Si te lo propones

CAPÍTULO 2 - El uniforme roto - Parte 2

Cuando Mateo llegó a casa esa tarde, algo en su expresión me dijo que algo andaba mal. No dijo nada mientras colgaba su mochila en el perchero, pero pude verlo en sus ojos: esa mezcla de tristeza y rabia que solo aparece cuando sientes que el mundo entero está en tu contra.

"¿Qué pasó, mi amor?" pregunté, dejando a un lado el plato que estaba lavando.

"Nada," respondió, evitando mi mirada.

Sabía que no era verdad. Durante toda mi vida como madre, había aprendido a leer entre líneas, a detectar cuándo mis hijos necesitaban hablar pero no sabían cómo empezar. Así que esperé, paciente, hasta que finalmente se derrumbó.

"Hoy se rieron de mí en la escuela," dijo, con la voz temblorosa. "Dijeron que parezco un mendigo porque mi uniforme está roto."

Mi corazón se encogió. No por las palabras crueles de esos niños, sino porque sabía exactamente cómo se sentía Mateo. Yo también había crecido siendo diferente, siendo señalada por lo que no tenía. Pero no podía permitir que ese dolor lo definiera.

"Ven aquí," dije, tomando su mano y llevándolo a la mesa de la cocina. "Quiero mostrarte algo."

Saqué mi vieja máquina de coser del armario. Era un regalo de bodas, años atrás, y aunque estaba desgastada, aún funcionaba perfectamente. La coloqué sobre la mesa y extendí su camisa rota frente a él.

"Mira esto," dije, señalando el desgarro. "No es solo una camisa rota. Es una oportunidad para crear algo nuevo." "




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.