Si las luces se apagaran

17. "Plan B"

Los segundos con él en el teléfono, se hicieron eternos. Apenas lograba contener el aire en mis pulmones. Miles de interrogante se me acumularon en la cabeza. Era como estar en un acantilado, esperando el momento preciso para que te arrojaran al fondo.

—Esta bien, iré... —Se pausó y me miró a los ojos—. Adiós, que esté bien.

Cortó la llamada.

—¿Q-que sucede? —Pregunté con un hilo de voz, solo perceptible para él.

—Bueno, tu madre dijo que fuera a verte porque... —esperé atentamente a su respuesta y él hizo un entre comillas con sus dedos—, "Estabas en casa sola y enojada" así que tu mamá no hizo nada mejor que llamar al novio de ella.

—¿Eso quiere decir que no se dio cuenta de mi ausencia ayer? —Asintió y yo boté toda mi ansiedad. Mi respiración que por mucho tiempo se encontró totalmente descontrolada, volvió a la normalidad—. Eso suena realmente bien.

—¿Eso qué? —Preguntó curioso.

—Eso del novio de la hija.

Reí al pronunciar eso.

—Cambiaste muy rápido de humor, linda —Tomó una de mis mejillas y las acarició con dulzura—. Pero debo contarte una mala noticia. —mi sonrisa se desvaneció—, tu mamá nombró a tu abuelo y está en un estado crítico.

—Yo no fui a verlo y tampoco iré hacerlo... —Bajé la mirada viendo el vaso en mis manos. Era un tema tan delicado de tratar, que no era lo suficientemente valiente—. Aquella fue la discusión que tuve en la noche con mi mamá.

—¿Por qué no quieres ir a verlo? —Asentí—. Tu abuelo está con vida, Liz.

Negué desviando la mirada hacia la ventana, dejando su mano en el olvido.

—¡No quiero, Derek! —Mascullé con un dolor en el pecho.

—¿Por qué no quieres, Lucecita? —Me vulneré al escuchar su voz y derramé lágrimas.

—Te contaré una historia —Volví a mirarlo y él me regalo una leve sonrisa—. Había una vez una pequeña de 6 años que vivía con sus padres, pero ellos no la podían cuidar todo el día, así que decidieron que lo mejor era dejarla con sus abuelos. Ella no objetó y se fue a donde sus abuelos vivían y también donde lo hacia el resto de su familia... Desde entonces las cosas cambiaron. Él era un monstruo, la humillaba siempre que podía al frente de toda su familia, le decía lo horrible que era comparado con su no nieta favorita. Bajó tanto la autoestima de esa niña a tal punto que arruino su vida y la volvió una chica frágil, incapaz de defenderse... —Saqué las desoladas lagrimas que bajaron por mis ojos, estas eran solo por recordar—. Es difícil olvidar todo esto. Mamá siempre me dice que olvide todo, que no es bueno dejarse el rencor, pero es imposible... A pesar de los años que han pasado, la herida aún se mantiene sin sanar. Hoy en día las imágenes permanecen intactas cuando pasaba hambre por culpa de ellos, cuando sus palabras sin amor se incrustaban en mi cabeza como memorias sin olvido.

Su mirada de compasión fue la responsable de que cayera en forma repentina sobre su pecho, hundiéndome en su cercanía y protección. Sus brazos después me rodearon por completo.

—No tienes que estar así, ahora existen personas que te aman y no hablo únicamente de mí —Sonreí al escuchar sus alentadoras palabras—. Es normal tener un pasado enjuiciador y triste.... No eres la única, Lizzie. Yo también lo tengo, pero con la única diferencia de que para mí es difícil. Algún día tendré las agallas necesarias, pero hasta el momento no puedo.

Asentí, entendiendo su modo de no querer hablar.

—Pero algún día tendrás que hacerlo, por mí y por ti —Confesé al levantarme rápidamente de la cama para luego caminar pensativa—. Por favor, dime cada cosa que te atormenta. Estamos en una relación que apenas inicia y quiero que aquello no crezca en mentiras. —Hablé sin pensar, tal vez por la inseguridad que transparento al frente de su persona—. No podría soportar más cosas así.

Hablaba muchas cosas continuamente hasta que se interpuso en mi camino con su pecho agitado, tomo de mi rostro con sus grandes manos y rápidamente juntó sus labios contra los míos, tomándome por sorpresa. Sus besos son como imanes, eran tan placenteros que me hacían ir por más de lo que alguna vez hubiésemos logrado.

—Todo es real, hermosa.

Sus manos hicieron presión en mi cintura haciendo que de mí saliera un gemido involuntario. Aquello solo lo logró el famoso Derek en mí, me volvía en una persona completamente aislada de pensamiento. Enredé mis brazos sobre su cuello y ambos, sin pensar cosas claras, caminamos entre zancadas hacia un lugar desconocido, donde mis pasos de pronto fueron detenidos por el respaldo de la cama. Me sentía ansiosa de poseerlo más, de querer más, de que sus manos me llevaran hacia un lugar en donde los únicos que existencia era la que me unía a él... Prácticamente me invadía el deseo, sin pensar claramente.

Me depositó sobre la cama con delicadeza, intentando no entorpecer un momento lleno de pasión que ambos pasábamos. Sus besos fueron en descendencia por mi labio inferior hasta bajar por mi cuello, sintiendo como esa barba crecida me erizara la piel y volviéndome a sacar un gemido más fuerte. La pasión se estaba volviendo en un desenfreno sin retorno hasta que de pronto sus besos cesaron y entonces caí en la cuenta de lo que estaba por hacer, del momento tan importante que iba a dar.

—¿Sabes la diferencia de nuestro inicio? Es que no habrá final —Su voz tan ronca sobre mi oído quebrantó esa barrera en mi cuerpo, haciendo que este se erizara por completo y logrando que muerda mi labio con gran fervor.

—Yo... —Tragué saliva con fuerza, intentando controlar la respiración—. Nunca planeé un final.

Él se acomodó por encima de mi sosteniendo su cuerpo con ambas manos sobre el colchón de la cama.

—Eso es lo que me vuelve loco de ti... Es que siempre me dejas sin palabras —Su voz varonil podía hacerme caer una y otra vez en un juego peligroso del cual no estaba preparada—. Lamento no haber podido controlarme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.