Si te lo propones

CAPÍTULO 18 - El eco del adiós - Parte 2

Al llegar a España, fui recibida por mi hijo y su familia. Mis nietos corrieron hacia mí con risas y abrazos, llenando mi corazón de alegría momentánea. Pero por las noches, cuando todos dormían, me quedaba despierta pensando en Clara y en cómo estaba enfrentando su nueva realidad sin mí.

Una tarde, mientras caminaba por el parque cercano a la casa de mi hijo, encontré un banco bajo un árbol y me senté a observar a los niños jugar. Me recordaron a mis sobrinos cuando eran pequeños, corriendo por el jardín de nuestra casa con risas inocentes.

"¿Por qué duele tanto?" me pregunté en voz baja, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a brotar.

Sabía que había tomado la decisión correcta al mudarme con mi hijo, pero también sabía que había dejado algo importante atrás: mi conexión con Clara, mi sobrina, quien siempre había sido como una hija para mí.

Esa noche, mientras cenábamos, mi hijo notó mi expresión melancólica. "Mamá," dijo, acercándose a mí, "¿qué pasa? ¿Extrañas tu hogar?"

Subí la mirada, tratando de sonreír. "Sí, pero no solo eso. Extraño a Clara. Sé que está pasando por un momento difícil, y no puedo evitar sentir que la he abandonado."

Mi hijo me abrazó con fuerza. "No la has abandonado, mamá. La amas, y eso es lo que importa. Además, siempre puedes ayudarla desde aquí."

Sus palabras me hicieron reflexionar. Tal vez no podía estar físicamente con Clara, pero podía seguir siendo parte de su vida de otras maneras. Decidí escribirle cartas regularmente, compartir con ella las lecciones que mi madre me había enseñado y animarla a seguir adelante.

Cada semana, escribía una carta a Clara. En ellas, compartía historias de mi infancia, de cómo mi madre nos había enseñado a ser resilientes y a encontrar belleza incluso en los momentos más oscuros. También le enviaba dinero, aunque sabía que no era suficiente para cubrir todas sus necesidades.

Querida Clara,
Hoy vi a unos niños jugando en el parque, y me recordaron a ti y a Mateo cuando eran pequeños. Siempre pienso en ti, en lo fuerte que eres y en lo mucho que has crecido. Sé que estos días son difíciles, pero quiero que sepas que llevas el espíritu de tu abuela dentro de ti. Ella siempre encontraba formas de superar los desafíos, y sé que tú también puedes hacerlo.
Con amor,
Tía Sofía

Un día, recibí una carta de respuesta de Clara. En ella, me contaba cómo estaba enfrentando su nueva realidad, cómo estaba retomando sus estudios y cuidando a su hijo con la ayuda de la comunidad.

Querida tía Sofía,
Tus cartas me han dado fuerzas para seguir adelante. A veces siento que no puedo más, pero entonces recuerdo las historias que me cuentas sobre mamá y abuela, y sé que tengo que ser fuerte. Gracias por no olvidarte de mí.
Con amor,
Clara

Leer esas palabras me llenó de esperanza. Sabía que, aunque estábamos separadas por kilómetros, nuestro vínculo seguía intacto.




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