Claro, Marko está fascinado con que yo tenga acceso al set de rodaje. Casi por primera vez veo en sus ojos orgullo hacia mí. No es que antes me hubiera mostrado desprecio… simplemente yo misma sé muy bien que no le había dado motivos para sentirse orgulloso. Todos mis logros se reducen a un techo sobre nuestras cabezas, comida en la mesa y ropa en el armario. Y me duele admitir que repito el destino de mis propios padres.
—¿Crees que los actores ya llegaron? —la boca de Marko no se calla ni siquiera mientras mastica—. ¿Dónde van a vivir? ¿En casas o en trailers especiales? ¿Y se podrá visitar esos trailers? ¿Tú qué piensas, cada uno tendrá el suyo o al detective Horovyi y a Alina Vlasenko les darán uno compartido porque son pareja?
Yo no veía Fragmentos, pero gracias a Marko sé que Alina Vlasenko es la asistente de Horovyi y que en la última temporada del seriado apareció entre ellos una trama amorosa. Además, es la misma Hanna Svitlytska, actriz de teatro y cine, con quien Demian se comprometió hace poco. En lo más profundo de mi alma les deseo felicidad, pero jamás confesaría en voz alta que, para mi tranquilidad, esa felicidad debería ser por separado. Quiero volverme sorda y ciega el día que aparezcan en internet las fotos de su boda.
Es tan estúpido. Soy una mujer adulta y me comporto como una adolescente. ¡Siento celos por un hombre al que no he visto en nueve años! Estoy segura de que, si tuviera dinero, mis conflictos internos serían una mina de oro para los psicoterapeutas.
—¿Tienes algún otro tema de conversación aparte del seriado? —le pregunto con súplica en la voz.
—Emm… sí —asiente el niño—. Alaska hoy otra vez intentó saltar por la ventana.
Busco con la mirada a la gata y, al sentirse culpable, huye de inmediato de la cocina.
—Creo que le empezó la demencia senil. Antes era indiferente a ese tipo de extremos… Habrá que comprar una mosquitera y tapar las ventanas.
—¡Yo lo hago!
—Lo haremos juntos, porque es peligroso.
—Bueno —asiente—. ¿Mañana?
—No sé… Quizá mañana. Ahora saldré más temprano del trabajo, podré pasar por la tienda a comprar materiales.
—¿Y si ya no trabajas hasta la noche, podremos ir por fin al parque de diversiones?
—Pero si dijiste que eso era para críos.
El chico se retuerce las manos con incomodidad.
—Lo dije para que no te pusieras triste. Supuse que estabas decepcionada de no tener tiempo para divertirte conmigo.
No, lo que me entristece es no tener dinero para esas diversiones. El tiempo se consigue mucho más fácil.
—No lo hagas más.
—¿El qué?
—No me mientas para proteger mis sentimientos. ¿De acuerdo? Es muy tierno de tu parte, pero la verdad siempre es mejor.
Marko se encoge de hombros.
—Vale. Entonces, ¿iremos? Por favor, ese parque solo viene en verano. Y el verano no es eterno. En cuanto parpadeemos, empezará la escuela otra vez —sus últimas palabras suenan como una condena mortal.
Miro esos ojos llenos de esperanza. ¿Cómo negarme? Además, aceptaría cualquier cosa, siempre y cuando no tenga nada que ver con Horovyi.
—Está bien, iremos —sonrío.
—¡Genial! ¡Todos mis amigos ya fueron, y solo yo sigo sin ir!
—Primero me aclaro con mi nuevo horario y podremos planear el viaje. Y ahora —miro el reloj, ya es medianoche—, ¡a dormir! ¡Enseguida!
La sola mención del sueño borra la sonrisa de la cara de Marko.
—Está bien… —camina unos pasos hacia su habitación—. Mamá, dijiste que no debo proteger tus sentimientos…
—¿Y?
Respira hondo y, al soltar el aire, suelta:
—En realidad, no solo mentí sobre el parque.
—¿Y sobre qué más?
—Sobre muchas cosas. Pero lo más actual… la pelea con Yura. Hoy le pateé el trasero.
—¿Y por qué?
—Porque ayer él me pateó a mí. No te lo conté para que no te preocuparas…
Este chico necesita con urgencia un campamento de verano, porque del aburrimiento siempre se mete en problemas.
—¿Y sus padres lo saben?
—Sí. Me llamaron delincuente juvenil y dijeron que llamarían al servicio. ¿Qué es un servicio? ¿Algo de la iglesia, como a la que va la abuela?
—No, no es de la iglesia. Es… no hagas caso. Yo hablaré con ellos.
—No hace falta, ya hablé yo.
—¿Y qué les dijiste?
—Que no deberían llamarme delincuente. Porque tú les demandarás y ellos tendrán responsabilidad penal por difamación. Y eso, por cierto, es una multa de hasta cincuenta mínimos no imponibles o hasta doscientos horas de trabajos correctivos —lo recita de carrerilla y estira los hombros con orgullo.
Se me cae la mandíbula. O sea, para aprender un poema sobre Ucrania no es capaz de memorizar cuatro versos, pero el código penal lo cita de memoria. ¿Será que he dado a luz a un genio?
—¿Mínimos no imponibles? —repito—. ¿De dónde sacaste eso?
—En un capítulo de Fragmentos hubo una situación donde Horovyi…
Maldita sea. Claro. Si uno ve los mismos episodios un millón de veces, aprende hasta eso.
—Ya entiendo —lo corto—. Muy bien. ¿Hace falta que te recuerde que pelear está mal?
—No, eso lo sé.
—¿Y volverás a pelearte?
—Sí, si es necesario —encoge los hombros.
—Gracias por la verdad. ¡Y ahora a dormir!
—Buenas noches.
—Buenas noches, cariño.
Una hora después me acerco a su cama para acomodarle la sábana. De la pared me mira Demian, protagonista central del póster de la serie.
—No eduques a mi hijo, ¿me oyes? —le susurro a Horovyi.