Demian
Su almohada es blanda y la ropa de cama huele a detergente. En cambio, la manta es vieja y rasposa, pero bajo ella hace calor, y no necesito más. Me siento agotado. En otras circunstancias ya me habría quedado dormido, pero esta noche no consigo conciliar el sueño. Es la última noche en la que puedo acostarme junto a Nadya y escuchar su respiración. La última noche, después de la cual nos despediremos.
—¿Por qué no duermes? —pregunta, al notar mi mirada. Ni siquiera sé cuánto tiempo llevo observándola. Seguramente no es muy educado, pero no puedo evitarlo. Quiero grabar en mi memoria a esta chica como lo más bello y luminoso de todo lo que he conocido.
—Tengo que decirte algo… —me incorporo, apoyándome contra la pared. La herida en el abdomen empieza a doler más, pero intento ignorarla—. Quería esperar hasta mañana, pero entonces te enfadarías aún más.
Ella se frota los ojos para despejarse.
—Dime.
Tengo que reunir todo mi valor para pronunciarlo en voz alta. Nadya me observa con paciencia, esperando.
—Voy a huir de casa —suelto por fin, de un solo aliento.
—Si siempre te escapas —ríe—. ¿Qué tiene de especial la próxima vez?
—Que ya no volveré.
Ella se incorpora sobre los codos.
—¿Cómo que no volverás?
—Me iré a otra ciudad. Lejos de aquí… ya no soporto estar más en este lugar. Estoy harto, odio mi vida.
—¿Y a dónde irás?
—No puedo decírtelo. Te presionarán cuando el colegio denuncie mi desaparición, así que es mejor que no lo sepas.
—¡No se los diré! ¿O es que no confías en mí?
—En ti sí confío. Pero no en los adultos. Créeme, es mejor así.
—Pero, Demian —me toca la mano—, aquí al menos puedes venir a mí. ¿Y allí? ¿Dónde vivirás? ¿De qué? ¿Acaso piensas hacerte vagabundo? Es un pésimo plan.
—Tengo conocidos que me ayudarán con un trabajo.
Nadya suspira, con una seriedad poco propia de su edad.
—Ya sé qué clase de conocidos son los tuyos… te meterán en algo malo.
—Todo saldrá bien —la tranquilizo, aunque en el fondo sé que a los quince años es casi imposible ganar dinero de forma legal—. No me perderé.
—¿Y si sí te pierdes? —su voz tiembla—. Me da miedo. Sería mejor hablar con tus padres… Ellos pueden ayudarte.
—¿Y cómo? ¿Adoptándome bajo su tutela? Si ustedes son pobres como ratas de iglesia. Pasaste todo el otoño con las zapatillas rotas porque no podían comprarte unas nuevas. ¿Y de repente van a tener recursos para otra boca? —noto que no le gusta lo que oye, así que cambio de tema—. Para mí será una oportunidad de empezar de cero. En una ciudad donde nadie me conozca ni a mí ni a mi familia.
—En una ciudad donde no estaré yo…
Asiento.
—Y eso es lo único que hace dolorosa mi huida.
Durante un rato Nadya se queda mirando al frente, en silencio. Sabe que no podrá convencerme de quedarme, así que ya no discute. Lo más probable es que intente resignarse al hecho de que nuestra amistad se romperá de forma tan inesperada. Yo no quisiera dejarla. Si pudiera, la llevaría conmigo. Pero ¿a dónde? Ella merece algo mejor que una vida nómada con una mochila al hombro.
—¿Me abrazas? —susurra, conteniendo las lágrimas. Quiere parecer fuerte, así que finjo no darme cuenta de que llora. Quizá esté mal… En realidad estoy perdido: ya no sé qué es correcto y qué no en esta vida. Los límites de esas palabras están demasiado difusos.
Ella se da la vuelta y se acerca más. Aparto mi manta y me meto bajo la suya. Así incluso hace más calor. La abrazo fuerte y hundo la nariz en su cabello… Debo admitir que llevaba tiempo deseando hacerlo. Es tan suave, tan delicado y huele de un modo… familiar.
—Te echaré de menos —confieso—. No echaré de menos nada en esta ciudad de mierda, pero a ti sí.
Nadya aprieta mi mano.
—¿Vendrás a despedirte?
—Sí. Mañana, después de clase, te esperaré detrás del colegio.
—Está bien.
Cerramos los ojos, pero ninguno de los dos duerme hasta el amanecer. Cada uno se sumerge en sus propios pensamientos, observando el paso del tiempo… Solo tengo quince años. Sé que me esperan muchas noches más: con aventuras, peligros, y con suerte, también con amor y pasión. Habrá noches acogedoras y noches solitarias. Habrá de todo. Pero esta… esta será la única que recordaré para siempre.