Si te lo propones

CAPÍTULO 20 - El eco de la historia - Parte 2

Un día, después de recibir otra carta oficial del banco, sentí que ya no podía contener más mi frustración. Arrojé los papeles al suelo y grité: "¡Métanse la casa en el..."

Me detuve antes de terminar la frase, respirando profundamente para calmarme. Sabía que no servía de nada perder el control. Necesitaba enfocarme, pensar claramente.

Decidí buscar ayuda en la comunidad. Aunque me costaba pedirlo, sabía que no podía hacerlo sola. Fui a la iglesia del barrio, donde muchas veces había visto a mi madre y mi tía ayudar a otros.

"Hermana Clara," dijo el padre de la iglesia, "sabemos lo que has estado pasando. Déjanos ayudarte."

Hize un gesto de gratitud, sintiendo cómo algo dentro de mí comenzaba a iluminarse. Tal vez no tenía todas las respuestas, pero tenía algo mejor: una red de personas que creían en mí y estaban dispuestas a tenderme una mano.

Mientras buscaba soluciones, comencé a reflexionar sobre las enseñanzas de mi abuela y mi padre. Recordé cómo mi abuela siempre decía: "El amor nunca muere. Solo cambia de forma." Y cómo mi padre me enseñó que el sacrificio no era solo renunciar a algo, sino dar todo de ti para construir un futuro mejor.

"Este es mi momento de cambiar," me dije a mí misma. "No puedo rendirme ahora."

Comencé a trabajar en pequeños proyectos para generar ingresos adicionales. Vendía bordados hechos a mano, inspirados en las mariposas que mi abuela solía crear. Cada vez que terminaba uno, sentía como si estuviera honrando el legado de las mujeres que me habían enseñado a ser fuerte.

"Esto es por ti, abuela," murmuraba mientras trabajaba. "Por ti, por papá y por todos los que me han enseñado que el amor nunca muere."

Con la ayuda de la comunidad, logré encontrar un pequeño apartamento donde vivir temporalmente. No era mucho, pero era suficiente para mi hijo y para mí. Los vecinos nos ayudaron a mudarnos, trayendo muebles viejos y comida para los primeros días.

"Gracias," les dije a todos, sintiendo cómo las lágrimas brotaban de mis ojos. "No sé qué haría sin ustedes."

Uno de los vecinos, una mujer mayor, me tomó de las manos. "Clara," dijo, "la vida está llena de pruebas, pero también de oportunidades para crecer. Tienes el espíritu de tu abuela dentro de ti. Ella siempre encontró formas de superar los obstáculos, y sé que tú también puedes hacerlo."

Sus palabras resonaron profundamente en mí. Tal vez no tenía una casa, pero tenía algo mejor: un espíritu indestructible y una comunidad que creía en mí más que en nadie en el mundo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.