Si te lo propones

CAPÍTULO 12 - El paquete que Doña Rosa le había dado a Mateo - Parte 1

Habían pasado semanas desde que recibí la noticia de la beca, y aunque estaba emocionado por lo que significaba para mi futuro, algo seguía rondando en mi mente: el pequeño paquete que doña Rosa me había entregado ese día. Lo había guardado en mi cajón sin abrirlo, pensando que tal vez era solo un recuerdo simbólico, algo para celebrar el logro. Pero esa noche, mientras revisaba mis cosas para organizarlas, decidí finalmente ver qué había dentro.

El paquete era pequeño, envuelto cuidadosamente en papel marrón y atado con un cordel sencillo. Al desatarlo, encontré un sobre amarillento con mi nombre escrito en letras delicadas. Dentro del sobre, había un fajo de billetes y una carta escrita a mano. Mi corazón comenzó a latir más rápido mientras leía las palabras de doña Rosa.

"Querido Mateo," decía la carta, "cuando tu madre vino a mí hace tiempo pidiendo ayuda, no dudé en darle lo que tenía porque sabía que tú y tu familia necesitaban algo más que comida o ropa. Estos ahorros son para ti, para que puedas seguir adelante con tus estudios sin preocuparte tanto por el dinero. No es mucho, pero es todo lo que tengo."

Sentí cómo mis manos temblaban mientras sostenía el dinero. No era una cantidad insignificante; era suficiente para cubrir varios meses de gastos en la universidad, libros e incluso transporte. Pero lo que realmente me golpeó fue el sacrificio detrás de ese gesto. Doña Rosa no tenía hijos ni familia cercana. Vivía sola, con apenas lo necesario para sobrevivir, y aun así había decidido compartir sus ahorros conmigo

No podía creerlo. ¿Cómo alguien podía ser tan generoso? ¿Cómo podía dar tanto sin esperar nada a cambio?

"Mientras veía a Mateo sostener el dinero, sentí algo que no había sentido en mucho tiempo: humildad. Humildad por el hecho de que, incluso en nuestra lucha diaria, siempre habría personas dispuestas a tender una mano, a sacrificar algo por nosotros."

Doña Rosa era una de esas personas. Siempre había sido amable con nosotros, pero nunca imaginé que llevaría su bondad tan lejos. Ella no tenía hijos ni familia cercana, y aun así había decidido compartir sus ahorros con Mateo, alguien que apenas conocía más allá de ser mi hijo.

"Esto es un milagro," murmuré, acariciando la carta. "Un verdadero milagro."

Mateo me miró con curiosidad. "¿Por qué lo dice, mamá?"

"Porque," respondí, tomando su mano, "esto no es solo dinero. Es la prueba de que el mundo todavía tiene bondad, incluso cuando parece que todo está en contra de nosotros. Doña Rosa y su esposo vivieron pensando en los demás, en cómo podían dejar algo bueno en el mundo. Y ahora, nos han elegido para continuar su legado."

Mateo tenâ sus ojos llenos de lágrimas. "No sé cómo agradecerle."

"No tienes que agradecerle," dije, abrazándolo con fuerza. "Solo tienes que prometerme algo: que usarás esto para construir un futuro mejor, no solo para ti, sino también para los demás. Que algún día, cuando tengas la oportunidad, harás lo mismo por alguien más."

"Lo prometo," respondió Mateo, su voz temblorosa pero firme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.