Si te lo propones

CAPÍTULO 16 - El camino hacia la redención - Parte 1

"Habían pasado tres años desde que regresé a casa con mi bebé. Tres años en los que aprendí más sobre mí misma de lo que jamás imaginé. Mi padre había sido mi roca durante ese tiempo, enseñándome que ser madre no significaba renunciar a mis sueños, sino adaptarlos a una nueva realidad.

Cada mañana, después de dejar a mi hijo en la guardería del barrio, me quedaba sentada en el parque cercano, observando cómo otros estudiantes caminaban hacia la universidad con libros bajo el brazo. Sentía una mezcla de admiración y nostalgia. ¿Qué habría pasado si yo hubiera seguido ese camino? ¿Habría logrado algo grande?

Pero pronto recordaba las palabras de mi padre: "El pasado no define quién eres. Solo te da las herramientas para decidir quién quieres ser." Esas palabras resonaban en mi mente cada vez que sentía que no podía seguir adelante.

Un día, finalmente reuní el coraje para ir a la universidad. Caminé por los pasillos que alguna vez conocí tan bien, sintiendo cómo cada paso me devolvía fragmentos de mi antigua vida. Entré al departamento de admisiones con el corazón latiendo fuerte, como si estuviera enfrentando un tribunal.

"Quiero saber si es posible retomar mis estudios," dije, tratando de sonar segura aunque mi voz temblaba.

La mujer detrás del escritorio me miró con una mezcla de curiosidad y comprensión. "Claro que sí," respondió, revisando algunos documentos. "Muchas personas en tu situación han vuelto a estudiar. Solo necesitas cumplir con ciertos requisitos y estar dispuesta a trabajar duro."

Estube de acuerdo, sintiendo cómo algo dentro de mí comenzaba a iluminarse. Tal vez no era demasiado tarde. Tal vez aún podía construir algo mejor para mí y para mi hijo.

Esa noche, cuando llegué a casa, encontré a mi padre sentado en el sofá, revisando algunos informes médicos. A pesar de sus años, seguía trabajando incansablemente en el hospital y en la sociedad médica de la ciudad. Su dedicación siempre me había inspirado, pero ahora más que nunca entendía el sacrificio que implicaba.

"Papá," dije, sentándome a su lado, "fui a la universidad hoy."

Mateo levantó la vista, sorprendido pero emocionado. "¿Y qué te dijeron?"

"Que puedo retomar mis estudios," respondí, sintiendo una mezcla de emoción y miedo. "Pero no sé si podré hacerlo. Tengo a mi hijo, y tú ya has hecho tanto por nosotros..."

Mateo me interrumpió, poniendo una mano sobre la mía. "Clara, escúchame. Nunca dejes que el miedo te detenga. Sé que será difícil, pero también sé que tienes la fuerza para hacerlo. Además, aquí estaremos tu tía Sofía y yo para ayudarte con el niño. No tienes que hacerlo sola."

Sus palabras me golpearon como un rayo. Sabía que tenía razón. No estaba sola. Tenía una familia que creía en mí, incluso cuando yo misma dudaba.

"Gracias, papá," murmuré, abrazándolo con fuerza. "No sé qué haría sin ti."

Mateo sonrió, sus ojos llenos de orgullo. "Lo harás bien, Clara. Lo harás porque llevas el nombre de una mujer increíble."




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.