Si tan solo me hubieras amado

Capítulo 8

"Es solo coincidencia..." 

 

Se repitió en su cabeza. No puede ser que ese hombre supiera en donde trabaja y viniera aquí solo a perturbarla. Eso no es posible, la tiene en sus manos ¿Qué más busca? Aunque luego recordando las palabras de Sebastián de que Emanuel Stravros la subió a su auto y no fue ella quien se subió como le había dicho este hombre, no sabe ya que pensar. Incluso eso la empuja a dudar que esto realmente sea solo una coincidencia. 

 

—Les cuento que el nuevo socio de la compañía, a partir de hoy es el señor Stravros —habló su jefe—, y ha propuesto una nueva idea para darles la oportunidad a todos ustedes, que creen un nuevo proyecto que sea beneficioso para nuestra área, se les darán premios a las mejores ideas y claro una promoción. 

 

¿Un nuevo socio? ¿Por qué alguien tan "grandioso" como lo definió Sebastián quisiera comprar acciones de una empresa pequeña como esa? ¿Acaso no solo le basta tenerla entre sus dedos en su vida privada que planea hacerlo también en su trabajo? Movió la cabeza a ambos lados.

 

"Tranquilízate, Emilia, el tipo solo quiere que le pagues su jarrón. Mírate en el espejo, solo eres una mujer sencilla, nada extravagante para haber llamado la atención de alguien como ese... nadie se hace socio de una empresa así como así."

 

—Estoy muy ansioso por conocer sus ideas y agradezco al señor Stravros por esta oportunidad en nombre de todos —su jefe se volteó hacia Emanuel. 

 

—Yo solo espero que me sorprendan con sus proyectos —le respondió con amabilidad.

 

Los ojos de Emilia se alzaron hacia su jefe ¿Un proyecto? No puede negar que es una oportunidad que ha soñado durante años, aunque que sea precisamente Emanuel Stravros que la auspicie la inquieta. Pero todos lucen emocionados, incluso Sebastián, por lo que se le hace imposible no contagiarse de la alegría.

 

—Así que piensen y les avisaremos desde cuando comenzaremos a recepcionar sus proyectos y claro, le damos la bienvenida al nuevo socio de la compañía y agradecemos su interés hacia los trabajadores. 

 

—No hay nada que agradecer, siempre es bueno estar abiertos a las ideas de todos nuestros colaboradores. Fue un gusto conocerlos a todos —le respondió cortésmente. 

 

Emilia sintió su mano caliente y al verlo notó la quemadura. Sebastián preocupado se giró hacia ella tomando su mano notando el daño que se hizo con el café. 

 

—No se ve grave pero igual es mejor que vayas a la enfermería —le dijo con seriedad. 

 

La mujer movió la cabeza sonriéndole con suavidad antes de salir del lugar escuchando la algarabía de sus compañeros que hablaban emocionados de la oportunidad que se les esta dando, y algunas claro, hablando de los guapo que es el nuevo socio. 

 

A lo lejos no notó que la mirada de Emanuel no dejaba de seguirla incluso pareció incomodo por la cercanía de Sebastián hacia ella. Carraspeó con amargura y por unos segundos pareció indiferente a las mujeres que lo rodeaban admiradas. 

 

Emilia esperó el ascensor y apenas las puertas se abrieron se subió apoyándose en un costado y mirando su quemadura. Las puertas estaban a punto de cerrarse cuando alguien las detuvo y entró también. Al alzar su mirada se dio cuenta que es Emanuel. Sin pensarlo retrocedió aun más y al tocar el fondo del ascensor le dio la espalda. 

 

¿Qué hace justo este tipo subiéndose con ella al ascensor? ¿La esta siguiendo? 

 

—Eres de verdad muy estúpida —le dijo mientras el ascensor bajaba haciendo referencia al asunto de la taza que se le cayó al piso. 

 

Emilia bufó, molesta, el tono con que le habla a ella es muy distinto al tono cortes con que le habló al grupo completo ¿Será este el verdadero Stravros y no aquel cordial y amable como se muestra en público? Claro recordando el día que despertó desnuda en su cama, aquel que ahora tiene en frente, es el verdadero Emanuel Stravros. 

 

—Prefiero ser estúpida que mentirosa —le respondió ofendida. 

 

Emanuel alzó ambas cejas sin entenderla. 

 

—¿Por qué dices eso? —le preguntó. 

 

Emilia arrugó el ceño viendo su propio reflejo en el espejo del ascensor y deteniendo su mirada en la masculina espalda de aquel hombre. 

 

—Me dijo que me subí borracha a su auto y me dijeron que eso no fue así, que fue usted quien me subió, ¿Acaso nos conocemos de antes? Yo no lo recuerdo. 

 

 —Que te hayas subido sola o no, a estas alturas da lo mismo —respondió con indiferencia. 

 

—No da lo mismo, necesito saber si lo conozco, para siquiera explicarme si esta obsesionado conmigo o algo así, porque aun no logro entender la lógica de ese supuesto contrato que he firmado —reclamó. 

 

Emanuel se quedó mirándola de reojo, incrédulo, antes de ponerse a reír con burla.

 

—¿Obsesionado? ¿Yo? Solo eres una sustituta, que tiene la suerte de parecerse a la mujer que amo, no piense que es algo más, solo quiero que me pagues la deuda con tu cuerpo el resto no me interesa. 

 

Emilia se giró hacia el hombre sin entenderlo. Aquel hizo lo mismo quedando uno frente al otro. No la conoce solo la subió a su auto porque se parece a alguien que él ama ¿Eso es lógico? Claro para un loco como este puede ser. 

 

—Si usted es tan importante y dueño de todo ¿Por qué no va a buscar a esa mujer en vez de jugar con quien se parece a ella?

 

Notó que las venas en la frente de Emanuel Stravros se hinchaban, incluso su rostro a duras penas contiene el rencor que se dibujó en sus ojos antes sus palabras.

 

—Porque esta muerta...

 

Hubo un silencio sepulcral. Emilia bajó la mirada, lo hubiese sabido no hubiera sido igual de ruda. Pero Emanuel que en un inicio pareció enfurecerse terminó por responderle con tal frialdad que no sabe si realmente le duele la muerte de la mujer que dice aun amar. Le dio la espalda sin ánimos de ahondar más en esta situación y luego sopló su mano adolorida. 




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