Siempre Fuiste Tu

Capítulo 6 – La traición y la distancia

Lucía no podía creer lo que veía. Daniel sostenía una carta en la mano, con los ojos llenos de confusión y rabia contenida.

—¿Qué es esto? —preguntó con voz temblorosa.

—Es… es tu carta —dijo Daniel, con la mirada perdida—. Recién la leí y… no sé qué pensar. Y a pesar de todo lo que tu me has hecho te vengo a buscar por que no se como vivir sin ti, te amo demasiado.

Lucía sintió que su corazón se rompía de nuevo. —¡Eso no es ni mi letra! —exclamó, con lágrimas acumuladas en los ojos—. Si tuviera algo que decirte, te lo diría a tu cara, no a través de un papel.

Esa carta fue escrita por Tomás, quien, a pesar de haber dejado a Lucía por una ilusión pasajera, nunca logró superarla. Desde la distancia, observaba con dolor la felicidad que ella compartía con Daniel.

Un día, Tomás decidió citar a Daniel, y fue a partir de ese encuentro que el comportamiento de Daniel hacia Lucía comenzó a cambiar. Durante la reunión, Tomás le entregó una carta que, según él, había sido escrita por Lucía. En el mensaje, ella supuestamente confesaba que no podía olvidarlo, que estaba con Daniel solo para darle celos y que no sabía cómo deshacerse de él porque en realidad no sentía nada verdadero.

Se gritaron, se lastimaron con palabras. Cada frase era un puñal, cada reproche un recordatorio de lo que habían perdido. Esa noche, Lucía se quedó sola en su departamento, llorando y respirando entrecortadamente, mientras Daniel se marchaba, con el corazón hecho pedazos, sintiendo que la había perdido por culpa de un malentendido.

Los días siguientes fueron un torbellino de emociones. Lucía intentó concentrarse en sus estudios y trabajo, pero cada rincón de su vida la recordaba a él: su risa, su mirada, la forma en que la hacía sentir viva, a la vez pensaba en como Tomas lego hacer tanto daño, sin que se lo merecía. Daniel también sufría, pero su orgullo y miedo al dolor lo mantenían distante. No podía acercarse sin arriesgarse a más dolor, y la distancia parecía ser la única solución.

Finalmente, Lucía tomó una decisión radical: mudarse a otra ciudad, cambiar de número y concentrarse en su carrera. Necesitaba reconstruirse, aprender a vivir sin depender de alguien que la había herido y que no podía garantizarle estabilidad emocional.

Daniel, por su parte, fue enviado a un centro de rehabilitación por sus padres. Allí tuvo tiempo para reflexionar sobre sus errores, sobre su orgullo y sobre lo que realmente sentía por Lucía. Comprendió que no solo había perdido una relación, sino a alguien que lo había cambiado profundamente.

Gracias a sus acciones, Tomás consiguió lo que tanto buscaba: la relación entre Daniel y Lucía terminó. La desconfianza sembrada con aquella carta y sus constantes insinuaciones rompieron poco a poco el vínculo que ellos habían construido.

Sin embargo, aunque logró separar a Lucía de Daniel, Tomás nunca obtuvo lo que realmente anhelaba. Ella, herida por la traición y cansada del dolor, decidió mantenerse lejos de ambos. Y Tomás, al final, comprendió que había destruido lo que más amaba con sus propias manos: la confianza y el amor de Lucía.

Los meses se convirtieron en años, y cada uno siguió su camino. Lucía creció profesional y emocionalmente, mientras Daniel aprendía a enfrentarse a sí mismo y a sus miedos.

Siete años después, un reencuentro universitario los pondrá frente a frente. Ambos han cambiado, pero algo dentro de ellos sigue vivo… y el pasado está a punto de despertar emociones que creían olvidadas.




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