Maeva.
—Hija, hasta aquí te escolto.
—Pense que nos acompañias, abuelo.
—Me hubiera encantado verte deslumbrar a todos el día de hoy, pero lastimosamente tengo que resolver un asunto de suma importancia.
—Abuelo, recuerda lo que dijo el doctor.
El señor Johanser hizo una mueca.
—Lo considerare cuando tenga un pequeño Johan entre los brazos, antes no, querido.
Un mini Johan. Eso sería hermoso de ver.
—Abuelo, ¿para qué quieres otro mini limón agrio? Mejor que sea una pequeña diva.
—Igual que tú, ¿verdad? -espetó Johan.
—Pensándolo bien no estaría nada mal, tener una niña en la familia, Johan.
—Abuelo, cortalo por favor.
—Si la descendencia se pierde sera tu culpa, Johan. Y si eso llega a suceder no te voy a hablar nunca en la vida.
—Ni que fuera a quedarme impotente.
—Que la boca se le haga chicarron, señor. Porque esos genes no pueden irse a la basura.
—Ya sabía yo que Johan todavía despierta pasiones. Ponte en campaña, y dame el heredero que tanto anhelo, Johan.
El limón agrio rodo sus ojos. Para después cruzarse los brazos.
¿Por qué sera que le molesta que lo manden a hacer cositas? Si eso es lo más rico que Dios creo.
—Maeva, cuento contigo.
—¿Para qué?
—Para que me des un nieto, porque un ingrato por aquí tiene miedo de tocar una mujer.
Qué yo sepa Johan no tuvo miedo la noche en que ambos perdimos el control…
—No es miedo, abuelo.
—¿Podrían dejar de hablar de mi intimidad?
—Si no quieres hacer un bebé, dame un poco de tu semilla para hacer una fertización in vitro. Así todos ganamos.
—No estoy en contra de la fertización in vitro, pero la forma natural de concebir me parece más agradable. -ambos hombre colocaron sus ojos en mi. —Deberia buscar una mujer que despierte un sin número de pasiones en ti, Johan y hacerle a tus hijos.
—Maeva tiene razón, hijo.
—Si van a seguir hablando de mi, me retiro.
—No te molestes porque estamos diciendo la verdad. Pero si te afecta, date un par de tragos y haz a mis nietos.
El abuelo paso de Johan tras esas palabras, para centrarse en mi.
—Nos vemos, hermosa. Espero volver a tenerte en casa.
—Me pasare por allá, y llevaré a Pía.
—Si no estuviera viejo, te juro que me casaba con ustedes dos. -Johanser me guiño un ojo.
—Que goloso eres abuelo.
—Ustedes dos son un sueño para cualquier hombre, son una verdadera leona.
—Abuelo, si no te molesta libera a la señorita, porque voy un minuto tarde y bien sabes que odio la impuntualidad.
—Lleva una señorita hoy a casa, Johan.
—Abuelo, no voy de fiesta. Voy a cerrar un trato con Lewis.
—Lewis es un buen prospecto para ser la madre de mis nietos.
¿Eh? Esa mujer no le pondrá las manos encima a Johan.
—Abuelo.
—Ya te dije lo que tenía que decirte, Johan.
Después de decir esas palabras, Johanser se despidió de mi, dándome un beso en la mejilla.
—Nos vemos después abuelo.
—Cuidate, Maeva.
Le brinde una sonrisa, y tras eso. Johanser empezó a caminar hacia su auto.
—Primero, no quiero que vuelvas a vestirte de esa forma. Segundo, no quiero que te acerques a mi abuelo, y tercero, trata de comportarte.
—Primero, me pongo lo que me de la gana. Segundo, el abuelo es quien se acerca a mi, y tercero, si quieres que me comporte tendrás que encadenarme a ti.
—Si pierdo el contrato por tu culpa, te hecho.
—¿Un polvo?
Antes de que Johan pudiera responder, Royer antepuso su voz.
—¡SEÑOR, LLEGAREMOS TARDE…!
—Alejate de mi, Maeva.
—Quien se acerca a mi eres tu, Johan.
El limón agrio me dio una mirada fulminante.
—Espero que te lárgues lo más pronto posible.
—No te daré el mismo gusto que te di en el crucero aquella noche, Johan.
Esas palabras lograron que Johan ardiera de furia.
¡Qué de valla de paseo…!
Me dirigí hacia el vehículo de Johan, y Royer abrió mi puerta.
—Gracias, pene corto.
—Le dire a tu hermana, que…
—Haz lo que te venga en gana. -dije y acto seguido después ingresé al vehículo.
—Ojala que.
#1815 en Novela romántica
#516 en Novela contemporánea
embarazo, romace celos amor prohibido, romance serendipia amor embarazo
Editado: 13.09.2025