los papeles e irse a la oficina no está bien. Claro, se lo mencionaré, pero no esperes milagros.

– ¿Por qué me dices todo esto? – pregunto.

– Porque debes estar preparada para cualquier cosa – explica. – No te hagas ilusiones de una vida feliz con Mirón. Estoy seguro al cien por cien de que no te faltará de nada a su lado, pero no esperes que se enamore de ti. Eso no sucederá.

Las palabras de Vlad me dan mucho en qué pensar. Como si hasta este momento mi mente hubiera estado vacía de ideas…

Llegamos a un nuevo complejo residencial casi en el centro de la ciudad, y no me sorprende en absoluto que Mirón viva aquí. Una gran área privada alrededor, entrada con seguridad y estacionamiento subterráneo.

Cuando el coche se detiene, me invade un miedo terrible. Es como empezar la vida de nuevo. Como si en un instante todo lo que había antes se desvaneciera y todo comenzara otra vez.

Vlad toma mi maleta y se dirige al ascensor primero, yo atrás de él. Entramos y veo mi reflejo, ya que las paredes son espejos. Ahora parezco un ciervo asustado. Ojos enormes, labios pálidos…

Y supongo que no hay razones para preocuparse, ya que ahora solo tengo un camino, pero aún así tengo miedo. Temo a esta maldita incertidumbre.

El apartamento de Miron está en el noveno piso. Al salir del ascensor, solo veo dos puertas, y nos dirigimos hacia una de ellas. Vlad las abre y me permite pasar primero al departamento.

En cuanto cruzo el umbral, me doy cuenta de que es muy hermoso. Todo en tonos grises, muebles nuevos. Todo brilla, y da la impresión de que nadie vive aquí.

—¿Es realmente el apartamento de Miron? —pregunto cuando Vlad deja la bolsa en el pasillo y entramos a una espaciosa cocina-sala. Ventanales panorámicos, una bonita vista al patio y una extraña sensación de que este lugar no tiene alma. Todo es muy bonito y absolutamente nuevo, pero no hay una sola planta ni un poco de polvo en el suelo.




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