Si te lo propones

CAPÍTULO 6 - Solidaridad -Parte 3

Al día siguiente, decidí visitar a doña Rosa para agradecerle personalmente. Llevé conmigo un pequeño ramo de flores silvestres que Sofía y yo habíamos recolectado esa mañana.

"Doña Rosa," dije cuando abrió la puerta, "quería agradecerte por lo que hiciste. Significó mucho para mí y mis hijos."

Ella sonrió, sus ojos brillando con ternura. "No tienes que agradecerme, Clara. Solo espero que algún día puedas hacer lo mismo por alguien más."

Sus palabras resonaron en mi mente durante todo el día. Sabía que tenía razón: la bondad no debía quedarse en un solo lugar; debía multiplicarse, extendiéndose como ondas en el agua. Decidí que, cuando pudiera, haría lo mismo por otra persona. Porque, aunque no tuviera mucho, siempre tendría algo que dar.

Esa noche, mientras los niños dormían, me senté junto a la ventana y observé las luces del vecindario. Pensé en doña Rosa, en su generosidad inesperada y en cómo un simple gesto podía cambiar tanto.

Sabía que la lucha seguiría, y traería más momentos complicados. Pero también sabía que, mientras hubiera personas como doña Rosa en el mundo, nunca estaríamos completamente solos.

Y mientras miraba las estrellas, recordé las palabras de Sofía: "Las hadas están en todas partes."

Sonreí, sintiendo cómo algo dentro de mí se iluminaba. Tal vez no tenía alas, pero tenía algo mejor: un espíritu que se robustecia constantemente y una comunidad que creía en la bondad, incluso en los momentos más oscuros.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.