CAPÍTULO 24 - El desafío de dejar ir - Parte 2

Cuando llegué a casa, encontré a Tito jugando en el patio trasero. Aunque era ya un adolecente, no dejaba de hacerlocuando tenia tiempo. Se veía tan feliz, tan despreocupado, que por un momento dudé de si debía contarle la noticia. ¿Cómo reaccionaría? ¿Querría irse tan lejos?

"Tito," dije, "Tengo una noticia, relacionada con tu futuro."

Él vino hacia mí con su sonrisa habitual. "¿Qué pasa, mamá?"

"El colegio te ha ofrecido una oportunidad increíble," respondí, tratando de mantener mi voz firme. "Podrás estudiar en una universidad en España. Todo estará cubierto: comida, alojamiento, libros..."

Vi cómo su rostro cambiaba de curiosidad a preocupación. "¿España?" preguntó, su voz temblorosa. "Pero... ¿y tú? No puedo dejarte sola."

Sentí cómo mi corazón se rompía al escucharlo. Sabía que él quería protegerme tanto como yo quería protegerlo a él.

"Tito," dije, abrazándolo con fuerza, "esto es lo mejor para ti. Sé que tienes miedo, pero piensa en todo lo que puedes lograr. Piensa en cómo podrás cambiar nuestras vidas cuando regreses."

"Pero te extrañaré mucho, mamá," murmuró, abrazándome aún más fuerte.

"Yo también te extrañaré," respondí, sintiendo cómo las lágrimas brotaban de mis ojos. "Pero estaré aquí esperándote. Y cada vez que te sientas solo, recuerda que llevas mi amor contigo, dondequiera que vayas."

Esa noche, me quedé despierta, como solía hace , hasta que el sueño me vencia, y pensaba en todo lo que habíamos pasado como familia. Recordé a mi abuela, quien siempre decía: "El amor verdadero es aquel que sabe cuándo dejar ir." En ese momento, entendí que este era uno de esos momentos.

Sabía que sería difícil para ambos. Extrañaría a mi hijo más de lo que podía imaginar, pero también sabía que esta era una oportunidad que no podía desperdiciar. Era una prueba de que todos nuestros sacrificios habían valido la pena.