Si las luces se apagaran

25. "Chica inteligente"

Mis labios humedecían cada parte de su boca con lentitud y cercanía. Ambos no estábamos contra el tiempo y cada segundo que transcurría se hacía con mera tranquilidad, sin necesidad de parar. En cuanto nos faltó el aire, nos separamos lentamente fijándonos uno sobre el otro como si fuera un sueño. Perdí mi cabeza por completo en su gris mirada, como si todo girara entorno a ella.

—Llegaste como un ladrón, robándome todo —Confesé sonrojada y él, con su mano libre, acarició una de mis mejillas con ternura.

—Tú me robaste el corazón, Lizzie —Sonreí toda boba—. Ven acá.

Extendió sus brazos para que me arropara en ellos y de esa manera pude caer en ellos, sin importar que él haya corrido continuamente, sin importar que la gente a nuestro lado nos estuviera mirando, nada interesó. En ese momento sencillamente éramos solo nosotros dos.

—Te amo —Murmuré, apoyando mi cabeza sobre pecho húmedo. Su fragancia no había desaparecido, la olía intacta.

—Yo también te amo, lucecita —Su cálida voz se mezcló entre mi cabello, estremeciéndome—. ¿Lizzie, por curiosidad no ha pasado nada en este tiempo?

—¿Por qué me lo preguntas? —Intervine sin entender.

—Porque hay unas chicas que no nos miran bien.

—¿Qué? —Recordé esas chicas—. ¡Carajo!

—Preséntamelas, Lizzie.

Tomó de mi muñeca arrastrándome hacía el trio de chicas y yo por supuesto, quise soltarme. Sin embargo, su musculatura innata me lo impidió. Estaba atrapada, pasaría la vergüenza de mi vida. A él no le importaba, lo vi en sus ojos. No le interesó mi humillación, tomó de mi cintura atrayéndome a su pecho con gran posesividad.

—Hola, chicas. Las he visto mirándonos, ¿Tienen algún problema con mi chica o conmigo? —Derek las encaró, esperando que algunas de las chicas hablasen, pero ninguna de ellas quiso. Se sonrojaron como tomates—. ¿Y bien?

—Nada, solo queríamos felicitarte por el triunfo —Habló la castaña y sonrió con cierta victoria—. Y decirte que la chica que come ratones estaba con otro chico.

Me quedé muda, no podía creer lo que salió de su boca sucia. Derek por su parte se lo tomó con mucha gracia que se carcajeó por completo.

—Así que me pones los cuernos —Él bajó su vista hacia mí, sonriendo.

Mi vaso como ya estaba medio lleno, con la gota que ella tiró adentro, hizo que explotara como una bomba.

—No tienes por qué hablar blasfemias, cuando ese chico que viste era mi primo. No sé cómo logré soportarte todo este rato de que te querías a ligar a mi novio y acostarte con él.

En la castaña más que vergüenza en su rostro, se formó ira.

—¿Me querías violar? —Derek la encaró con gran enojo, aunque fingido.

—Y-yo... —Fijó la vista hacia mí y luego en Derek.

De pronto comenzó a retorcer, chocando con los chicos del equipo y totalmente humillada se dio la vuelta para irse junto con sus dos cómplices. Inmediatamente me di vuelta entre mis talones tomando a ese chico por el dobladillo del cuello en su camiseta. Sus pupilas dilatadas lograron segarme mientras que su frente se encontraba apoyada sobre la mía.

—Escucha Derek, si me entero de que más chicas así se te acercan cuando vas de visitante, no entrarás a mi casa —Lo amenacé con una mirada retórica y él comenzó a carcajearse.

No le seguí el juego, mantuve mi postura y él dejó de hacerlo de golpe.

—Nunca sucede y no me acercaré a ninguna chica que no sea la mía —Ladeó su rostro—. Ahora chica celosa, vuelve con tu primo. Te está haciendo señas.

Sin soltar mi agarre de su camiseta, miré en las gradas a April y Henry llamándome.

—Tengo que irme —Lo suelto para acércame a sus labios, pero él se endereza para tener más metros sobre mí. Tomó una postura que me era inútil darle un beso—. Me tengo que ir y tú no te dignas a bajar un poquito para darte un beso de despedida —No quiso encovarse—. Bien si eso es lo quieres, nos vemos luego.

Volteo decida a irme. No estaría dispuesta a humillarme para saltar a darle un beso, era alto. Alcancé a dar tres pasos y sus manos en mi cintura me alcanzaron, atrayéndome con fuerza. Su pecho chocó con el mío, sintiéndolo subir y bajar con gran brusquedad. Tomó de mis mejillas y depositó un beso sobre mis labios.

—Ahora puedes irte.

Me abalancé dejando que mis brazos se enredaran por detrás de su cuello y deposité un beso en su nariz, pero inmediatamente hice una mueca de disgusto.

—¿Qué sucede? —Preguntó preocupado.

—Estas salado —Lo suelto.

—Y tu dulce, somos la mejor combinación.

—No, me gustas más dulce. Te quiero —Me alejé, retrocediendo.

—¡¿No que me amabas?! —Gritó sin importar que sus compañeros de equipo lo mirasen.

—Te amo —Chillé en voz baja.

—¡No te escucho! —Gritó de nuevo. ¡Dios! me estaba avergonzando de una manera.

—¡Que te amo, idiota! —Grité sonriendo.

A estas alturas ya podía ser cosechada como una fresa, mis pómulos estaban tan rojizos que sentía un calor abrasador.

—¡Esa es mi chica! —Él grita a los cuatro viendo justo cuando volteo para irme.

Las pocas personas que se encontraban en las tribunas se fijaron en ese bellísimo loco. Incluso Henry lo hizo cuando llegué, burlándose de la situación y April confesó que él me había lanzado un beso.

—Tenemos que irnos, Liz. La policía está afuera esperándonos —Henry alarmó a April y ella abrió sus ojos asustada.

—April, es mi papá. Henry muchas veces le dice así —Le pegué un codazo por ser tan... él.

—¡Ah! Cierto —Ella recordó mientras que Henry hacia una mueca de dolor.

—Esta vez dolió —Se quejó.

—Lo siento —Hice un puchero fingido.

—Tú lo que menos tienes es lamentar —Él se quejó.

—Ya niña, vámonos... ¿April, quieres irte con nosotros?

—Si, por favor.

Tras la respuesta de April, los tres atravesamos todo el colegio incluido los camerinos de hombre donde se oían canticos del triunfo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.