Decisiones. Las malditas decisiones que tomamos de adultos nos podían marcar nuestro presente para bien o mal. Ser adulto a veces apestaba, pero no podía evitar lo inevitable. Cuando miraba las pequeñas caras de mis bebes, me trasmitían paz a mi ser. Pero sabía que por ellos haría todo, pero a la vez tenia tanto miedo de sufrir en el proceso y que ellos sufrieran por mis malas decisiones.
Había pasado un mes que mis bebes habían nacido. Un mes para pensar. Un mes para recuperarme. Un mes suficiente para tomar una decisión.
-Iré a buscar a papá.-les dije a mis bebes tocando sus bellas caritas.
-Ya era hora.-miro la cara de Alex, quien nos observaba sentado en un sillón de la habitación de mis bebes.
-Lo sé. Iré a ver porque no fue a la revisión de los niños y aprovechare para que hablemos como le prometí.
-Ten paciencia, ayer estaba un poco molesto cuando hable con él. No quiso decirme nada, pero estoy casi seguro es porque tu no le diste ninguna señal que lo quieres en tu vida...no solo como el padre de los niños. A mi hermano le tienes que decir las cosas directamente como las quieres...si no interpretara otra cosa.
-Lo sé, ya me lo dijiste muchas veces.-le sonrió porque sé que él quiere lo mejor para su hermano y para mí.
Después de darles muchos besos a mis bebes, salgo de la casa. Mi casa en estos últimos meses era muy modesta. No necesitaba lujos para vivir, aunque me había acostumbrado a ellos en los últimos años a veces extrañaba las cosas sencillas de la vida.
Cuando llego al hotel que se hospedaba Alan, pido en recepción poder hablar con él. El recepcionista me informa que se encontraba en el comedor del hotel desayunando.
Me dirijo al lugar y miro alrededor buscándolo, pero cuando lo encuentro no estaba solo. Estaba con una mujer, muy bella. No pude evita sentir ese pinchazo en mi corazón, pero cuando él toma su mano y la besa, definitivamente se me rompió el corazón.
-Hijo de...-escucho a Fred gruñir. Cuando avanza para entrar al comedor lo agarro de un brazo deteniéndolo-. Emma...
-Es hora...-respiro profundamente-. Hora de volver a casa.
No le da tiempo de responderme porque salgo de ese lugar. Después de una hora llego a casa. Pero antes de entrar trato de calmar a mi roto corazón. A penas entro Alex me bombardea con sus preguntas.
-¿Cómo te fue? ¿Dónde está Alan?
-No estaba en su hotel.-trato de mentirle lo más calmadamente posible-. Lo llame y estaba arreglando algo con sus negocios.
-¿Negocios?-me interroga levantando una ceja.
-Si...ehm...iré a ver a los niños y tomare un baño.-me sentía mal mintiéndole a Alex, pero no me sentía bien charlar de Alan con él-. ¿Quieres quedarte a comer?-lo invite para cambiar de tema.
-No.-me dijo en tono frió.
-¿No?
-Mientes falta.-me dice muy serio-. ¿Qué paso?
-Nada.
-¿Nada?-me quedo en silencio-. Está bien...lo averiguare yo mismo.
-Alex...-digo pasándome la mano por la cabeza, que empezaba a dolerme-. No te metas por favor...es mi vida yo debo solucionar mis problemas. No seas igual que Derek.
-¿Igual que Derek?-escupe molesto.
-Derek siempre solucionaba cualquier problema que le pidiera o no. Ahora se alejó un poco por su familia...pero yo tengo mi vida y quiero resolver mis problemas...yo misma. ¿Entiendes?
-Pero...te haces daño...los dos se hacen daño.
-Nada en esta vida es sencillo. Siempre sufrimos o perdemos algo.
El después de aceptar mi respuesta se va. Después de hacer unas llamadas y tomar un baño. Les doy de comer a mis bebes. Cuando termino me dirijo a mi pequeño estudio y prendo mi computadora, era hora de retomar mi vida o mejor dicho enfrentarme a ella. No paso mucho tiempo y Fred entra con un semblante sombrío.
-Esta acá.
-Está bien. Y Fred...
-No diré nada. Por y ti cualquier cosa, Emma.-le sonrió cálidamente a Fred, se había convertido en mi confesor y amigo. Nos entendíamos con solo una mirada, tal vez sea porque nosotros fuimos niños rechazados por nuestros padres.
Cuando sale sigo con mi trabajo, aparte de ser doctora tenía dinero invertido. Algo en lo que Derek me había ayudado a los últimos años, y yo le ayudaba a él. Pero nadie sabía lo que poseía, lo ocultaba detrás de Derek. Al principio me pareció lo más sensato, fue un modo de protegerme. Siempre lo supe, pero ya era hora de dejar de ocultarse.
-Te ves muy concentrada.-levanto la mirada y veo a Alan en el marco de la puerta-. Como si tuvieras a punto de tomar la decisión de tu vida y no me gusta.
-¿No te gusta?-me hago la confundida. Alan en el poco tiempo que nos conocíamos casi siempre sabía lo que pensaba. Era igual que su hermano, y ahora a mí no me gustaba.
-No me vas a dejar.-cierra la puerta de mi estudio con llave-. No te dejare ir.-se acerca a mi lado y me levanta de mi asiento, toma mis manos en las suyas-. Te quiero en mi vida...quiero a mis hijos en ella contigo en la foto.
-Alan yo...
-Te amo.-me pega a su cuerpo y yo jadeo-. Te amo con todo mi ser.-y me besa.
No tardo nada en responderle el beso, rodeo con mis brazos su cuello y lo beso con todo lo que tengo. Los dos jadeamos por el contacto de nuestros cuerpos. Cuando nos separamos todavía seguía perdida en la sensación de nuestro beso, que no presto atención lo que me dice.
-Di que sí.
-¿Qué?
-Nos casaremos en una semana.-ahora si estaba escuchando. Me separó de sus brazos y trato de ordenar mis pensamientos, miro mi brazo que empezaba a temblar, me estaba por dar un ataque de pánico y no entendía el motivo ni yo misma-. ¿Emma?-el trata de acercarse a mí y yo retrocedo.
-Dame un momento.-trato de hablar lo más calmadamente posible.
-No dejare que me rechaces. Sé que con el tiempo me amaras como yo te amo a ti.-se acerca rápidamente a mí, toma mi cara en sus manos y me da un beso rápido en los labios-. Nos vemos mañana amor.
El sale del estudio dejando más aturdida aun. Reacciono rápido y salgo detrás de él.