Debía aprender que esta altura de mi vida las cosas buenas en mi vida no eran permanentes, tarde o temprano se desvanecerían.
Al mirar por última vez el lugar donde pase casi los últimos diez años de mi vida, me sentí muy triste, en el fondo sabia que no podría encajar en esta vida aunque lo intentara. Trate de ser yo misma y no me funciono, trate de cambiar y tampoco funciono.
Por eso necesitaba un cambio en mi vida, y vivirla como siempre quise, pero que no tuve el valor de intentar por miedo de estar sola. Pero eso era algo que ya lo estaba, desde que Dela y mamá dejaron este mundo me quede sola. Aunque Derek, lleno ese vacío, tarde o temprano supe que el haría su vida. No podía ser egoísta y estar en medio de su camino a la felicidad.
Por eso volví a casa, donde crecí, para enfrentar mi pasado y tratar de tener un equilibrio en mi nueva vida. Por eso estaba en la oficina de la consulta de mi padre o el hombre que creía que era mi padre. Cuando llame para pedirle si se podía reunir conmigo accedió de inmediato. Estaba en una clínica que tenía su apellido. Era un legado familiar, no me sorprendía que cada miembro de su familia ejerciera algún cargo en la salud, como yo. Nunca supe porque me fascinaba, tal vez estaba en mi sangre.
No espere mucho tiempo, pero cuando entro en su consulta parecía un hombre muy distinto la última vez que lo vi. Parecía más viejo, y en sus ojos había ira y tristeza a la vez. Me levanto de mi asiento lo mejor que me lo permite mi embarazo de seis meses y le tiendo la mano para saludarlo.
-Señor Alvares. Soy Emma.-me presento lo más serenamente posible. El solo me observa un momento hasta que estrecha mi mano.
-Eres igual a Maya…tomo asiento. ¿De cuánto tiempo estas? -me pregunta mirando mi vientre hinchado.
-De seis meses. Mellizos, niño y niña.
-Por lo que se es por parte de los genes de la familia de tu madre.-me lo dice mirándome detenidamente mi vientre, cuando termina su inspección, por fin me mira a los ojos, a sus ojos idénticos, lo único que podía decir que había heredado de él-. Lo siento. No es muy cortes de mi parte mirarte así.
-Siete de cada diez personas sienten curiosidad por una mujer embarazada. Uno se acostumbra a esas miradas con el tiempo. Pero no es por eso que estoy acá.-voy directo al grano-. Supe que sintió curiosidad de saber de mí después de verme salir de la consulta de su madre hace unos meses.
-Sí. Quería saber si lo que me dijo mi madre era verdad.
-Me parece bien. Por eso estoy acá, se lo debo a mamá y a Dela.
El solo asiente y me cuenta lo que le dijo su madre cuando la visite. Ella le había mentido todos estos años, según ella nosotras no éramos sus hijas. También le hizo saber del dinero que nos dio, que según ella lo había cedido a través de chantajes. De eso no podía estar segura, pero le hice saber que yo le había devuelto eso dinero y más. Pero lo que más me enfureció y la vez me dio risa fue que dijo que yo la había amenazado con destruir su familia y decirles a su actual esposa e hijos de mi existencia si no le daba más dinero.
Yo solo espere que terminara de contarme su versión de la historia. Hasta que me dijo que quería hacernos un ADN, y si daba positivo estaba dispuesto a presentarme a su familia.
-No.-fue mi respuesta inmediata. El solo me miro desconcertado.
-¿Por qué no?
-No vine para hacerme una prueba de ADN y poder resolver tus dudas.-veo la perturbación en sus ojos, y mira fijamente sus manos-. Yo a estas alturas no necesito un padre presente, lo necesite cuando era una niña y mi madre nos decía que el vendría por nosotras y nos querría.
-Pero de ese modo podre cederte parte de mi legado por igual que a mis otros hijos.
-No necesito que me cedas nada. Yo poseo suficiente dinero y creo que lo sabes muy bien.-el levanta su mirada y me mira con el ceño fruncido-. Una de las cosas de tener dinero suficiente es que se cuando alguien quiere escarbar en mi pasado.
-Yo…-me dice nervioso.
-No estoy molesta, yo hice lo mismo con usted y su familia…
En ese momento se abre su puerta y entra una mujer de edad, vestida de doctora. Al verla supe que era su esposa. Francisco se levanta de su asiento y la mira nerviosamente.
-Perdón por interrumpir.-dice ella-. Toque. Como no contestabas y decidí entrar.
-No interrumpe nada, doctora Alvares.-me apresuro levantándome y tendiéndole la mano para presentarme antes que Francisco hable-. Emma Conti, un gusto.
-¿Conti?-pregunta mirando a su marido.
-Sí. Es ella.-le contesta Francisco.
-¿Qué quieres con mi marido?-me pregunta después de cerrar la puerta del consultorio.
-Nada.-contesto respirando decepcionada, podía ver que esta mujer era igual que mi supuesta abuela-. Vine a aclarar eso. No quiero dinero, ni vienes de su familia y…tampoco forzare una amistad si no me la brindan voluntariamente. Puedo ver que a todos nos mintieron.
-Elvira tenía razón, puedes tener una cara de ángel pero por dentro eres una víbora.-me dice con desprecio, yo solo le sonrió lo más malvadamente.
-A esta altura de mi vida estoy acostumbrada a que las personas piensen lo peor de mi.- miro a Francisco y digo-. Tú fuiste sincero y yo fui sincera, no quiero nada material de tu familia.-en eso se me viene algo a la cabeza-. Tal vez una cosa más.
-Sabía que pediría algo.-dice la mujer a mis espaldas.
-Matt Lanús.
-¿De dónde conoces a ese pobretón?-dice la mujer.
-¿Qué tiene que ver ese sujeto?-me interroga Francisco.
-Sé que piensan que no es suficiente para su hija menor. Pero él quiere a su hija. Se dé una fuente segura que no lo quieren por su familia por no ser acaudalado, por así decirle.
-Laura se merece algo mejor que ese pobretón.-dice con peor desprecio la mujer.
La miro fijamente empezándome a enojar, por la manera que habla de mi amigo.
-Matt es un hombre trabajador, y sé que será alguien muy importante para esta comunidad. Usted señora…-la señalo-. Es mejor que deje que su hija sea feliz con mi mejor amigo, si no quiere ver sus muertos fueras del armario.