Si las luces se apagaran

15. "Frágil"

¡Derek! Grité a los cuatro vientos en mi mente. No podía reaccionar bien ante esta situación tan desfavorable. Mi pulso desde que la bomba estalló, se había vuelto más intenso. Pero siendo todo aquello una perdición, volví a tener un pensamiento más claro en mi mente. Bajé la mirada en busca del teléfono en el suelo, dejé que mis rodillas se posaran en el suelo y frágilmente tomé el teléfono llevándolo a mi oído.

—Jade, ¿d-dónde estás? —Susurré destruida, ese chico lo es todo para mí.

—Está en una fiesta acá en la casa de una compañera... —De por medio se escuchaba el volumen alto—. Tienes que venir por él, está aquí todo tirado en el suelo y lleno de sangre... Pasaré por ti para que vengas a verlo.

—G-gracias, te espero —Murmuré antes de cortar.

Dejé el teléfono a un lado y volví a sentirme vacía. Necesitaba ir a verlo a como dé lugar, necesitaba saber que se encontraba bien. Esta situación me desesperaba considerablemente ¿Cómo lo haría? Una incertidumbre se sembró en mi interior y me di cuenta de que mamá estaría durmiendo plácidamente en su cama. Con una respiración difícil de controlar caminé hasta su cuarto pensando en que le diría para irme a ver a Derek. El nerviosismo me estaba matando y cada vez que avanzaba por los pasillos de la casa, el silencio me perturbaba. Nunca había pasado limites o ir contra la voluntad de mis padres.

Ahí me quedé justo al frente la puerta de su habitación con un tremendo nudo en la garganta, sintiéndome la persona más miserable por esconderle una vez más una mentira que agregaría a la lista. Traté de tranquilizar mi respiración agitada, levanté la mano en forma de puño y toqué tragando saliva. Escuché un "Adelante, hija" y cerré mis ojos botando bocados de aire acumulados en mis pulmones. Me di fuerzas para seguir adelante y abrí la puerta.

—Hola, mamá —Digo sonriendo.

Ella estaba recostada sobre la cama, viendo televisión.

—Hola hija, pensé que dormirías hasta mañana —Comentó al verme por mi sombra, ya que lo único que podía iluminar la habitación, era la televisión—. ¿Tu padre te comentó?

—No, ¿Qué cosa? —Murmuré tranquila, aunque por dentro me sentía fatal, todo era un revoltijo de cosas negativas.

—Tu abuelo sufrió una recaída y por la mañana iremos a verlo... ¿Vendrás? —Me preguntó otra vez en este año.

Yo di un paso más atrás sintiéndome prisionera de sus preguntas.

—Lo dije un día y lo seguiré diciendo, yo no iré a verlo... Él me hirió como ninguna otra persona, él y toda esa familia —Manifesté con la mirada tensa.

—Hija —Mamá se quejó.

—No, mamá. No iré. ¿Por qué te empañas en sacar este tema? —Mi mentón tiritó y negué con ira—. Estaré en mi habitación por noche y la mañana, quiero que no me molesten, le pondré cerradura —Di mi última palabra.

—Hija, no puedes tomar esas decisiones. No solo porque te digo que vayas a ver a tu abuelo, no quiere decir que tomes estas medidas.

Verla sufrir por mi culpa me destruía por dentro, pero si necesitaba hacer eso para ver a la persona que ilumina mis días era capaz de hacerlo.

—Lo siento mamá, pero ya está hecho —Digo en mi defensa y ella baja la mirada triste. "Lo siento, mamá. Pero ahora lo que importa es la persona que quiero"—. Adiós mamá, dale saludo a la abuela por mí.

—En tu nombre, hija. Si quieres seguir de esa manera, lo entenderé. Él nunca fue bueno contigo —Murmuró mientras levantaba la mirada para posarla en mi sombra.

—Espero que algún día puedas entenderlo.

Tomé la manilla de la puerta para cerrarla.

—Yo siempre te entendí hija —Dijo antes de que yo pudiese cerrar la puerta de su habitación.

Miserable otra vez, era la manera en la me sentía en ese momento que discutía con mamá sobre la persona que tenía que llamar "Abuelo". Ella había abierto una vez más la herida que por tanto me costó ocultarla, me dolía de solo recordar aquellos episodios tan desagradables en donde me sentía prisionera. No puedo olvidar, muchos dicen que es algo pasajero, pero hasta el día de hoy ese dolor permanece intacto... Aún trato de borrarlo de mi memoria, aunque sea imposible.

Caminé con mis pies a rastras hasta llegar a mi habitación y dejé que mi cuerpo se apoyara sobre la helada madera de esta. No podía, no era capaz de olvidar, jamás sería capaz de olvidar si ellos insisten en que lo debo volver a ver. Me repetí una y otra vez en mi cabeza mientras no paraba de derramar lágrimas. Mis recuerdos volvieron a tal punto que permanecí sentada sobre el suelo abrazando mis piernas, dolía todo lo implica a él y a la familia que lo rodea. Aquella chica débil y frágil volvió como una ráfaga de viento y por un momento llegué a pensar que se la había llevado la arena

Cuando sentí otra vez el teléfono vibrar en mi pantalón, volví a recordar que la persona que me amaba, necesitaba de mí como yo de él. Rápidamente con mis manos saqué las lágrimas que él no merecía, no merecía mi dolor. Me levanté del suelo y fui hasta mi mesita de noche, sacando la llave de mi habitación. De mi silla de escritorio tomé un sweater y me lo coloqué nerviosa. Irme sin dejar rastros nunca se había pasado por mi cabeza.

Con las manos tiritando, salí de mi habitación cerrándola con llave. Di un vistazo rápido a la puerta de mamá y luego con delicadeza, bajé los peldaños de la escalera hasta llegar a la puerta principal. Tomé la perilla y la volteé con cuidado, evitando hacer el menor ruido. Al abrir la puerta esta comenzó a crujir un poco. La adrenalina se me subió a mil, era muy torpe para estas cosas. Cuando estuvo lo suficientemente abierta para salir, lo hice cerrándola con delicadeza. Había salido sin ningún problema o eso yo creía en el fondo. Me senté sobre la baldosa a esperar el auto que se estacionaría frente a mi casa. Estaba oscuro y tenebroso que me ponía los pelos de punta. Salir de casa a estas alturas de la noche me asustaba, las calles se veía solitarias y con muy poca visibilidad alrededor.




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