Siempre cerca

Capítulo 1

Intento abrir la puerta del piso. Más bien, me esfuerzo en hacerlo, porque la maldita llave se vuelve a atascar y tengo que pelear con ella un buen rato hasta que, por fin, cede. Hace tiempo que debería haber cambiado la cerradura. Se lo comenté al dueño, pero poco le importan las incomodidades de los inquilinos; bastante hace ya con dejarnos vivir aquí por un alquiler casi simbólico.

—¡Pensé que eran ladrones! —exhala Marco con alivio al recibirme en el pasillo—. Ya estaba a punto de llamar a la policía.

—Anda, qué dices… Si unos ladrones entraran en este piso, se llevarían la mayor decepción de su vida —le sonrío con tristeza—, aquí no hay nada que robar. Pero te felicito por la prudencia. ¿Qué tal? ¿Qué hiciste en todo el día?

Me carcome la culpa: mi hijo se pasa las vacaciones de verano deambulando por la calle. El año pasado al menos conseguí reunir dinero para un campamento barato, para que guardara algún recuerdo bonito… Pero este año todo se va a pique. Otra racha negra.

Para mi sorpresa, el niño parece feliz. No, más que feliz: su cara resplandece de entusiasmo. Me da miedo preguntar cuál es la causa. Solo espero que no haya traído a casa otro cachorro desdichado que después tengamos que curar y buscarle un nuevo hogar.

—¿Qué pasó? —pregunto con cautela, quitándome los zapatos y moviendo los dedos de los pies con cansancio. Diez horas corriendo entre mesas dejan huella; un par de años más así y acabaré con varices. —Venga, confiesa.

—¡¿No te enteraste de la noticia?! —sus ojos se abren como platos.

—¿Qué noticia?

—¡Entonces no lo sabes…! —se agita Marco—. ¡La nueva temporada de Fragmentos la van a rodar en nuestra ciudad!

Tengo que hacer un esfuerzo enorme para que no se me note cómo la emoción me cierra la garganta. Un golpe inesperado. Tan traicionero y doloroso que me entran ganas de llorar.

—¿Seguro que no te equivocas? —pregunto, aferrándome a la esperanza.

—¡Seguro! ¡Pronto empezarán a levantar los decorados! Es lo mejor que nos podía pasar en este rincón perdido, ¿a que sí?

No le respondo. Solo asiento y me voy a la cocina. Cojo una taza, la lleno de agua del grifo y doy un trago. Me costó mucho aceptar que el ídolo de mi hijo fuera el mismo hombre que, en su día, destrozó mi corazón. Me resulta insoportable ver su cara en los pósters sobre la cama de Marco. Insoportable seguirle con la mirada en la tele. Insoportable escuchar cada día su voz. Pero tener que enfrentarme a él en persona… no estoy segura de poder con eso.

—¿Crees que llegaré a conocer al detective Gorov? ¡A lo mejor hasta me firma un autógrafo!

—El detective Gorov no existe, es solo un personaje que interpreta un hombre al que no conoces.

Aunque yo sí lo conozco demasiado bien.

El niño frunce el gesto. Con apenas ocho años, ya es todo un maestro de las muecas sarcásticas. Si me dieran una moneda cada vez que le veo hacer esa cara, hace tiempo que habríamos salido de deudas.

—Ya sé que es Demian Levchenko. Es genial… Todas las películas donde actúa se vuelven famosas. ¿Iremos al rodaje? Seguro que organizan visitas para escolares. Y si no, tú encontrarás la manera de llevarme, ¿a que sí, mamá?

Respiro hondo para no perder la calma. Saco del bolso la cena aún templada y empiezo a poner la mesa.

—Basta de Gorov. Mejor come.

—¿Qué sobras tenemos hoy? —mira con expectación el plato. Claro que nunca traigo a casa lo que dejan los clientes; el cocinero me envasa los platos de más o me prepara algo para el personal. Lo de “las sobras” es solo nuestra broma familiar.

—Patatas asadas con carne. Y ensalada de tomate.

—Genial.

Me siento aliviada de poder darle un gusto.

—Buen provecho —le beso en la coronilla.

—¿Y tú no vas a comer?

—No… ya cené en la cafetería, con los demás —miento. La noticia de Demian me quitó el hambre. No es solo que no tenga ganas de comer: me cuesta hasta respirar.

Dejo a Marco en la cocina y salgo al balcón. Abro la ventana y dejo que el viento me seque las lágrimas en los ojos. Tengo que comprobarlo. Quizá Marco se equivocó. A lo mejor el rodaje será en otra ciudad con el mismo nombre. Saco el móvil, abro el navegador y escribo: “Serie Fragmentos temporada 6”. Me aparecen decenas de fotos de Demian en su papel de detective sombrío. Intento ignorar el dolor y sigo bajando hasta dar con un artículo en la página oficial de la serie: “En agosto comienzan las grabaciones de la sexta temporada de Fragmentos. Esta vez, el detective Gorov deberá resolver una serie de crímenes misteriosos en un pequeño pueblo de provincias. Lo especial de esta temporada será que toda la acción transcurre en la tierra natal de Demian Levchenko. El propio protagonista eligió la localización y asegura que no existe lugar mejor para reflejar la atmósfera de la serie”.

En eso tiene razón. Nuestro pueblo es tan deprimente que solo sirve para rodar películas de asesinatos.

Guardo el móvil en el bolsillo. Miro hacia el horizonte, observando al sol cansado que se esconde lentamente tras los tejados de los bloques. La cabeza me da vueltas de tantas ideas… Me vuelvo a sentir como una niña perdida, sin saber qué hacer.

Demian estará aquí… El corazón me duele al recordar nuestro último encuentro. Nos dijimos tantas cosas hirientes aquella vez… Puede que, después de aquello, él ni siquiera quiera mirarme. Ojalá sea así.

Capítulo 1

Hace 13 años

Nadya

Voy a la escuela antes a propósito para que Demian tenga tiempo de copiar la tarea. Afuera hace bastante fresco, me subo las mangas del suéter intentando calentarme, pero una vez más me doy cuenta de que hace tiempo me queda pequeño. Claro, no le diré esto a mis padres; de todos modos no tienen dinero para ropa nueva. El próximo sueldo de mamá ya está planificado hasta el último centavo, y la pensión de papá se va en pagar los servicios. Lo escuché cuando hablaban de esto en la cocina… Odio la pobreza. A veces incluso odio a mis padres, que ignoran las necesidades más básicas de su hija. ¿Para qué me tuvieron siquiera? Las personas sensatas ni siquiera adoptan un gato sin pensarlo, porque consideran el gasto que conlleva. Y aquí está un niño…




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