Si te lo propones

CAPÍTULO 4 - El primer sacrificio - Parte 1

La mañana empezó como cualquier otra. Me levanté antes del amanecer, preparé café para mí y desayuno para los niños, y me vestí para ir al trabajo. Era un empleo temporal en una fábrica de textiles, uno de los tres que tenía esa semana. No era mucho, pero cada peso contaba.

Cuando llegué, el supervisor me llamó aparte. "Lo siento, Clara," dijo, evitando mirarme a los ojos. "Hemos tenido que reducir personal. Tu contrato termina hoy."

Sentí como si el suelo se moviera bajo mis pies. No dije nada; solo lo miré y salí del lugar sin mirar atrás. Sabía que no serviría de nada discutir. En este mundo, cuando te dicen que ya no eres necesario, simplemente tienes que aceptarlo y seguir adelante.

Caminé por las calles de la ciudad, sintiendo el peso de la noticia en mi pecho. ¿Cómo iba a explicarle esto a Mateo y Sofía? ¿Cómo les diría que tendríamos que apretarnos aún más el cinturón?

En ese momento, recordé algo que mi madre solía decirme: "Cuando pierdas algo, busca lo que queda. Siempre hay algo que puedes salvar." Respiré profundamente y decidí que no me rendiría. Aunque el día parecía oscuro, sabía que encontraría una forma de salir adelante. Porque no era solo por mí; era por ellos.

Cuando llegué al apartamento, traté de ocultar mi preocupación. Los niños estaban en la sala: Mateo haciendo tarea y Sofía dibujando en su cuaderno.

"¿Ya terminaste de trabajar, mamá?" preguntó Sofía, corriendo hacia mí con una sonrisa.

"Sí, mi amor," respondí, forzando una sonrisa. "Pero tengo que buscar otro trabajo pronto."

Mateo levantó la vista de su libro. "¿Qué pasó?"

"No es nada grave," dije, intentando sonar tranquila. "Solo necesito encontrar algo nuevo. Ya saben cómo es esto."

Mateo al mirarla, pude ver la preocupación en sus ojos. Sofía, sin embargo, seguía sonriendo.

"No te preocupes, mamá," dijo, mostrándome su dibujo. "Aquí está tu nueva mariposa. Te ayudará a volar hasta un trabajo mejor."

Miré el dibujo y una vez más, sentí un nudo en la garganta. Era una mariposa gigante con alas brillantes, rodeada de estrellas. Para Sofía, no era solo un dibujo; era una promesa de esperanza. Y en ese momento, decidí que no podía derrumbarme. Tenía que ser fuerte, por ellos




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